Piensa en la biblia

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Izuku jamás se había sentido tan avergonzado en toda su vida. No solo no había conseguido ordeñar a Lucy, sino que la poca leche que había logrado obtener, la arrojó encima de Bakugou, mientras intentaba sacarse de encima un grillo asesino que decidió saltar directo a su nariz. 

Ni siquiera pudo ver al chico a los ojos cuando corrió lejos del establo. ¿Cómo se suponía que podría hacerlo? Y para empeorar las cosas, Bakugou ahora tocaba la puerta de su habitación como un energúmeno. Izuku miró la puerta, luego la ventana, ¿qué era partirse el cuello en comparación con ahorrarse la vergüenza?

Quizás si no hacía ningún ruido…

—Izuku, abre la puerta de una maldita vez, sé que estás ahí.

Izuku suspiró resignado. Parecía inútil. Quizás Bakugou solo le soltaría un par de insultos y luego le diría que no quería volver a verlo. Podría soportarlo, después de todo, eran solo desconocidos. Le dolería un poco, pero con el tiempo lo superaría. Además, también tenía que disculparse por el accidente. No importaba que Bakugou fuera el capataz y tuviera años de experiencia en el campo, Izuku dudaba que alguien disfrutara estar empapado de leche tibia de vaca.

Izuku abrió la puerta.

—Escucha, de verdad lo siento…

Bakugou lo miró perplejo, y en ese momento, el cerebro de Izuku dejó de funcionar por enésima vez ese día. ¿Por qué Bakugou estaba vestido de esa manera? Llevaba una camisa azul oscuro con botones, que se ajustaba de forma perfecta a su espalda ancha y musculosa, unos vaqueros rasgados que delataban sus piernas fornidas y botas marrones pulcras. Su cabello caía desordenado, y eso solo le daba un aire salvaje que agitaba el corazón de Izuku de una manera peligrosa. Y su aroma… La piel de Bakugou desprendía una esencia terrosa, parecía como si estuviera listo para una cita.

Izuku iba a decir algo, pero Bakugou entró a su habitación como una bomba.

—¿Por qué mierda no estás listo? —Bakugou lo miró y alzó una ceja.

—¿Listo? —repitió Izuku perplejo.

Bakugou resopló.

—Perdiste la apuesta, pecoso. ¿O estabas pensando en escabullirte?

—No, bueno, es que…

—Ya olvida tu encuentro con un inofensivo bicho y cámbiate, iremos por esas cachapas y un par de cervezas. Dios sabe que las necesito.

Izuku pestañeó perplejo.

—¿Quieres salir? ¿Conmigo?

—¿Hay alguien más aquí?

—Bueno, no, es solo que…

—Escucha, sé que fui un poco duro contigo, quizás el campo no sea lo tuyo y eso está bien. Así que solo hagamos borrón y cuenta nueva. ¿Estás de acuerdo?

Izuku lo miró. Los ojos de Bakugou se veían sinceros y no parecía que intentaba jugar con él.

—¿No estás molesto?

—Si estuviera molesto tu cuerpo estaría alimentando a los caimanes, así que no, no estoy molesto. Ahora mueve tu culo, el camino es largo y no quiero que regresemos tarde.

Izuku ni siquiera tuvo tiempo de responder cuando Bakugou ya lo había dejado solo en la habitación.

***

El camino hacia el pueblo resultó un tanto incómodo. Izuku se sentía inseguro sobre qué decir, y al menos agradeció que Bakugou encendiera el equipo de sonido, ya que el silencio, por paradójico que fuera, resultaba ensordecedor.

El Coplero del Amor [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora