❝Lennox Dolatte era un amargo con gusto por el dinero y asco por los dulces y chocolates.
Willy Wonka quedó maravillado con el negocio de Lennox. Incluso con lo amargo de sus dulces y chocolates, le pidió ayuda.
¿Que sería de dos hombres los cuale...
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❝love is everywhere and if the world doesn't want to see it, force it❞
chapter two.
recordatorio de comentar o hago a Lennox hetero. 😾
Cuando Willy entró en su habitación de hotel, devastado por el reciente giro de los acontecimientos en las Galerías Gourmet, no pudo evitar sentir una pesada carga sobre él.
La decepción que nublaba sus pensamientos se convirtió en desesperación cuando le entregó la moneda que Lennox le había prestado a regañadientes para pagar su alojamiento.
Sin embargo, la escena rápidamente dio un giro sombrío cuando la señora Fregoso del hotel reveló el verdadero alcance de la deuda que tenía Willy. La conmoción se registró en su rostro cuando supo que no sólo tenía que devolver la cantidad inicial sino también 10.000 monedas adicionales. Su corazón se hundió, el peso de su situación aplastando su espíritu.
—¡No tengo diez mil monedas!
—Tenemos un problema, señor Wonka.—dijo Lejía.
—Tendrá que trabajar en la lavandería para pagar, una moneda por día.—continuó la señora Fregoso.
—¡¿Diez mil días?!—Wonka exclamó.
—Veintisiete años, cuatro meses y diecisies días.
El corazón de Willy se hundió cuando aterrizó en medio del montón de ropa sucia, su entorno era un desastre de ropa sin lavar. Una mezcla de resignación e indignación lo invadió al ver a los otros trabajadores trabajando arduamente en el sucio entorno.
Se puso de pie y se quitó el polvo de la ropa, con una nueva determinación en el rostro.
La realidad de su situación lo golpeó como un maremoto, casi asfixiándolo. Lo habían engañado y su confianza se hizo añicos en un instante. Y ahora, para saldar su astronómica deuda, tendría que trabajar en la humilde lavandería del hotel, ganando una simple moneda cada día. La magnitud de la tarea que tenía por delante parecía insuperable, al extenderse ante él durante diez mil largos y arduos días.
—Debe ser el señor Wonka.
—¿Quienes son ustedes?
Willy estaba entre el grupo de trabajadores y sus nombres resonaban en sus oídos mientras se presentaban. No pudo evitar contraer su rostro en una mezcla de curiosidad y leve desdén, una demostración que no pasó desapercibida para los demás.
—También los atraparon, ¿no es así?—murmuró Willy, su tono era educado pero con una pizca de sarcasmo filtrándose a través de él.
—Eso me temo, todos nos vimos en la necesidad de pagar un hospedaje y omitimos leer la letra pequeña. Venga señor Wonka, a usted le toca esta pila de ropa.
