ANDY.
A veces solía creer que la vida tenía algo en mi contra o que era la menos afortunada del planeta entero. Desde pequeña mi vida fue un total caos, fui creciendo y entonces todo empeoró en lugar de mejorar como tanto leía en esos libros de autoayuda o novelas románticas. ¿Dónde estaba mi supuesto final feliz? Lo veía tan lejano e inalcanzable...
Ryder había sido lo más parecido a la felicidad que llegue a conocer, o eso era lo que creía antes claro, de ir a terapia con la hermana de Ester. Después comprendí que el amor se había convertido en una infinita gratitud hacía él por sacarme de ese horrible infierno en el que me sumergió mi propia madre a cambio de su vicio. Aunque mi vida fue menos miserable a su lado, mi mente se encargaba de borrar todo lo cruel, mi memoria se volvió tan selectiva que cada vez que reparaba en pensar en él, solo recordaba los buenos momentos.
Ahora que lo había superado de raíz, entendía lo ciega que fui... ¿Acaso quién te ama te golpea hasta cansarse? ¿Acaso el amor es sentir miedo todo el tiempo? ¿Tan siquiera significa perder todo sentido y volverte complaciente al punto de olvidar quién eres para hacer feliz a la persona que dice amarte? ¡Claro que no! El amor son caricias, no golpes, son besos en la piel, no moretones, son risas, no llantos sin consuelo...
Alguna vez leí que, "Aceptamos el amor, que creemos merecer". ¿Entonces yo merecía todo aquello que él me hacía? Claro que no... pero lo acepté, lo permití, porque mi espíritu estaba muerto, algunas veces las personas morimos en vida, porque nuestra alma ya no resiste tanto dolor.
Golpeada en el rincón de una habitación de un motel de carretera, me hice ovillo en la esquina pegando mi espalda al borde de la cama. Ryder había salido a comprarle pañales y leche al bebé de Ester, quién después de los gritos había logrado conciliar el sueño. Respire profundo y lleve mis manos a mi cabello. ¿Cuánto más tendría que soportarlo?
Le había prometido a Ester que le devolvería a su bebé sano y salvo, pensaba cumplir mi promesa a como diese lugar. Solo quería regresarlo a sus brazos y luego encargarme de Ryder para siempre, tenía que encontrar la forma de librarme de él, ya mi corazón no soportaba tanto dolor, el pecho me dolía a más no poder y mi cuerpo carecía de fuerza, estaba cansada, agotada, hastiada y harta, de toda esta mierda que era él, su mundo y su puta obsesión.
Sus golpes ya no me dolían, sus insultos mucho menos, mi espíritu estaba tan agotado, que ya nada tenía sentido. La ansiedad me estaba carcomiendo, parecía una adicta con abstinencia y eso era exactamente lo que me estaba sucediendo. Llevaba días sin tomar mi medicamento para contrarrestar los efectos de la adicción heredada por mi madre, pero a Ryder le importaba una mierda si me arrancaba los cabellos o si me enterraba las uñas en las manos hasta sangrar o tan si quiera si me temblaba todo el cuerpo.
¿Cómo iba a librarme de alguien tan peligroso e influyente como el gran Ryder Falconí? Tragué saliva y apoyé mi cabeza entre mis piernas, solo quería dormirme y desconectar de todo por un rato. Estaba a punto de caer inconsciente cuando la puerta se abrió, había regresado.
—Princesa. ¿Qué haces ahí tirada? —inquiere, ruedo mis ojos sin que se percate.
Su bipolaridad conseguiría enloquecer a cualquier persona. ¿Cómo es que podía fingir ser tan amoroso y empático? ¿Y luego volverse agresivo, violento y rabioso? No lo entendería jamás, seguramente tenía algún tipo de problema de personalidad, capaz vivían dos Ryder dentro de él. Resoplé y lo miré con una sonrisa débil.
—Necesito mi medicina... por favor, te lo suplico. —le pedí con mi voz rota y carrasposa.
Por primera vez pareció compadecerme, me miraba con tristeza, pero entonces su rostro cambio y se desencajo mostrándose serio y rígido.
ESTÁS LEYENDO
Mi maravillosa destrucción.
Novela Juvenil«Dos almas destinadas a encontrarse, sin saber que van destruirse...» Andy Millabur aprendió a sobrevivir a su hogar disfuncional, con un padre alcohólico, apostador y; con su madre adicta a la heroína. Desde pequeña fue sometida a diferentes tratam...