Al Carlos salir del despacho de su padre el se quedó firmando cartas redactadas por Enrique, si mano derecha en todo lo que trataba de leyes y convenios entre reinos.
-Enrique, ven por favor.
-Digame señor.
-Esta carta está sellada ¿De que trata, que estoy firmando?
- Oh señor, déjeme ver. El rey Sebastián le entrega la carta con una expresión de intriga. - Es una de esas cartas de agradecimiento al reino vecino ya recordé. Responde Enrique intentando entender porque la carta estaba sellada.
- ¿Si es en agradecimiento porque está cerrada?
-No lo sé señor, yo no la sellé.
Tanto el rey como Enrique no le dieron tanta importancia a la carta sellada y de igual forma la firmo.
- Ya todas están firmadas, ya las puedes enviar.
- Excelente señor, ya mismo las envío.
Enrique se dirige al centro de correo del reino para enviar todas las cartas, acompañado de Angélica, su hija menor, la cual estaba trabajando de cocinera en el castillo.
- No entiendo porque me pediste que te acompañe papá.
- Para que veas que trabajar en el castillo no solo tiene que ser estar en la cocina.
- Pero estar en la cocina es mi trabajo, que más quieres que haga.
- Nada Angélica, déjalo así, ya vámonos.
Ya en el carruaje camino al castillo Angélica está mirando por la ventana y ve el movimiento de personas en el reino, algo que no veía desde sus últimas vacaciones y extrañaba, esa calidez y coordialidad la cual no veía en el castillo.
Al llegar al castillo se bajó del carruaje, y mientras su papá entraba por la puerta principal ella debía entrar por la puerta de servicio, dónde vio al príncipe Carlos.
- ¿Usted que hace acá?
- AY! me asustaste. Carlos pego un brinco al escuchar a Angélica.
- Disculpe, no era mi intención.
- Tranquila.
- Emm.. Le pregunté que ¿Que hace acá? la entrada principal es por allá.
- Si yo lo se, nací aqui, lo que sucede es que, nada, no tengo que darte explicaciones, es mi castillo.
- Tiene razón, no tuve que haber Sido tan entrmetida, perdone usted. Angelica camina y estaba por entrar al castillo.
- No discúlpame, no debí responderte así, lo que pasa es que quería entrar a la cocina sin que mi padre ni mi tía me vieran y me asustaste.
- Si disculpe, bueno, pase usted.
- Gracias, me quieres decir tu nombre.
- Angelica, un gusto.
- Carlos, y el gusto es mío.
Angelica y Carlos entraron a la cocina, Angelica se colocó su uniforme, Carlos tomo un pan, le sonrió y salió por la puerta de servicio nuevamente.
- Niña donde se supone que estabas, ven a lavar estos platos y quita esa cara de tonta.
- Disculpe señora Miriam tuve que acompañar a mi papá al pueblo.
-No hay excusas, ven a lavar.
Por otro lado Enrique al entrar al castillo volvió a sus tareas rutinarias pero algo no estaba bien, aunque en su momento no le dió importancia al llegar le hizo ruido que esa carta estuviera cerrada, algo no le cuadraba.
Justo Carlos estaba subiendo las escaleras con un pedazo de pan en la mano y Enrique lo llama.
Carlos volteo con una cara de culpa y pan en la boca - ¿Si?
- Joven Carlos, usted selló alguna carta de su padre.
- Uff. Carlos soltó un suspiro al ver que no era su padre el que lo estaba llamando y continuo comiéndose su pan. - No la verdad no he tocado ninguna carta.
- Está bien, gracias.
- ¿Pero que pasa con la carta sellada?
- Nada en particular, termine ese pan rápido antes de que lo vean, sabe que ni a su padre ni a su tía les gusta que coma algo antes de cena.
- Si ya lo sé, te pusiste rojito cuando nombraste a mi tía. Terminando de hablar Carlos subió corriendo las escaleras antes de que Enrique le pudiera responder.
- Que chistoso salió el niño, pero entonces ¿Quien sello la carta y que dirá exactamente? Dijo Enrique hablando para si mismo.
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Reinos de sangre
Mistério / SuspenseDos reinos vecinos que por años permanecieron en guerra hasta colmar la paciencia de los herederos al trono y así lograr darle un fin a la guerra de una manera un tanto... rara