I remember you

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Desde que eran niños, Jeff y Barcode fueron inseparables. Se conocieron en el vecindario, en un momento en el que la inocencia y la curiosidad eran su guía. Jugaron juntos en los parques, exploraron el mundo con ojos llenos de asombro y compartieron risas contagiosas que resonaban en el aire.

Con el paso del tiempo, su amistad se fortaleció. Compartieron secretos, sueños y miedos, creando un vínculo especial que trascendía las palabras. Se convirtieron en confidentes, en pilares de apoyo mutuo en los momentos difíciles.

Barcode, en silencio, comenzó a descubrir que sus sentimientos hacia Jeff iban más allá de la amistad. Cada sonrisa de Jeff, cada mirada cálida, cada gesto cariñoso, resonaba en el corazón de Barcode como una melodía dulce y reconfortante. Se dio cuenta de que estaba enamorado de su mejor amigo, un amor que creció en silencio, alimentado por la complicidad y la conexión profunda que compartían.

Sin embargo, Barcode guardó celosamente sus sentimientos, temeroso de arruinar la hermosa amistad que había construido con Jeff. Temía que al revelar su amor, pudiera perderlo todo, incluso su amistad. Así que, en silencio, Barcode guardó su amor en lo más profundo de su ser, llevando consigo el peso de un secreto que amenazaba con desbordarse.

A medida que crecían juntos, Barcode veía cómo Jeff se convertía en el centro de su universo. Cada gesto amable, cada palabra de aliento, cada abrazo reconfortante, solo hacían crecer el amor que Barcode sentía por él. Cada día que pasaba, su corazón se llenaba más y más de un amor incondicional, un amor que anhelaba ser expresado pero que se mantenía oculto en las sombras.

En un momento de soledad y anhelo, Barcode cerró los ojos y dejó que su imaginación volara. En su mente, se transportó a un lugar donde el amor entre él y Jeff era correspondido. Se vio a sí mismo frente a Jeff, sus miradas se encontraron en un instante lleno de magia y complicidad.

Sin previo aviso, Jeff se acercó lentamente a Barcode, su rostro se acercó al suyo con ternura. El corazón de Barcode latía desbocado, anticipando el contacto que tanto anhelaba. Y entonces, en un momento de pura conexión, sus labios se encontraron en un beso lleno de pasión y dulzura.

Barcode se sintió envuelto en un abrazo cálido y reconfortante mientras Jeff lo rodeaba con sus brazos protectores. En ese abrazo, Barcode encontró el refugio que tanto deseaba, un lugar donde el amor florecía y las preocupaciones se desvanecían.

El tiempo pareció detenerse en ese instante mágico, donde Barcode se permitió soñar con un amor compartido, donde sus sentimientos eran correspondidos y celebrados. Cada caricia, cada suspiro, cada latido de sus corazones en sincronía, creaban una melodía única que solo ellos podían escuchar.

Pero entonces, la realidad se hizo presente y Barcode volvió a abrir los ojos. La escena que había imaginado se desvaneció como un sueño efímero, dejando a Barcode con un sabor agridulce en el corazón. Sabía que era solo una fantasía, un refugio temporal en el que podía permitirse sentir el amor y la cercanía que tanto anhelaba.

Con un suspiro resignado, Barcode guardó esa imagen en lo más profundo de su ser, como un tesoro secreto que solo él podía atesorar. Aunque el beso y el abrazo fueran solo producto de su imaginación, la intensidad de sus sentimientos seguía ardiendo en su corazón, recordándole el amor incondicional que albergaba por Jeff.

Era una noche tranquila y oscura en mi departamento. Me sentía inquieto, incapaz de contener más tiempo los sentimientos que había guardado durante tanto tiempo. Sabía que tenía que enfrentar mis miedos y confesarle a Jeff lo que sentía.

Lleno de determinación, salí de mi departamento y me dirigí al estacionamiento. Mi corazón latía con fuerza, anticipando el momento en el que finalmente me enfrentaría a Jeff y le confesaría mis sentimientos.

Cuando llegué al estacionamiento, lo vi a lo lejos. Mi corazón se aceleró aún más, pero pronto se detuvo en seco cuando presencié una escena que me hizo temblar. Jeff estaba allí, abrazando a otra persona con ternura. El golpe fue devastador.

Sentí cómo mi mundo se derrumbaba a mi alrededor. Las lágrimas nublaron mi vista mientras observaba en silencio, incapaz de apartar la mirada. Cada abrazo, cada gesto cariñoso, era un recordatorio doloroso de que mi amor no era correspondido.

El dolor se apoderó de mí, como un puñal clavado en lo más profundo de mi ser. Me sentí traicionado y herido, pero también supe que tenía que aceptar la realidad. No podía forzar a alguien a amarme, incluso si mi corazón anhelaba desesperadamente su amor.

...

Te vi tan feliz, abrazándola con ternura, y en ese instante, mi valentía se desvaneció como humo en el viento. Mi corazón, que latía con fuerza en mi pecho, se detuvo de golpe. Un dolor agudo y punzante se apoderó de mí, como si miles de pequeñas astillas de cristal se clavaran en lo más profundo de mi ser. Sentí cómo mi mundo se desmoronaba a mi alrededor, dejándome en un abismo de desesperación.

Me sentí tan frágil, como si mis piernas flaquearan bajo el peso abrumador de la tristeza. Cada paso que daba era una lucha contra la gravedad y la opresión que sentía en mi pecho. A pesar de ello, me di media vuelta y caminé a paso lento, arrastrando los pies como si llevara cadenas invisibles que me ataban al sufrimiento. Las lágrimas amenazaban con rodar por mi rostro, como ríos de dolor que buscaban liberarse de su cautiverio. Quería despertar de esa pesadilla, deseaba que todo fuera solo un cruel sueño, pero la realidad era implacable.

Cuando llegué a mi departamento, me dejé caer sobre la cama y empecé a llorar y gritar de la frustración que me consumía. Mi corazón, que una vez fue un órgano lleno de vida y amor, se rompía en pedazos. Cada fragmento era una prueba tangible de la agonía que me embargaba. El dolor era tan intenso que sentía cómo mi pecho se abría en una herida profunda y sangrante. Cada latido era una puñalada en el alma, una recordatorio constante de lo que una vez tuve y que ahora se había desvanecido.

Mi mente se llenó de recuerdos de ti, como un vendaval que arrastra todo a su paso. Tu sonrisa radiante, que iluminaba incluso los días más oscuros. Tus ojos, que reflejaban un universo de amor y complicidad. Tus bromas, que siempre conseguían arrancarme una carcajada sincera. Tus abrazos, que me envolvían en un cálido refugio. Cada detalle de tu ser se grabó a fuego en mi memoria, como si quisiera aferrarme a ellos para siempre.

Me sentí confuso, atrapado en un torbellino de emociones contradictorias. Trataba desesperadamente de conversar con mi corazón, de convencerlo de que fue un error haberme enamorado de ti. Pero mi corazón se negaba rotundamente a escuchar mis palabras de razón. Latía con una fuerza desbocada, como si quisiera escapar de mi pecho y correr hacia ti, sin importar las consecuencias.

Lloré, grité, mis ojos estaban tan hinchados que apenas podía ver a través de las lágrimas que no cesaban de caer. La noche era fría, pero el frío más intenso era el que sentía en el alma al no tenerte a mi lado. Cada suspiro era un gemido de dolor, una súplica silenciosa para que el universo me devolviera lo que me había arrebatado.

De pronto, sentí punzadas aún más graves, un dolor en la cabeza que parecía reflejar el tormento de mi alma. Fue como si cada pensamiento de ti fuera un cuchillo afilado que se clavaba una y otra vez en mi mente. En ese instante, sentí que mi alma abandonaba mi cuerpo, como si estuviera dejando atrás todo el sufrimiento y el peso del amor no correspondido. Una sonrisa amarga se dibujó en mi rostro, una sonrisa llena de resignación y tristeza. Ya no sentía dolor, solo un vacío profundo y desgarrador. Tal vez, en otra vida, en otro tiempo, podríamos estar juntos y vivir el amor que nos fue negado en este mundo.

Te amé tanto,que duele amarte. Cada latido de mi corazón lleva tu nombre, cada suspiro es un eco de tu recuerdo. Me veías como un amigo, un hermano, mientras yo te veía como el amor de mi vida. Di mi último aliento a lo que fue mi vida, dejando que el sufrimiento se desvaneciera conmigo. Ahora, puedes seguir adelante, vivir tu vida y encontrar la felicidad sin sentirte atormentado por mi presencia.

Me alegra no haberte confesado lo mucho que te amaba. Mi amor por ti seguirá ardiendo en lo más profundo de mi ser, incluso más allá de la muerte. Solo queda mi cuerpo en este mundo, mientras mi espíritu se eleva hacia la eternidad. Que encuentres el amor y la felicidad que mereces, aunque no sea de mi parte. 

Esos pensamientos recorrieron la mente perturbada del muchacho, para después caer, en una penumbra infinita, un viaje eterno, al otro mundo, Barcode falleció un veinte de julio del 2002.

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