Vacío

477 58 12
                                    

El reloj en su muñeca marcaba pasadas las cuatro de la tarde, y si, iba tarde.

Todo por culpa del amigo de Betty, el tal Nicolás, que la retuvo más de lo debido haciéndole preguntas sin sentido sobre porqué se comportaba así con Betty, que fuera respetuosa, que si no le había bastado con las cosas que dijo antes y otro par de cosas más que prefiere no recordar. Chasqueó su lengua en señal de frustración.

«¿él sabrá todo?», pensó algo inquieta.

Al entrar al área del restaurante, le dijo al mesero sobre que alguien la esperaba y este la llevó hasta la mesa donde aguardaba Margarita Saénz de Mendoza, aquella elegante mujer que se había vuelto su figura materna y a quien respetaba mucho. Al verla, esta se pone de pie y se acerca a Marcela para darle un beso en cada mejilla.

—Hola cariño —dijo mientras le acariciaba la mejilla—. Ven siéntate, tenemos mucho de qué hablar.

Marcela hizo uso de todas las fuerzas posibles y existentes para no poner sus ojos en blanco, ante la obvia insistencia de Margarita con el tema principal de los últimos siete meses.

Armando.

—Cuéntame, ¿cómo va la empresa con esa mujer? —dijo en un tono despectivo que hizo molestar a la gerente-. Me enteré por Hugo que casi renuncia por las propuestas que ofreció, y que si no hubiera sido por ti, ya habría renunciado.

-Ay Margarita, usted al igual que yo, sabemos lo dramático y exagerado que puede ser Hugo cuando tiene que trabajar con alguien que es non grata para él. Es cierto que al inicio no me convencía mucho la propuesta, pero luego de leerla y que ella explicara los puntos importantes, tenía que apoyarla. Es algo que nos beneficiará mucho.

—Si lo se, pero es que Ecomoda diseña para la mujer elegante, contemporánea y de dinero... No para mujeres normales o amas de casa.

Marcela se quedó observándola un momento tratando de analizar el tono y las palabras que usó Margarita para referirse a las mujeres del día a día, una sensación amarga le recorrió la boca hasta el estómago... «¿Así se escuchaba ella meses atrás?». No podía creer que comentarios tan clasistas y denigrantes vinieran de la mujer que respetaba.

«Pero si tu eres idéntica. Se lo dijiste a Betty ¿o no lo recuerdas?», contraataco su conciencia, dejándola con algunas estacas incrustadas en el pecho. Se sintió fatal cuando pensó en lo que pudo sentir Beatriz.

—Pero Ecomoda ya no es la de antes -sentenció—. Creo en la propuesta de Betty y creo que está haciendo un gran trabajo dirigiendo la empresa. Aún no hay cambios notorios, que se pueda decir que va perfecto, pero se nota en el clima de la empresa, en los pasillos, en los colaboradores y en el taller. Tengo fe de que vendrán buenos tiempos de la mano de ella.

Margarita sorprendida ante las palabras de Marcela, no supo que responder a ello, era cierto lo que decía, y aunque pensó que no se daría cuenta, se percató de cierto enojo en las palabras de la gerente, quien ahora que le prestaba atención, traía un aura diferente. Se sentía un poco más relajada que otras veces.

—Si crees que ella regresará a Ecomoda a donde estaba, confío en tu juicio —respondió con una sonrisa—. Me disculpo si dije algo que te molestara.

Marcela le dice que no se preocupara y continúan hablando de otros temas de la oficina, del hecho que el cuartel se está comportando bien y de lo lindo que está el bebé de Bertha, cosa que a Margarita le sorprendió, escuchar ese comentario por parte de la joven mujer era no creer.

Sin darse cuenta, el tiempo se les había ido solo hablando de las últimas tendencias de moda y de cómo se echaba en falta los diseños de Gianni Versace. Ya estaba anocheciendo para cuando fueron conscientes, siempre pasaba lo mismo cuando se reunía con Margarita.

Diabla [Marcetty Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora