Encuentros y desencuentros

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"La mitología griega está repleta de historias de amor apasionado, algunas veces marcadas por la tragedia y otras por la devoción eterna, como los amores de Orfeo y Eurídice, Eros y Psique, y Hades y Perséfone."


-¿Estás lista? -Dijo Han.

-¿Y si no vamos? -Dije de pronto nerviosa- Bueno, tú puedes ir, pero creo que me quedaré aquí.

La verdad me sentía muy nerviosa al saber que iba a estar en un lugar junto con Joans, aunque ya lo estuve en el museo, va a ser muy diferente porque en esa fiesta ya es más íntimo, y si él no me recuerda o finge no hacerlo, va a ser muy incómodo para él y no quiero eso.

-Ay, no, no me salgas con eso Jezebel. Ya habías dicho que sí, ahora te aguantas.

-Es que...

-Es que nada -dijo Han-. Es tu oportunidad de hablar con él, no me digas que estos tres años de buscarlo han sido en vano.

-Pero es que tengo miedo.

-Estaré junto a ti, Jezebel -me abrazó-. Dime, ¿cuándo te he dejado sola?

-Gracias por estar aquí, Han -lo abracé.

-Entonces, andando.

Terminamos de arreglarnos y subimos a la azotea, que ahí es donde iba a ser la fiesta. Cuando llegamos, no podía negarlo, iba nerviosa. ¿Cómo podría volverle a hablar, sabiendo que Joans me ve como un bicho raro?

-Han, de verdad, vámonos, hay mucha gente y la verdad no veo por ninguna parte a Joans.

Cuando dije eso, volteé a buscar a Han, pero me sorprendí al darme cuenta de que no estaba a mi lado, sino que ya andaba saludando a todo el mundo como si fueran vecinos de toda la vida. Suspiré enojada, ¿acaso no dijo que no me iba a dejar sola?

-¡Hola vecinos, anímense, es una fiesta! -gritó Han, cosa que todos los de ahí gritaron por su emoción.

-Han...

Suspiré y fui a una esquina, ya que de verdad yo no encajaba ahí. Mire hacia donde estaba Han; él parecía divertirse con todos, sería egoísta de mi parte pedirle que nos fuéramos, y también se sentiría mal si no me ve por aquí, así que solo por él me esforzaré en buscar a Joans. Estoy segura de que debe estar por aquí, como dijo Han, no por nada vinimos hasta este pueblo.

Dispuesta a salir de mi escondite, di un paso, pero en eso una mano me ofreció lo que parecía ser una cerveza. Volteé a mirarle la cara para saber quién era, de pronto nerviosa al pensar que Joans me había visto y se había decidido a venir a acompañarme. Tan solo al pensar en eso, mi corazón dio un vuelco de la emoción. Pero cuando volteé para verle la cara, me di cuenta de que era nada más y nada menos que la dueña del edificio y la recepcionista del museo, para que entiendas mejor, era la señora Bell.

Una gran desilusión pasó por mi cara hasta que Bell lo notó.

-¿Esperabas a alguien? -Me dijo, entregándome la cerveza.

No respondí, no porque no quisiera, sino porque también estaba sorprendida.

-Jezebel, ¿cierto?

-¿Cómo sabe?

-Tu amigo. -No hubo necesidad de decir más para que entendiera.

-¿Vienen de muy lejos? -preguntó.

-Algo así. -Decidí hablar.

Solo asintió con la cabeza sin decir nada más. Yo estaba a punto de irme porque me sentía algo incómoda con ella, pero de pronto un mini Han en mi cabeza me dijo: "Es tu oportunidad de sacarle información", y era cierto, así que le di un trago a mi cerveza y me giré hacia ella.

Ecos de un Amor PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora