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Capitulo 5.- [Parte I]
                                
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@jeonjungkook
24 de Septiembre
Papá y mamá todavía no han llegado, de modo que aprovecho estos minutos para escribir algunas líneas. Estoy en una encrucijada. Taehyung me gusta de verdad, pero detesto que crea que soy una persona que en realidad no soy. Quizás deba confesar la razón por la cual trabajo en Lavender House. Pero…tal vez no. Por otra parte, no quiero que piense que estoy mintiendo… O sea, no se puede decir que estoy mintiendo exactamente cuándo lo único que he hecho es omitir explicar un asunto personal. ¿Será así? Oh, ¿A quién trato de engañar? El que calla otorga, de modo que estoy mintiendo de todas maneras .Sin embargo, me gusta mucho.
Al lado de taehyung, Yoongi parece un chiquilín. Y no porque no sea agradable. Lo es. Pero lo máximo que ha hecho en su vida laboralmente hablando, es formar parte de la tripulación en el yate de su primo. Creo que voy a esperar a que taehyung y yo nos conozcamos un poco más antes de revelarle toda la verdad. ¿Porqué la vida es tan complicada? Por fin conozco a un tipo increíble, y termino metido en un lío.

— ¡jungkook! — gritó su madre desde abajo —, ya llegamos, baja tu padre quiere hablar contigo.

Jungkook frunció el entrecejo. Aquellas palabras sonaron ominosas. Arrojó su celular en un cajón bajó corriendo.

— Hola ¿Qué tal el club? — preguntó al entrar en el living. Su padre estaba parado, y la madre sentada en el sillón.

— Muy bueno — respondió el padre — ¿Qué tal la biblioteca?

―Oh, Santo Dios — pensó jungkook — me pescaron cenando con taehyung — Oh, bien. Terminé el resumen del libro y tomé algunas notas para mi examen de historia.

— Bien — su padre se dirigió al sofá para sentarse junto a su esposa — Nos gustaría hablar contigo.

— ¿Acerca de qué? — preguntó jungkook.

— Acerca de ese lugar en el que estás trabajando. Lavender House. — Hizo una pausa — Jungkook, ese no es un hogar de ancianos.  Joe Martell está en el directorio y me dijo que es un hogar para enfermos terminales.

Decidió hacerse el tonto

— ¿Y?

— ¡Y! ¿Es todo lo que tienes que decir? — Protestó su madre — Estás trabajando en un hogar para enfermos terminales y ni siquiera nos has avisado.

— No me pareció importante. No encuentro demasiadas diferencias entre un hogar para ancianos y un hogar para enfermos terminales.

— ¡Que no hay demasiada diferencia! — meneó la cabeza — No seas ridículo. La gente va a esos establecimientos a morir.

— También se mueren en los hogares de ancianos.

— Pero muchos siguen viviendo — Refunfuñó la señora— Tienes diecisiete años. La gente del Departamento de Libertad Condicional no tiene derecho a confinarte en un lugar así. Podría ser terriblemente perjudicial para tu salud emocional.

Decidió recurrir a otra táctica.

— Por tu actitud, parecería que yo soy el culpable de eso. — dijo a la defensiva — Si mal no recuerdo, hace pocos días tú y papá opinaban que yo me merecía el peor de los castigos. ¿A qué viene tanto escándalo ahora?

Sus padres intercambiaron miradas de culpa.

— Sea cual fuere la impresión que te llevaste en ese momento — Acotó su padre por fin — De haber sabido que Lavender House era un hogar para enfermos terminales y no un simple geriátrico, habría removido cielo y tierra para obligar al Departamento de Libertad Condicional a que te transfiriera.

— Tú estabas conmigo cuando dictaron la sentencia — señaló Jungkook.

— Oh, lo hecho, hecho está. — Comentó la mama de inmediato. — La cuestión es que un hogar para enfermos terminales no es un sitio apropiado para un chico de diecisiete años.

— Pero, mamá — se esforzó por mantener un tono sereno — me gusta trabajar allí.

— Poco me importa si te gusta a o no — Se levantó del sillón de un salto y comenzó a caminar de aquí para allá por el living. — a tu edad es poco saludable estar expuesto a la muerte en forma permanente. Vaya, sólo mírate al espejo.

— No veo nada malo en mí.

— Pero te ha afectado — se detuvo, se dio vuelta de repente y miró ceñuda a su hijo — Mírate. No te alimentas bien, estas deprimido, y vaya a saber que enfermedades corres el riesgo de contraer en ese lugar.

— Debo reconocer que en un principio estaba bastante deprimido— comenzó con cautela — pero, por sobre todas las cosas, fue por el hecho de que me hubieran arrestado. Mi fastidio no tenía nada que ver con el lugar en sí.

— ¿Tienen pacientes con sida allí? — preguntó su padre mirándolo a los ojos.

Jungkook no se animó a mentir. Le habría muy fácil averiguarlo.

— Un par. Pero yo casi no tengo contacto con ellos.

— ¿Qué quieres decir con eso de ―casi?

— Que ni siquiera los veo muy seguido — respondió  con franqueza — Por lo general están durmiendo cuando yo llego.

— ¿Tienes algún contacto con sus fluidos corporales?

El chico suspiró. Papá estaba dispuesto a jugar al abogado.

— No — primera mentirilla. Aunque, en realidad no era una mentira en el estricto orden de la palabra. Refregar unos cuantos inodoros y lavabos no era estar en contacto con los fluidos corporales de los pacientes. Además no quería cumplir su servicio comunitario en otra parte. Y si dejaba Lavender House, no volvería a ver a taehyung, ni a Polly, ni a Jimin. — Mira todo lo que hago es preparar las bandejas con la cena, algunas tareas domésticas, y visitar algunos pacientes. Sólo hay uno o dos casos de sida y esas personas están tan deterioradas, que pasan la mayor parte del tiempo en cama.

— Pero sigue siendo un hogar para enfermos terminales. — Vociferó la madre — Y no creo que te corresponda estar en ese sitio. No está bien. No es saludable.

— Cálmate querida — susurró su padre — Todo saldrá bien. Si notamos que ese sitio empieza a alterar la salud mental de nuestro hijo, tomaré cartas en el asunto. Tengo conexiones en la comunidad legal de esta ciudad.

— ¿Y qué significa eso? — preguntó Jungkook.

—Significa que podríamos conseguir que cumplas tus servicios comunitarios en otra parte, en el Hospital Municipal, por ejemplo: Lo miraba a los ojos mientras hablaba.

— Pero yo no quiero trabajar allí — protestó — Allí hay muchos voluntarios. Todas las adolescentes bobas del Landsdale High trabajan allí para poder coquetear con los pacientes. Lo último que necesitan es otro voluntario.

— Ése no es el caso — interpuso su madre.

— Te sientes muy comprometido a seguir trabajando en Lavender House — observó su padre, muy serio — ¿Porqué?

Jungkook estaba desesperado por hacer entrar en razón a sus padres.

— Porque por primera vez en mi vida siento que estoy haciendo algo útil, que no sea ocuparme exclusivamente de mí. De acuerdo, sólo doblo sábanas, preparo bandejas con comida, y leo para algunos pacientes, pero eso es todo lo que tiene esta gente. — Arguyó — Hacer servicios comunitarios significa saldar una deuda. Estoy haciendo cosas que no tienen nada que ver con preocuparme por la popularidad que me he ganado en la escuela o por lograr calificaciones muy altas que me permitan ingresar a una buena universidad.

— A tu edad — se opuso su padre — me parece importante que te preocupes por tus calificaciones.

— No con exclusividad — replicó jungkook. Estaba azorado. No podía creer que estuviera discutiendo con su padre de igual a igual. Pero la situación era importante para el, mucho más de lo que imaginaba. La idea de no volver a ver a sus amigos lo hacía sentir descompuesto. —Ah, papá…Además, me gusta trabajar en Lavender House. Desde que llegué nadie ha muerto.

— Está bien, está bien — Alzó la mano pidiendo silencio — No quiero decir que ya mismo vaya a hacer algo.

— Pero— interrumpió su esposa.

— Escucha — continuó con serenidad — Es la primera vez que oigo a nuestro hijo implorar con tanta pasión por algo que no sea un par de zapatos nuevos o un viaje a Palm Springs con sus amigos. Realmente estoy asombrado.

— Gracias papá.

Jungkook estuvo preocupado toda la noche.

El lunes por la mañana, durante el desayuno, se sirvió cereales. Una vez en el colegio, olvidó todos sus problemas y se concentro en los estudios. Si bajaba las calificaciones, sus padres lo utilizarían como excusa para trasladarlo. Leyó los apuntes de inglés en el autobús, camino al Hogar.
Cuando entró en la cafetería, taehyung lo aguardaba con un vaso de Coca en la mano.

— Hola. ¿Cómo estás?

— Bien — mintió, y fabricó una sonrisa —. ¿Diste tu examen?

Taehyung asintió, observándolo con detenimiento. — ¿De veras estás bien? Te noto preocupado.
El lo miró, atónito

— ¿Cómo te diste cuenta? Entré aquí sonriendo como una hiena
Taehyung soltó una carcajada.
—Tal vez reías con los labios, pero no con los ojos. ¿Qué pasa? Jungkook debatió en silencio si convenía o no confesarle la verdad.

— Oh, sólo un altercado con mis padres — contestó, y apuró un sorbo de Coca —. El hecho de que trabaje tantas horas como voluntario en el Hogar no los hace saltar de alegría ni mucho menos. —Tal vez tengan razón. Jungkook alzó la vista de inmediato. —Oye, se supone que debes estar de mi lado, ¿no?

— Lo estoy — se defendió él —. Pero hablemos claro: pasas horas muchas horas allí. ¿Tus padres se molestaron porque bajaron tus calificaciones, tal vez?

— Mis notas son buenas. — A medida que pasaban los minutos.

— Listo el pedido — gritó el cocinero. Taehyung sonrió y fue a retirar la bandeja.

Después no tuvieron tiempo para seguir hablando. Jungkook terminó su bebida, lo saludó con la mano y se fue.  Cuando entró en el Hogar, encontró a la señora Duran sentada detrás del escritorio. Estaba tan absorta en su tarea, que ni siquiera levantó la cabeza para mirarlo. Jungkook tuvo que carraspear para llamar su atención.

— Oh. — Sobresaltada, le sonrió. — Hola. No oí que se abriera la puerta.

— Parece muy concentrada en su trabajo. — jungkook dejó su mochila en el piso.

— Estoy preparando el folleto.

— ¿Folleto?

— Para nuestra exhibición a puertas abiertas. — Meneó la cabeza y se quitó los anteojos — Solemos organizar una todos los años y siempre choco contra el mismo obstáculo: no tengo la menor idea de lo que debe decirse para lograr que la comunidad venga a visitarnos. Algunas no somos muy talentosas con las palabras... ni como dibujantes, ni tenemos la inventiva necesaria para conseguir que la gente no tire el folleto a la basura sin molestarse en leerlo primero.

— ¿Por qué hacen estas muestras? — preguntó jungkook. Era obvio que la presencia de tanta gente recorriendo el lugar perturbaría a los pacientes y traería toda clase de inconvenientes.

— Para recaudar fondos — respondió la señora Duran sin rodeos —. No vivimos del aire aquí.
— Pero yo creí que... — Se interrumpió. En realidad, no sabía qué creía.

— ¿Qué? ¿Que teníamos una subvención del gobierno? — La directora sonrió con cinismo y negó con la cabeza. — De ninguna manera. Recibimos donaciones privadas, de las iglesias, de grupos comunitarios y de cualquiera que escuche las súplicas de quienes están por morir.

— Oh, perdón. No me había dado cuenta.

— No te disculpes, sólo dime que sabes dibujar — le rogó la señora Duran —. Por favor, necesitamos algo bien ocurrente, algo que llame la atención para que no lo hagan un bollo y lo tiren sin leerlo.

— Vuelvo a pedirle disculpas. — jungkook rió al ver la desazón de la mujer. — Puedo pintar ventanas, pero soy incapaz de dibujar. Ni siquiera una miserable casita.

— ¿Por qué no le encarga a jimin el diseño? — Sugirió la señora Thomas, que se acercaba al escritorio con una bandeja de café —. Es un joven tan talentoso, que estoy segura de que hará bellezas con ese folleto. Tal vez pueda hacer un pájaro, un arco iris o un dibujo del roble que está en el patio.

— Es una idea maravillosa. — Tal era la fascinación de la señora Duran, que parecía estar a punto de besar a la señora Thomas. — ¿Por qué no se me habrá ocurrido antes?

La mente de jungkook giraba a dos mil revoluciones por segundo. Una exhibición a puertas abiertas. Podía ser la respuesta a sus ruegos. Si lograba que sus padres vinieran, que conocieran en persona el lugar, tal vez dejaran de preocuparse por el.

— Oh, ¿cuándo es?

—El catorce de octubre — respondió la directora —. Por favor, promociónala entre todos tus amigos. Quiero que venga la mayor cantidad de gente posible.

— Y que no se olviden de traer las chequeras — agregó la señora Thomas.

Rieron todos. Luego la señora Duran entregó a jungkook una lista con las actividades para el resto de la semana. No le parecieron tan tortuosas. Tenía que limpiar los baños sólo una vez.

Ese día le tocaba hacer visitas a los pacientes y llevarles las bandejas con la comida. Guardó su mochila y subió las escaleras a toda prisa.

Llamó suavemente a la puerta de jimin

— Pasa — bramó él.

Jungkook sonrió. Debe estar en un buen día. Entró en la habitación, pero se detuvo de repente. El joven se hallaba sentado junto a la ventana, con un atril ante los ojos.

— Cierra la puerta — masculló, sin levantar la vista de la pintura.

▪︎Nunca me olvides▪︎ [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora