CAPITULO UNO
Me sentía caer por un precipicio que me absorbía en una espiral de autodestrucción, ansiedad y miedo. Necesitaba desconectar de esa pesadilla que me atormentaba y hablar con alguien antes de cometer una locura. Abrí el Wasap y le escribí un mensaje a mi amiga Mamen.
SOCORROOOOOOOOOOOO!!!
Al instante me llamó preocupándose por mi estado.
-¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
-Estoy quemado.
-Tranquiiiiilo... Respiiiiiira...
-Perdona por no haber dado señales de vida antes, pero..., el trabajo, ya sabes -puse voz apenada-. No puedo más. Estoy harto. Me paso tantas horas frente la pantalla del ordenador que parece que tengo hormigas andando por mis ojos. Apenas duermo, me levanto cansado, sin ganas de nada, estoy Off.
-¿Y por qué no te vienes este finde al pueblo y desconectas?
-Me gusta la idea -contesté-, pero con una condición.
-¿Cuál?
-Pasarlo lo mejor posible.
-Eso está hecho, bicho.
Y ese mismo viernes por la tarde, hice la maleta y cogí la autovía A-6 con dirección al Lago de Sanabria. Era finales de junio y la comarca se preparaba para dos meses de calor, playa y turistas con los bolsillos llenos. Los bosques mostraban unos colores tan intensos que parecían barnizados. Los árboles estaban hinchados, las flores encendidas y los campos parecían enmoquetados de hermosos colores.
Al llegar al bar del pueblo reconocí a Mamen entre la gente: minifalda de cuadros de estilo colegiala, camiseta escotada, mejor dicho, muuuy escotada, zapatillas Nike y una chaquetilla negra con cruces plateadas en la solapa que le daba un aspecto gótico.
-¡Jo, tía, estás genial...! -expresé mirándola de arriba abajo, emocionado.
-Tú en cambio estás más viejo -comentó Mamen con una mezcla de sorna e instinto de hermana mayor.
Su comentario me derrumbó, ya que era verdad lo que decía: el trabajo y las preocupaciones me habían pasado factura y habían empezado a salirme algunas canas.
Nos abrazamos.
-Te echaba mucho de menos, bicho -susurró.
-¿Y qué tal por París? -le pregunté interesándome por ella.
-¡Oooooh, la, la, la! Merveilleux! Conocí a un chico mientras bailaba entre dos leones de cow-girl. Claro que yo estaba mirando a un francés y el sudafricano me impidió conocer al parisino. También he conocido a bailarines en el escenario. Uno era un italiano muy guapo que bailaba de escándalo. Después conocí a un cantante francés de pelo largo y rubio que le hipnoticé desde el escenario. Fue él quien me buscó, aunque yo solo miré cuando cantaba. También se interesó por mí un arquitecto, un economista y un productor de cine irlandés, pero no me interesó porque él tenía novia.
-¡Vaya!, veo que no has perdido el tiempo.
-Yo no los busco, son ellos los que se interesan por mí. Soy muy seductora y sin darme cuenta los miro y se derriten. ¡Jajajaja!
-Tienes que echarte un novio Aries; son más tranquilos.
-¿Tranquilos? Son hiperactivos e impacientes. Una vez tuve un ligue Aries y me estresaba. Hasta que encontré dos pacientes. Uno era muy paciente y tranquilito. El otro tardaba horas en cepillarse tres pelos. Y eso me gustaba porque me daba tiempo y no me impacientaba. Estaba acomplejado y me mandaba a comprarle un spray crecedor de pelo. Me tenía frita con sus spray crece pelos.
ESTÁS LEYENDO
LA HIJA DEL BOSQUE (basada en hechos reales)
ParanormalLA MAGIA EXISTE, CREAS O NO EN ELLA.