Capítulo 4

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17 de diciembre, 1989.

Toco bocina dos veces antes de que una Eugenia entusiasmada y extasiada se suba de copiloto al auto, ella abrocha su cinturón de seguridad y luego da un grito de éxtasis.

Llevo de inmediato una de mis manos a su boca y con la cabeza le señalo la parte de atrás en donde, en el portabebés, Martin duerme.

Es un bebé un poco dormilon.

Euge se disculpa y aprieta fuertemente sus labios, para contener su emoción.

-Si lo despertas se va a enojar. Y no queres un bebé enojado, no?-

Eugenia niega y pone un cassette que, supuse, es de Soda Stereo.

Son muy buenas canciones,lo admito.

-Pareces muy emocionada para no ser la primera vez que ves a esos pibes -le digo, viendo hacia atrás rápidamente para comprobar que Martin sigue durmiendo-.Porque sé que fuiste, al menos, a dos shows. Y en uno de esos fuiste hasta a los camarines.-

-Sí, pero esta vez es diferente. ¿Queres? -pregunta, comiendo un caramelo y masticándolo ruidosamente y acepto.

-. ¿Crees que se acuerden de mi?-

-Bueno, si fuiste insistente como lo sos conmigo... entonces definitivamente se deben de acordar de vos.-

-¡Espero que si! -exclama-. ¿Sabes cómo llegar a La Plata?-

-Pelotuda no soy, se como llegar Eugenia-

-Ayy bueno che-me dice.

Minutos despues,habiamos llegado a destino

Debo admitir que mi mamá fue muy generosa en cuanto al hotel.

Es espectacular.

Una pieza doble con una gran ducha, en la que Martin juega enérgicamente con Euge.

El telefono del lugar se mantiene pegado a mi oído, escuchando como Fernanda, mi jefa, me informa acerca de cuán encantada está con mi corrección del libro.

-Espero que no te quedes demasiado en La Plata, Colo -dice Fernanda en un suspiro.

-Tranqui, Fer. En dos días me vas a ver devuelta en la oficina. Me merezco estos tres días, ¿No?

-Si Cande-asegura con una de sus características risas-. Pero hay
alguien que ya te está extrañado, Bueno, no te molesto más. Disfruta de La Plata -dice Fer antes de cortar la llamada.

Respiro hondo antes de sentarme en la cama, clavando mi mirada en la pared.

No lo quiero admitir, pero tengo miedo de que Ramiro haya dañado la poca confianza que tenía en los chicos.

Empezamos a preparanos y a los pocos minutos ya estabamos en el estadio Atenas (donde se hacia el show)

-Hoy tenes dos hijos: Martin y yo. Esta es la credencial que te identifica como representante. Soy de las pocas chicas que vienen a estas cosas. O al menos la única que no tiene una hermana mayor de edad tan loca por Soda como yo -me explica, abriendo la puerta y bajando con Martin en sus brazos.

Si Eugenia dice que debo usarlo, lo uso.

Estiro mis piernas y veo hacia el frente, donde lo que parece ser el estadio.

Agarro la mano de Martin, y siguiendo a Eugenia, nos adentramos en las instalaciones.

Apenas estamos adentro del estadio, que cuenta con muchísimas divisiones y puertas, el clima se vuelve un tanto cálido.

En la primera puerta un hombre morocho exige una credencial que, por supuesto, Eugenia tiene.

Les damos las credenciales y pasamos directamente al campo, habia mucha gente

—¡Esto es una locura China!—le digo casi gritando mientras Martin en mis brazos aplaudia

—¡Es hermoso!—me dice,la banda sale y el cantante empieza a saludar y a hablar

—¡BUENAS NOCHES LA PLATA!—dice y Eugenia empieza a gritar como loca—LES QUIERO HACER UNA PREGUNTA, ¿¡PORQUE YO NO PUEDO SER PARTE DEL JETSET!?—

Y empieza a cantar,las chicas se volvieron locas y Martin bailaba estando a upa

—¡El show debe seguir, esta todo okay, lo que para arriba es excentrico para abajo es ridiculez Jet-set, Jet-set, uh-uh!—canta Eugenia a gritos,cantan unos cuantos temas hasta que el show termina y Euge tiene los pases vip a los camarines.

—¡SEGUIME!-me dice Euge y nos vamos derecho a los camarines.

Otra vez,un hombre morocho y grandote nos pide que mostremos las credenciales

—¿Hay necesidad de hacer esto Maria Eugenia?—le pregunto

—Si, y mucha—me responde,me distraigo viendo las paredes del club hasta que mi hermana pega un grito que casi me deja sorda

—Ay nena—le digo

—Son ellos—me dice mi hermana quien, con emoción, me señala a lo lejos, un chico de cabellera oscura con rulos, alto.

—¡Gustavo!—le grita y él se da vuelta para mirar quien le grita—¿Puede ser un autografo?.

Él mira la foto y le da el tan ansiado autografo.

Del camarin de al lado salio un chico rubio, con prominentes ojos azules, me sonrie y yo empiezo a recalcular

Azules como los de… Charly.

Como si hubiese escuchado mis pensamientos, él dirige sus ojos azules a mí.

Al principio su sonrisa no cambia, luego sus ojos se achican, se amplían y una sonrisa de incredulidad surca su rostro.

Es Charly, el pibe de ojos azules, el que me ayudó cuando nacio Martin..

—Puta que me pario —digo en voz baja.

Yo sabia que de algun lado lo conocia.

Yo sabia que de algun lado lo conocia

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