El cantante bonito - LS

𝐈. Young and

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POV;LOUIS

La música retumbaba en mis oídos, las luces parpadeaban una y otra vez. El alcohol estaba haciendo efecto en todos los que estaban en este bar. No me di cuenta de lo ebrio que estaba hasta que las náuseas llegaron.

Mi teléfono empezó a vibrar en el bolsillo trasero de mi pantalón. A penas y lo saque pude ver el nombre registrado en mis contactos.

“La rubia loca”

Solté un bufido y gire los ojos. Nadie vio aquella mueca de asco en mi cara porque yo estaba en algún rincón de aquel bar tratando de responder aquella llamada.

“¡Louis!” La voz chillona de mi exnovia, Hannah, hizo presencia a través de la llamada respondida. La fuerte música a penas y me permitió escuchar.

“¿Qué quieres, Hannah? Estoy algo ocupado” Dije lo suficientemente alto tratando de que me escuchará, lo cual a nadie más le llamo la atención.

“Ya lo noté. ¿Estás ebrio en nuestra primera noche separados? Que asco me das.”

“Colgare la llamada si no me dices que es lo que quieres de una vez.”

“¿Dónde estás? ¿Con quién estás? ¿Es con esa tonta de la cafetería, no?”

“¿Qué mierda?” Inconscientemente había fruncido el ceño. Después de salir de una relación de seis años dónde los últimos meses habían sido peleas y gritos me merecía una noche para mí solo. A pesar de que seguía apreciando a Hannah por los años que pase a su lado, sentí algo fuera de lugar que aún después de terminar me siguiera haciendo su interrogatorio de celos. “Eso no es de tu interés, Hannah”

“No me llames así”

“Ese es tu nombre” Siendo consiente de que la llamada tardaría más de lo que me hubiera gustado, tuve que salir por la puerta trasera del bar que daba hacía un callejón oscuro y con la única compañía del enorme basurero.

“Pero tu nunca me dices así. Cómo sea, solo quiero verte y saber que estás bien. Dame tu dirección” Me quedé en silencio por un par de segundos. “No pudimos salvar nuestra relación pero tal vez podamos salvar nuestra amistad.”

“Los chicos están aquí. Te sentirás incomoda”

“Solo dime dónde estás, Lou.”

“Te mandaré mi ubicación.”

“Así me gusta, nos vemos, cariño.”

Colgué la llamada antes de arrepentirme por lo que estaba por hacer. “Ubicación en tiempo real”. Cuando termine con Hannah está mañana, el primer pensamiento reconfortante que tuve fue que ya no tendría que mandar ubicaciones, ni fotos de lo que estaba haciendo a todo momento de mi día a día. Ese sentimiento duro poco cuando le di “enviar”.

Volví a entrar al bar, con un nudo en la garganta. Volví a sentarme en la mesa con mis amigos, que no prestaron mucha atención a mi ausencia, muy sumergidos en su charla y en los tragos.
La música paro por un segundo y las luces de un pequeño escenario justo enfrente de nuestra mesa se encendieron. La atención se dirigió al espectáculo nocturno.

Yo desconcertado solo mantenía la mirada en mi vaso de cristal vacío, hasta que una voz masculina comenzó a sonar. El bullicio y los aplausos entre el público se hicieron presentes.

“I’ve seen the world, done it all, had my cake no. Diamonds, brilliant, and Bel Air now”

Mi mirada enseguida se dirigió hacia donde la voz angelical hacia presencia. Para mi sorpresa, un hermoso joven que no pasaba de los 20 años estaba en el escenario de pie cantando. Sus rizos castaños caían sobre sus hombros a medida que al cantar se movía delicadamente sosteniendo el micrófono con una de sus pálidas manos llena de anillos. Vestía unos pantalones holgados y una camiseta blanca debajo de un colorido cárdigan.