La vida en la realeza podría ser algo bueno para cualquier mortal, aunque el príncipe Aemond no pensaba lo mismo, nacido en una de las familias más poderosas de todos los tiempos, no todo era bueno, siendo un segundo hijo jamás se sentaría en el tro...
Las cosas habían cambiando, no para bien, pero era normal habían pasado ya un par de años desde aquel desenlace amoroso, aquel niño había desaparecido totalmente, tantos sucesos dejaron marcado al Targaryen, no era nuevo que tenía demasiadas diferencias con sus primos los velaryon, tanto que uno lo dejo sin ojo......
Aemond: bueno me gusta ver la chimenea y hundirme en mis pensamientos
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Aegon: vaya!, Eso sonó bastante miserable
Aemond: bueno viniste a burlarte de mi hermano?
Aegon: de hecho no hermano, casualmente pase por la habitación de nuestros padres y escuché a mamá decir que regresarían
Aemond: quien regresaría?
Aegon: diablos se me olvidó el nombre
Aemond: es enserio Aegon?, Lo acabas de escuchar y ya se te olvidó
Aegon: disculpa hermano yo no soy una memoria como tú, pero creo fue una persona que vino a visitarla hace años, una tal Charlotte y miel, mentira amiel era, me equivoqué.
Aemond: de que mierda hablas Aegon
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Aegon: fue lo que escuché hermano
Aemond: sabes cuándo vendrán?
Aegon: la verdad eso no lo dijo, te mentiría si te diera una fecha, pero puedes preguntarle a nuestra madre, no creo que no sepa ella.
Aemond estaba sorprendido, no sabía si era verdad y debía creerle a su borracho hermano. El principe no era el mismo, ya no era un niño, se había convertido en uno de los guerreros más fuertes, atractivos pero difíciles de tratar, era alguien con un carácter bastante explosivo, sin una pisca de vergüenza..
