Capitulo IV: Venganza

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Desperté cómodamente, siendo abrazada de la cintura por Félix, quien tenía su cabeza enterrada en mi clavícula

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Desperté cómodamente, siendo abrazada de la cintura por Félix, quien tenía su cabeza enterrada en mi clavícula. Me sonrojé un instante a punto de acariciarlo, pero no tarde en recordar que algo andaba mal.

¿Cómo es que yo...? ¿Por qué él está...?

Félix empezó a removerse despertando poco a poco.

¡OH NO! ¡¿QUÉ ME PASÓ ANOCHE?!

¿Fue el tiempo sin verlo? O la cercanía lo que me afectó la cabeza. No... el sueño... ¿Verdad?

-¿Preciosa...?-Mis mejillas se calentaron considerablemente. Había olvidado cuánto me gustaba que me dijera así. Él sonaba confundido, como si estuviera casi tan aturdido como yo. De pronto despertó rápidamente, reaccionando, y conectó nuestras miradas con firmeza: él me miraba incrédulo y acusador, y yo lo miraba en Shock, sin creer nada de lo qué pasó la noche anterior.

¿Qué he hecho?

-Félix...- Solté buscando alguna palabra para decir, alguna frase ingeniosa, algo que pudiera reparar lo que hice ayer, algo que pudiera evitar la vergüenza e incomodidad venideras, pero era incapaz de tejer una frase simple o de pensar en una palabra diferente de su nombre. El examinó mi rostro con tanta severidad que pensé que su sola vista podría matarme, pero de la nada me miró a los ojos y sonrió de lado, pícaro.

-¡Ay no!- Dije empezando a levantarme y rodando la mirada.

-¿Qué?- Preguntó divertido. Tenia su cabeza apoyada en su brazo mientras me veía levantarme. Pasé sobre sus piernas para llegar al suelo, y cuando quedé a sus espaldas se giró para verme en la misma posición que antes, solo que del otro lado.

-Tu sabes qué.- Dije poniéndome mis pantuflas y caminando al fregadero.

-No no es verdad.- Félix empezó a levantarse, y yo traté de darle la espalda tanto cómo pude porque con los recuerdos de anoche no me convenía volver a verlo.

-Claro que si. Vas a empezar a recordar todo lo de anoche para avergonzarme.- Empecé a lavarme la cara para detener el calor hirviente de mis mejillas.

-Yo no estoy haciendo nada. Aunque creo...- Félix tomó una de mis muñecas y me dió la vuelta, haciendo que mi espalda chocara contra el fregadero. ¿En qué momento se acercó tanto? ¿Hace cuanto que estaba detrás de mi? Mi cara estaba chorreando de agua, igual que mis manos. La mano mía que Félix se apoderó estaba alzada casi a la altura de mi cara, la otra estaba apoyada en el mesón.- ...Que a ti te gustaría que lo hiciera.- Su mirada se oscureció y empezó a acercarse poco a poco.

¡Tengo que parar esto o perderé todo el control!

Fruncí mi ceño amenazante con cada centímetro que se acercaba a mi rostro.

-¡Félix ya para de...!

-Shhht-Félix posó el dedo índice de su mano libre en mis labios por una pequeña fracción de segundos, antes de recoger un mechón de mi pelo y pasarlo por mi oreja. Luego pasó su mano detrás de mi cabeza y escuché cómo cerró la canilla del fregadero, y finalmente su mano reposó sobre la mía que se apoyaba en el fregadero.- Nunca lo admitirás, te conozco, pero tú adoras cederme el control.- Sus palabras me hicieron cambiar mi mirada de una dura y severa, a una impactada y asustadiza; Félix desvió la suya hacia mi brazo alzado, de él cuál caía una gota escurridiza. Esto lo hizo sonreír como si planteara algo. Casi de inmediato acercó su cabeza rápidamente a mi brazo

Un Campamento a besos || Feligami (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora