POV Armando Mendoza

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Nunca había sentido la vida latir de esa manera.
Nunca así.
Escapandose de mis manos, sintiendo como cada exhalación parecía ser la última al presentir que ella se iba.
Me abandonaba.

Había entrado decidido al hueco que Beatriz adornó por tanto tiempo con su presencia, a ese espacio que guardaba tantos secretos, tantas vivencias. Ese espacio físico que fue escenario de mis penas, alegrías y de mi desolación.
Azoté la puerta, tiré las carpetas y mi saco al suelo como si de esa manera pudiera deshacerme de la vergüenza, como si dejandolo caer pudiera alivianar el peso de mis actos. Y mirando a quien fue mi complice en la desgracia pregunté:

-¿Por qué? ¿Por qué Beatriz? ¿Por qué no me dijo que conocía esa carta? ¿Por qué?

Estaba susurrando, intentando controlar mi respiración que amenzaba con abandonarme y dejarme sin voz. Sin lo unico que tenía para detener a Beatriz, así fuera en base a palabras insulsas.

Su silencio me mataba.
Sus ojos denotaban la decepción y un pequeño malestar. Malestar que en algún momento de nuestra historia, debió ser un dolor rotundo, profundo y demoledor, pues leer lo que Mario Calderón describió en esas páginas mataban en vida a cualquier persona y cualquier amor.
Los segundos que transcurrieron se hicieron eternos y yo solo quería una respuesta. ¡La que fuera! ¡Un grito, un insulto, una abofetada! ¡Lo que fuera maldita sea, lo que fuera!
Pero ahí estaba Betty, estoica  ordenando su escritorio sin emitir ni una sola palabra.
La miré con desesperación.
Si ella no comenzaba mis fuerzas se agotarían y pese a que juré que jamás me arrodillaría frente a una mujer, me derrumbaría sobre el suelo y suplicaría por un tiempo para explicar, suplicaría perdón, pues estaba tan irreversiblemente enamorado de ese ángel que mi vida simplemente no tendría sentido sin su amor.

-La pregunta más bien es ¿Por qué doctor? -cuestionó dando fin al silencio, dando por fin una respuesta a esta porquería, a esa angustia que me consumió por semanas al sentirla lejana- ¡¿Por qué jugó así conmigo?! ¡¿Por qué me hizo esto si usted sabía que yo era incondicional con usted, que  yo me jugaba mi vida a su lado?!

¿Qué respondería a eso? ¿Qué podría explicar de esta locura que construí en base a manipulación, mentiras y desesperación? No pude responder pese a que necesitaba confesar mi pecado, no sabía siquiera que decir para comenzar ni mucho menos para pedir perdón si a esas vamos.

Ante mi silencio, Beatriz continuó:
- ¿Por qué este juego sin compasión? ¡sin detenerse a pensar por un instante en el daño que me estaba haciendo!

Me dolía.
Desvié la mirada y comencé a negar en silencio mientras presenciaba a esa mujer, al amor de mi vida, dar la primera señal despues de semanas de infierno.
Por primera vez expresaba sus inquietudes frente a todo el dolor que le causé.
Me dolió verla agotada, con la voz quebrada y asomando el llanto por una traición que yo cometí, por un dolor que yo le causé a la única mujer que he amado de esta manera.

-¿Por qué siguió enamorandome después de que le conté la tragedia de mi vida sentimental? ¡¿Por qué me hizo eso doctor?! -Soltó a borbotones, posiblemente accionada por la misma angustia que se iba incrementando en mi pecho- Si ya estaba planeando fríamente que me iba a botar y me iba a exiliar.

"Porque soy un imbecil" -resonó una voz en mi cabeza.
No sabía que decir.
Las palabras nunca fueron mi fuerte. Solo necesitaba liberar la neurosis y  explotar en ese momento. Gritar, ordenarle que me escuchara y me perdonara, como si eso fuera posible.
Sin embargo debía controlarme, teníamos una conversación pendiente y dentro de mi corazón estaba seguro de que si me escuchaba y pedía su perdón, podríamos arreglar las cosas pues Beatriz pese a todo, aún me amaba, podía sentirlo.

-Necesito que me escuche, quiero que me escuche Beatriz -Exigí como si tuviera algún derecho sobre ella cuando hace meses entendí que no era así. Es más, ella podía hacer conmigo lo que se le diera la gana y no lo sabía.