Un beso.

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Me besó.

Sentí su respiración algo agitada, un poco cálida. 

Sus labios, algo torpes, presurosos por tocar los míos, no veían más allá que su propia necesidad. 

Sus manos tímidas buscaron un hogar en mis mejillas, llenarse del calor ajeno y de un amor inexistente.

Estaba adormecido, su sentir era visible para mí, pero la suave carne que fue puesta para sentir un beso mío, era una insípida, insulsa, carente del cariño rebosante. 

Definitivamente, no podría amarla como alguna vez la amé a ella.

Ella que me hizo ansiar algo que nunca fue mío, que me hizo cenizas y me regresó el alma en un suspiro lleno de vida.

Fragmentos de mi ser estaban desaparecidos, un hueco disparejo dejaba un espacio oscuro en la zona del corazón.  

No hay nada de mí que podría llegar a ser eternamente tuyo. 

La extraño, la extraño mucho. 

Crónicas de un corazón afligido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora