Con amor; Ana | DISPONIBLE EN FÍSICO

Epílogo

Epílogo

Ana

Tres años  y medio después.

Me senté con bolita acurrucado en mis brazos —al final, después de no encontrar un nombre más adecuado para él, se quedó en bolita para nosotros—, con Max tumbado en mis pies, casi aplastándome con su peso.

Aiden se sentó al lado mío en el sofá y acarició mi abultada barriga con un cariño que solo él podía darme.

Besó mi estómago hinchado y la pequeña niña dentro de mí dio una patada, en señal de que estaba ahí, de que no era un sueño. Mi hija era real. Existía y estaba a punto de nacer. Pronto la tendría en mis brazos y la querría tanto como quiero a Aiden, como me quiero a mí y como quiero a mis perritos, incluso, la querría más porque ella era fruto de mi amor por Aiden y de su amor por mí.

—Nuestra pequeña es una luchadora, como su madre —le sonreí a mi prometido y lo besé con dulzura mientras acariciaba al bebé dentro de mí.

—Te amo mucho, futura esposa —me susurró Aiden al oído después de separarnos del beso.

—Yo también te amo, futuro esposo. Y también os amo a vosotros, a los tres bebés de mi vida —terminé de hablar y di un beso a Max y a bolita quienes ya estaban besando y lamiendo mi rostro demostrándome que ellos también me querían a mí.

Os voy a contar como fueron las cosas en los últimos tres años.

Mi mejor amiga de la adolescencia, Paula, nunca se fue de mi vida, aunque hablábamos poco porque ella estaba muy ocupada trabajando, estudiando y cuidando a su hijo, volvimos a hablar más seguidamente por mensajes cada vez que ambas teníamos tiempo, ya que yo siempre estaba muy ocupada en firmas de libros, presentaciones y entrevistas, pero nunca nos separamos, porque así es la verdadera amistad, nunca se rompe por muchos inconvenientes que haya entre esas personas, a pesar de la distancia, de los problemas, del poco tiempo... ella siempre sacaba algún momento para hablarme un poco y animarme el día.

La quiero mucho, y no se que haría sin ella porque es la mejor amiga que he tenido nunca, y me ha apoyado mucho en mi adolescencia y en mi adultez ahora.

Mirando al pasado, me doy cuenta de quienes estuvieron y quienes no estuvieron en mis malos momentos, y me doy cuenta de que pocas personas estuvieron realmente a mi lado en mi proceso de recuperar mi salud mental. Mi padre, Paula y Aiden, son los únicos que realmente estuvieron ahí día y noche sujetando los pedazos descosidos de mi corazón para luego, cuando ya estuviera mentalmente bien, volver a coserlos entre todos.

Pedazo a pedazo, costura a costura.

Mis libros se hicieron conocidos en todo el mundo, y todo el mundo supo de la historia —no tan ficticia— de Anais.

Mi segundo libro —aquel que publiqué con mi primera editorial—, se ha traducido ya en tres idiomas;  inglés, francés y italiano.

La gente ahora conoce la historia de quien soy, lo que he pasado y como he recuperado mi mente, corazón y alma de las oscuridades.

Mi hija nació a los pocos días de que Aiden y yo nos casáramos, y se llamó Selene, como la diosa de la luna de la mitología griega. Aquella diosa que tanto le importaba a Aiden y a la que Aiden rezó esa noche cuando era adolescente  para conocer a lo que llaman "alma gemela"

Y mira tú qué cosas, me conoció a mí. Así que como agradecimiento Aiden quiso ponerle a nuestra hija "Selene" que también significa "luz de luna"

No tengo muy claro si existe un dios o varios, o si simplemente es cosa del universo en general todo lo que nos pasa. Creo que son pensamientos que nunca podré tener claros del todo.

Pero sea como sea, a quien sea que esté ahí arriba, le estoy agradecida por haberme dado la oportunidad de salvar mi vida. Y por mandarme a personas que me han ayudado a no rendirme.

Y a ti, que estás leyendo esto, que estás conociendo mi historia. Te digo una cosa; Lo estás haciendo bien, sigue luchando. Sigue sobreviviendo. Vuelve a brillar. Vuelve a ser tú mismo.

Y no dejes que nadie apague tu brillo.

Con amor; Ana