—Ve.—dijo Jennie apretando suavemente el trasero de Rosé y contradictoriamente aprisionando el cuerpo de la menor contra el suyo.
—Sí, Ama.—contestó la castaña en un suspiro, sintió como los labios contrarios se posaban sobre los suyos por unos segundos y el brazo que aprisionaba su cintura la dejó ir. Caminó hacia la habitación de la pelinegra sin mirar atrás, sintiendo en cada fibra de su cuerpo el ardor que dejaba la mirada de Jennie al pasearse por su anatomía.
Ese día cumplían un año con su relación dominante-sumisa y salieron a cenar para celebrarlo, pero claro, no podía ser una salida normal. Antes de salir, Jennie aplicó un gel con efecto de calor en el centro de la menor y masajeó un poco su clítoris provocando que la sustancia hiciera efecto de inmediato, además introdujo dos bolas de acero unidas por una pequeña cuerda en su interior que la estimulaban con cada paso que daba al caminar, y por lo tanto, teniéndola increíblemente caliente durante toda la cena.
Al llegar al departamento de la pelinegra esta la liberó de la tortura de las bolas chinas en su muy húmedo interior y le ordenó que fuera a la habitación, después de una muy acalorada sesión de besos.
Al llegar a la habitación encendió la tenue luz, se despojó de su ropa rápidamente, solo quedando con sus muy mojadas bragas y dejó todo en un pequeño cesto al lado de la puerta. Caminó hasta su lugar habitual y se posicionó como siempre que esperaba a Jennie, sentada sobre sus pantorrillas con las manos sobre sus muslos.
El calor entre sus piernas se estaba volviendo insoportable y su ama se estaba demorando más de lo habitual, con la curiosidad liderando su nublada mente levantó un poco las caderas dejando su peso sobre sus rodillas y metió una mano en su ropa interior. Soltó un gemido ante el contacto de sus dedos con su hinchado clítoris, sabía que no debería estar haciendo eso pero simplemente no pudo parar, acarició suavemente la extensión de su intimidad sintiendo la humedad que se alojaba allí.
Introdujo un dedo en sí misma soltando un grave gemido, sus penetraciones fueron ganando intensidad a medida que su calentura aumentaba, los jadeos se hicieron cada vez más fuertes mientras que con el dorso de su mano acariciaba su clítoris.
—¿Qué mierda crees que haces?—preguntó una voz grave en frente de la menor, Roseanne abrió sus ojos con sorpresa y sacó rápidamente la mano de sus bragas, se sonrojó al ser atrapada masturbándose y bajó la mirada al piso, volviendo a su posición habitual.
—A-ama, yo...—fue interrumpida por los rápidos pasos de la pelinegra quien se había puesto a su altura y tomó sus cabellos con fuerza, haciéndola levantar su rostro.
—¿Tú qué, Roseanne?—la miró intensamente a los ojos, la menor vio el brillo en sus ojos y supo que estaba en problemas, tragó en seco e intentó hablar nuevamente siendo interrumpida incluso antes de empezar.—¿Vas a explicarme por qué estabas masturbándote sin mi permiso?
ESTÁS LEYENDO
mistress ↬chaennie
Hayran Kurgu"-¿Crees que mereces ser castigada, Rosé? cuestionó la pelinegra de pie frente a esta. El rubor subió por su rostro y el deseo invadió su cuerpo ante la idea de Jennie azotándola como parte de su castigo después de haberla desobedecido. -Si, ama. -r...