Una cabaña

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Me adentre en los arbusto tratando de perder a los chicos de vista, pero aun escuchaba sus pasos cerca y cada vez mas cerca de mi, las ramas y diversas cosas crujian bajo nuestras pisadas y solo podia escuchar el desenfrenado latir de mi corazon en mis odios.  Las pisadas se detuvieron un instantes mientras revisaban la zona, mi respiración irregular podia delatarme en cualquier momento por lo que trate de tapar mi boca con una mano para controlar los sollozos.

-¿Dónde esta?-Escuche que pregunto George en un susurro bajo.

-No lo se, no la veo-. Respondió James, mordí mi lengua para no llorar pero me fue inevitable no hipar- aunque ya no se escuchan pasos- concluyo caminando cada vez mas cerca de donde estaba. El silencio que siguió me helo la sangre y perdí el foco de todo concentrando mi mirada aturdida en la nada.

-George, James- Dijo Barrueco apareciendo en escena- déjenla, no llegara muy lejos. De todas formas Daniel atrapo a la bonita.

-Y delgada- complemento George. Escuche como alguno daba una patada contra la tierra alzándola en mi dirección y luego las pisadas alejarse. Conté hasta 200 antes de moverme de lugar. Camine en sentido opuesto de donde venia, o de donde creí que venia y en medio de todo, cuando ya me daba por muerta, vi una cabaña, rezándole a todos los santos que conocía fui en su dirección pidiendo que no fuera una cabaña con los restantes 26. Una vez en ella abrí la puerta empujando todo mi peso en su dirección y cedió con tanta facilidad que me tumbo dentro con una caída libre, estrelle mi mejilla contra la madera del suelo pero en segundos me recompuse cerrando la puerta y apoyándome contra esta para evitar así que cualquiera la pueda abrir, cerré los ojos con fuerza tomando aire y al abrirlos encontré una cantidad impresionante de chicos, a diferencia de los previamente mencionados estos eran sus polos opuestos. No había ninguno que dejara ver los prominentes músculos muy bien trabajados, o una cara bonita, alguna sonrisa baja bragas o incluso la confianza suficiente para hablar con una chica como yo.

-Disculpa, ¿te perdiste?- Pregunto un señor parado en lo que parecía ser una tarima improvisada.

-Esta sangrando- chillo un chico en un susurro mientras iba perdiendo la voz sin apartar la mirada de mi, lleve mi mano a mi mejilla y la retire al sentir el ardor que causo el contacto.

-¿Te encuentras bien?- Volvió a preguntar el señor llamando mi atención. Lo fui perdiendo de foco mientras veía como mis ojos se aguaban y las lagrimas amenazaban con empezar a caer una tras otra de nuevo.

-¡Oh no! ¡VA A LLORAR!- Grito otro chico que no aparentaba tener mas de 12 años, alguien me sostuvo a centimetros de tocar el suelo por segunda vez.

La cabaña que había visto en un momento de angustia resulto ser el salón de reuniones de un campamento. Eso era lo único que había procesado mi subconsciente luego de que alguno de los guías le hubiera dado una cobija a Eoin ,el señor sobre la tarima, para taparme con ella.

-Quiero ir a mi casa- fue lo único que salió de mis labios luego de la larga esperar.

-¿Dónde vives?- Pregunto con cautela manteniendo las distancias. Mantuve el silencio, no confiaba en nadie-. Si prefieres, puedes llamar a tu casa, avisar que ya vas para allá, si te sirve de algo puedes dar las placas o pedir que te recojan, si prefieres-. Ofreció tendiéndome su celular. Lo tome nerviosa y marque como pude el numero de Alice. Me respondió al tercer timbre.

-¿Ola? ¿Quien es?- Pregunto adormilada. Negué con la cabeza aunque era consiente de que no podía verme-. ¿Caroline? Por favor Caroline háblame si eres tu, ¿estas borracha?

-Mami, ven por mi- lloriquee contra el teléfono tomándolo con ambas manos como si alguien fuera a quitármelo en cualquier momento.

-¿Estas bien? ¿Estas herida? ¿Qué pasa Caroline?- pregunto angustiada mientras escuchaba como tomaba sus llaves y luego como cerraba la puerta-. ¿Dónde estas mi niña? ¿Y Amanda?- Con solo escuchar su nombre rompí en llanto de nuevo sintiéndome traicionada por mi supuesta nueva mejor amiga que no duro mas que un día-. Caroline, linda cálmate, mami va en camino, dame indicaciones de donde estas, una dirección algo, mi niña por favor- escuche suplicar a mi madre antes del hipar característico que me avisaba como en cualquier momento rompería en llanto como yo.

Una rubia para el veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora