La Guerra Final Y El Inicio De Una Nueva Vida

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Despierto, estoy aturdido, no sé cuanto tiempo estuve inconsciente sin despertar, escucho voces lejanas, no reconozco en que lengua hablan, miro a mi alrededor y no hay nadie solo sombras de la habitación, la voces no parecen provenir de ningún lado, solo de mi cabeza que aún da vueltas, mi cuerpo está frío, los murmullos hacen eco, los reconozco son los mismo de aquel día que conocí a mi bruja y hacen remover algo en mi interior, en mi pecho y me arde.

Se viene a mi mente que estando inconsciente en ese sueño aletargado, he escuchado la voz de mi hermana y de mi padre, pero la que más me llamaba era la de Freyja, que muy a lejos la escuché decir entre lágrimas que no quería perderme y quedarse sola nuevamente. Tambien recordé que ella me dio a beber de su sangre antes de que su fuego nos abrazara, sentí que muchas veces me alejaba, pero el sabor de su sangre me volvía a traer nuevamente de la oscuridad que me llamaba, sentí que mi muerte era inminente, aquella espada había atravesado mi corazón, era la espada sagrada de un Templario, dejé de escuchar las voces, y recordé que en la oscuridad se hizo presente una ráfaga de luz muy brillante, la luz se acercó y una figura femina, cubierta con una túnica blanca apareció frente a mí. El recuerdo de haber preguntado y hablado con ella, revuelve mis piensamientos...

—¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Tú eres la Diosa Lilith que viene a visitarme en mi profundo pesar y llevarme al otro lado para que deje en paz a una de tus brujas?

—¡No!, no soy Lilith, ella solo se presenta ante sus brujas antes de ser convertidas en Strigas, nunca se presentaría ante ti vampiro, aunque tienes su aprobación, no lo haría.

¡Soy Selene la madre de Freyja, y vine a llevarte de vuelta ante mi hija!, recibirás algo que nunca nadie ha logrado tener, aprovéchalo con sabiduría y la convicción de que eres el elegido para comandar y dirigir los 5 Clanes, tú y Freyja, cuidándose y protegiéndose uno al otro.

Aquella mujer murmurando palabras antiguas, frotó sus manos y las abrió como abanico sobre su cabeza, en ellas se podía ver una llama intensa que salía de ellas, recostó su mano derecha sobre la herida sin sanar que tenía en mi pecho y aquel fuego ardía hacia adentro, mi corazón cerró el corte de la espada, mi sangre hervía, recorriendo mi torrente sanguíneo, mi cuerpo ya no sentía el frío de la muerte, ni el frío vampírico que años llevaba, mi pecho cura su herida, y antes de retirar su mano me toma por la cabeza arrimándose a mi oído y susurrándo:

—Ahora tú y ella tienen el mismo don, cuando despiertes descubrirás de que se trata, reclámala como tu lánúim una vez más y ya nada ni nadie los podrá separar.

La mujer desaparece y con un despertar abrupto sentando en aquella cama, que no eran mis aposentos, aún estaba en la casa de Lebrón, mi pecho ardía y desgarré mi prenda para ver mi herida y en su lugar tenía grabado como tatuaje, el círculo con runas y la estrella de 5 puntas de las brujas y 5 los clanes.

Freyja estaba en la habitación invocando el mismo aquelarre que me hizo llegar a ella aquella noche, con su cuerpo totalmente desnudo, ella me llamaba con su mirada y sus insinuados movimientos, me incorporé para dirigirme a ella y solo le dije:

—¡Yo te reclamo como mi lánúim, tú eres mía!

La tomé en brazos, la tendí sobre la cama, puse sus manos sobre su cabeza y sujetándolas, acerté una mordaz mordida en su cuello, mientras bebía de ella, cada estocada de mi hombría entre sus piernas la hacía suspirar y gemir, los jadeos cada vez eran más y más intensos, la humedad brotaba como cascada desde su interior, entre gemido y jadeos donde la respiración se entrecorta la miro a sus ojos y le digo:

—¡Dime que eres mía y que yo soy tuyo!, encendamos el fuego del infierno y hagamos que ardan los demonios que llevamos dentro, reclamemos lo que es nuestro.

En ese momento la explosión de nuestros cuerpos se hizo notar en un orgasmo de fuego que nos envolvía, ella reclamándome y a la vez diciéndome que era solo mía.

La luz del día nos abrazó a ambos, entraba por doquier por las ventanas sin cortinas de aquella precaria habitación, ella las había quitado para el aquelarre con la luna, y en ese momento entendí de que se trataba lo que me había dicho aquella bruja y porqué el símbolo en mi pecho a la altura del corazón, ya podría caminar tanto en la oscuridad como a la luz del sol, un don que podríamos aprovechar para acercarnos a Baphomet y su guarida sin que él lo notara o sospechara…

Estaba repasando todo lo que había sucedido en aquel lugar donde nos emboscaron, mi mente atribulada por casi perder a Yuliano, lo que había bebido me había despertado un amor por ese maldito colmillos que me hacía sentir tan extraña, todos se estaban preparando para la batalla final, entonces lo vi…

Él me miraba con sus ojos rojos fijamente en mi mirada violácea, como tratando de entrar dentro de mí, en su pecho ahora habían grabados en carne viva signos igual que los que yo llevaba en mi espalda y que aun me ardían, en ellos los símbolos de los cinco clanes. Yuliano despierta en mí sensaciones nuevas, un sentimiento que me recorre cada terminación nerviosa, lo deseo tanto, que siempre necesito más de él, cuando su mirada se posa en mí, cuando me hace suya infinidades de veces, hasta hacerme sentir en una mezcla de fuego que prende todo a su paso, pero siento que es tan difícil nuestra historia, tantos secretos agotan mi mente, siento un cúmulo de pensamientos oscuros, ganas de huir, pero al mismo tiempo tanta responsabilidad con mis brujas.

Pensar en aquella reunión me daba escalofríos, sabía que ahí estaría ese hombre que decía ser mi padre, entonces al asomarme como una ladrona pude divisar a todos los Daeva estaban esperándonos a cierta distancia, en el salón donde muchas veces se hicieron misas negras, pero los brujos habíamos querido un lugar neutral para la reunión, comenzaría la reunión de los Dragones Mayores, ahí estaban los líderes de los cinco clanes, Montreal un hombre enorme, con sus ojos enormes, y todo su brazo lleno de símbolos, Daviad vestido de blanco, había escuchado que era un vampiro conectado con la sanación de piedras, Dioselina, imponente, rubia, una vampira de una fuerza arrolladora, Laurens, una hermosa morena delgada, llevaba un vestido ajustado, al menos no sería la única de vestido corto, y Yuliano quien con esa túnica se veía tan apetecible. Entonces caminó hacia mí antes que saliera de aquella habitación, hace unas horas me había tomado, me había hecho suya, y yo en mi afán de que sintiera mi dominio sobre él, lo besé, sus manos quisieron tocarme pero lo detuve en seco, le hice una seña, que se sentara en el mueble que estaba situado en la habitación, él sonrió malévolamente, entonces me acerqué para revelar su hombría sentándome arriba de Yuliano, mordí su labio inferior hasta hacerlo sangrar, lanzó un quejido de éxtasis y dolor, lamí la sangre, y subí mi vestido rojo para darle entrada a mi interior, su gruesa virilidad entraba en mi gruta, húmeda, resbaladiza, y así fui llenándome de su intromisión, empecé a darle sentones suaves, y luego circulares, un medio circulo a la derecha y el otro a la izquierda, bajaba los tirantes de mi vestido y tomaba mis senos con su boca, estaba eufórica por ese hombre, y entonces volví a sentir ese fuego que nos envolvía, un orgasmo llegaba, mientras más rápido me movía, Yuliano echó su cuello hacia atrás, y entonces bebí de él, me levanté y le dije:

—Quiero que me sodomices, que me llenes de ti completamente, ven, tómame colmillos. —Él sonrió, y se acercó a mí para voltearme de una, arrancó mi vestido con lo bello que me quedaba, y entonces…

Abrió mis glúteos, y empecé a sentir su lengua hurgando en mi orificio anal, una cópula infernal me hacía desear más dolor, entonces su gruesa masculinidad fue entrando, él agarraba mis caderas, y un sudor recorría mi frente, cada vez que iba entrando a profundidad yo daba un grito de dolor con placer, entonces empezó a moverse, mi trasero había sido embestidp por esa cosota tan rica que tenía mi vampiro, él rugía como un animal, me jalaba del cabello con fuerza, y entonces se derramó dentro de mi trasero, nuestro sexo era bestial. Empezamos a arreglarnos para la reunión, me coloque un vestido negro, con una abertura en la parte derecha, un escote profundo, me recogí el cabello en una coleta alta, me coloqué un collar que me había traído Lebrón, decía que era un regalo de Lilith para este día… Mi madre y sus juegos, Yuliano en cambio estaba vestido de una manta negra con orillas rojas de rubí, se veía tan apuesto que me daban ganas de volver a tenerlo, en ese momento tocaron la puerta… Al abrir estaba él, con sus ojos violetas, mirándome.

—Debo hablar contigo, mi iníon (Hija) Explicarte por qué no estuve a tu lado, contarte de tu hermano menor. Solo tenemos unos minutos antes de la reunión.

En ese momento recordé que Selene, mi madre, había estado embarazada antes de mí, lo supe el día que mis recuerdos despertaron, supongo que ese pelirrojo de la batalla era mi hermano, el que me había salvado de ser asesinada por Bhapomet. ¿Por qué todos dijeron que estaban muertos?

—Espero que tengas una buena explicación, crecí pensando que era hija de un demonio, todos diciendo que eras un monstruo, me hacían de lado sabiendo que era una hija de dos vampiros, tú eres el culpable de mi desdicha, ¡cuando necesité de ti no estuviste! ¡Y ahora vienes tan tranquilo a llamarme hijaa! ¡¿Por qué soy una bruja si ustedes dos eran vampiros?! —No sé en qué momento me quebré y empecé a golpear su pecho, mientras él solo aguantaba, lloré por los malditos años sin él, por todo lo que viví creyendo que mi padre no me había querido, lloré por las veces que recibí humillaciones por ser la hija de una bruja.

—No tengo perdón, lo sé, pero tengo una razón, cuando Marcus creyó habernos asesinado, un manto de luz nos llevó, despertamos en un lugar distinto, una mujer decía que debíamos estar lejos, que estarías bien, esa Diosa, ella sabía de tu linaje, tú eras la sucesora de Damiana, la madre de Selene, yo estaba brutalmente herido, por un tiempo estuve inconsciente, pensando que te habían matado con Maryeline, y entonces un sueño profundo nos embargó a Damián y a mí, tu madre no pudo sobrevivir, hace meses despertamos, empezamos a preparar nuestro regreso al Clan, y entonces te vi… Tus ojos, los mismos de tu madre, de tu hermano, pero tú eres la elegida por los dioses para terminar esta guerra, perdóname por no estar estos años, por todos los horrores que viviste, perdóname porque te he amado cada día de mi vida, iníon.

—¿Porqué Lilit no me dijo nada? Tantos años de soledad, de dolor, me privaron de mi familia solo por un designio de mi madre, ¿Qué más es lo que se me oculta? ¿Por qué tuviste que aparecer? —Yuliano me miró y me dijo mentalmente, que dejara de insultar a mi padre, que le debía respeto.

—La diosa de las brujas, ella maneja todos los hilos de los Templarios, de muchos clanes, sabe cómo y a dónde debe ir, por ello te buscó, viviste muchos horrores, es algo que no me perdono, pero quiero recuperar esos años. —Me miró de una forma que me hacía sentir segura, pero tenía tanto resentimiento por siempre haber pensando que no tenía familia.

—Quiero la cabeza de Bhapomet, que me pague por cada humillación, por manipularme y matar a mi madre Maryeline, porque siempre estuvo a mi lado, a mi abuela que sin saberlo estuvo al lado mío, quiero verlo muerto. —Mi padre me miró con orgullo, mientras una voz nos sacó de aquella conversación entre ambos.

—Padre, debemos estar en la reunión, y tú, Frey, debes cambiarte, es el momento en que debes estar con los vampiros. —Entonces respondí.

—Ni tú ni nadie me dice en que bando estar, soy una bruja, siempre será así, y ya estoy cambiada.—El pelirrojo sonrío con orgullo, al parecer le gustaba contradecirme o buscar que sacara mi carácter.

—No quiero decirte qué hacer, pero te recuerdo que reclamaste al vampiro y eso te convierte en una de nosotros, ahora tus sellos de bruja, de los clanes, dibujados en tu espalda muestran la unión de las dos razas, tienes un deber, y a ese no puedes escapar.

En ese momento salieron de la habitación, terminé de arreglarme, me puse unas botas rojas, con el vestido negro que ya llevaba puesto, mi cabello suelto, y entonces al llegar a la reunión antes de la batalla, había una mujer en el centro, esa mujer era ella, la que había oficiado toda esta guerra, y darnos una ventaja, que estaba a punto de revelarse, era mi madre,  Lilit, aunque la rabia se iba a apoderar de mí, cuando supiera todo lo que había hecho para que todos llegáramos a la guerra final…En unas horas todo empezaría.


Llegamos a la reunión, estaban todos los lideres de los clanes, los Dragones Mayores, los guerreros mas fieles de los Daeva y ella, la que orquestaba todo esto, desde los viejos tiempos, estaba de pie ante la Diosa más poderosa de todas, la primera de todas, la que llevaba la perversión como estandarte y la lujuria como arma más poderosa y la libertad del pensamiento como armadura. La reunión comienza, un silencio sepulcral se hacia presente todos mirándola a ella esperando que rompiera el silencio y nos diera la razón para estar allí, silenció, frío, intriga, miradas atentas y que se cruzaban, hasta que descubre su rostro, retirando de su cabeza la capucha de la túnica blanca que llevaba, rubia, imponente, ojos azules, y rompe diciendo:

—Cinco brujas convertidas, 5 templarios convertidos, destinados a unirse para salvaguardar la seguridad de un clan, ellas son el orden de todo, las que equilibran la balanza del destino de la humanidad, sin ellas no hay cielo ni infierno, pero como nada en este mundo esta escrito de que debe ser como es, la mala fortuna le llegó a tocar la puerta a Sarah, ella era el destino de Markus, solo que, en una noche oscura los mortales llegan irrumpiendo sus aposentos y llevándosela a las afueras del pueblo, toman su vida poniendo una soga en su cuello y dejando su cuerpo colgando de un árbol, para que todo aquel que pasara viera que ya había empezado la caza de brujas. El dolor, la angustia y desolación se apoderó de todo el amor que Markus llevaba dentro, eso se convirtió en ira y venganza, cazando a todo quién se interpuso en su camino, segado por todo el dolor no escuchó razones, cuando Arturo y Viktor se opusieron a lo que hacía, en una feroz batalla toma la vida de Viktor, su hermano y lo deja mal herido, a Arturo y de igual forma a Damián, a los cuales oculté hasta ahora. Frey la interrumpe

—¿Qué hice yo para merecer todo el desprecio y los malos tragos que he pasado, y que pusieras a ese demonio a cargo de mi cuidado? 

—El fue el culpable de que quedaras sola, por esa razón debí cuidar de ti, el sabía que cuando crecieras tu serías la elegida para ser la bruja mayor de las Strigas y sabía que si el se unía a ti mediante la lujuriosa unión de la Luna Nera, ¡él!, sería el regente de los cinco clanes de vampiros.
Ahora como tu aquelarre de aquella noche, llamó a quien el destino te tenía ya predeterminado y no era él, sino que es quien tienes a tu lado, todo volvió a empezar, ahora es su deber acabar con esto y volver a restaurar el equilibrio, pero mientras Markus siga vivo no será posible, deben acabar con él, pero para eso tienen que trabajar juntos los cinco clanes de vampiros y ustedes dos para que puedan llegar a donde está, y debes ser tu Freija quien debe quitarle su vida y para eso necesitaras, ¡esto!, el amuleto de bruja mayor Striga, es el amuleto de luz de Selene, tu madre.

El llamado de la bruja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora