Josephie despertó con dolor de columna pero aun así abrió sus ojos y cientos de rosas se contraban rodeandola. Algunos eran lirios, tulipanes, rosas y por un momento cerro los ojos volviendo a sentir el perfume de cada una.
Una sonrisa apareció en sus labios, había olvidado como se debía sentir y hasta pensó que todo lo que había hecho su prometido se lo debía el resto de su vida.
¿Pasar la vida con el capitán?
Debía estar en un sueño, muchas personas siempre le recordaban qué ella no merecía ni la mínima cosa pero ahora tenía el mundo en sus manos.
¿Debía dejarse llevar? Podría seguir adelante sabiendo que aquel hombre debía obtener una mejor mujer que ella.
Pero quería ser egoísta, sus ojos sobre ella aquella noche, como si la vida de Josephie valiera la pena.
Su madre siempre le enseño qué no debía pedir nada solo quedarse quieta.
Pero junto sus manos con fuerza "Por favor que sea para mi" aun con algunas lágrimas bajando en sus mejillas le dio una sonrisa al techo.
Que Dios se apiade de ella y le cumpla su deseo más grande.
Los días eran aburridos mientras pasaban, pero nuevas flores llegaban siempre con notas. Intento cocer alguna bufanda para el capitán pero no tenía tanta práctica como creyó.
Ya había terminado el encierro y Josephie intento ponerse de pie, al principio lo intento unas noches antes pero solo soportaba unas horas.
Ahora se sentía mejor para caminar pero no correr como gustaría, se coloco un vestido blanco qué la hacía lucir brillante.
Intento hacerse dos coletas en lo máximo que pudo, estirar el brazo no era lo mejor pero aun así decidió salir de la habitación.
Cuando miro las escaleras un escalofrío recorrió su espalda haciéndola sudar pero debía bajar de alguna forma y lo hizo agarrándose muy fuerte de la baranda.
Cuando su tacon toco el piso volteo la mirada, un hombre bata blanca la esperaba con una sonrisa y junto a él...
Josephie dejo de respirar por unos segundos, los ojos celestes qué la perseguían en todos sus sueños ahora la rodeaban. Aquel traje negro que se apretada a cada parte del gran hombre podría verse desde lejos.
Caden la admiraba desde la puerta, como un pequeño cachorro y eso hizo que Josephie diera una sonrisa hacia el.
Caden intento sostenerse del mueble cerca de el después de ver a su prometida darle aquel momento.
Y la verdad es que la joven señorita nunca había sonreído desde que su madre murió.
"No veo correcta esta visita"
La tía Serina miraba la situación de una forma perturbadora, le había dicho al mutante qué se fuera de regreso ya que no recibirían invitados durante la recuperación de su querida sobrina.
"Yo le muestro lo que es correcto"
Josephie con poco esfuerzo sostuvo la manga del uniforme de Caden intentando detenerlo. Y el la tranquilizo con una sonrisa amable tanto que podía sentir que a su lado nada le podría pasar.
Pasaron a la sala de invitados, donde el doctor pudo examinarla con algunos severos rugidos de Caden cada que tocaba sus piernas. Estuvo satisfecho con la joven por darse su merecida recuperación pero aún así le dio sus advertencias.
Serina se mantuvo estable en su posición y guió al doctor para despedirlo. Sin dejar de ver a los recién prometidos se fue con una ligera sonrisa sonando sus tacones de punta.
El silencio no fue amigo de ambos pero la pequeña no tenía idea de como comunicarse con aquel hombre no dejaba de persiguiarla hasta con su respiración. Los tacones volvieron a sonar cerca de ellos, Caden mantuvo su figura firme antes de que Serina cayera en el sillón verde oscuro.
"Estas perfecta"
Josephie trago saliva como si aquella fuera la única que le quitara la sed, de repente el calor subió por su espalda hasta sus mejillas suaves, como no podía ponerse así? nunca le habían dicho aquellas palabras.
"Mmm"
La tía Serina miraba un par de revistas desde lejos, pero aún así sus ruidos molestaban a la pareja comprometida.
"Sería más perfecto si nos dejaran solos"
Josephie intento no reír con su comentario pero no pudo contenerse simplemente tomo el dobladillo de su vestido.
"La joven señorita no tiene dama de compañía señor Dumont"
"Le consiguire una pronto, no se moleste más y déjenos en paz"
La voz agria como el limón dejo a la señora Serina incomoda y los dejo con una sonrisa molesta.
"¿Quieres dar un paseo?"
Josephie asintió, antes de irse Caden le dio el brazo para que ella se apoyara y eso hizo sintiendo un escalofrío fuerte.
Caminaban despacio por el jardín, en un silencio bastante incomodo, el capitán no era bueno en las conversaciones con las mujeres pero si ella sería su esposa debía mostrar estar interesado pero ¿Cómo?.
"Te gustaron las flores?"
"Si, capitán"
"¿Cuál es tu favorita?"
"No tengo"
"Debe haber alguna así podré comprarla lo antes posible"
"No es necesario"
Caden suspiro tanto que cualquier persona pudo haberlo escuchado, se sentó sobre una banca blanca esperando que los cielos lo ayudarán, no era de tener mucha paciencia pero deseaba ser iluminado por ello.
Josephie se sintió angustiada de verlo así, seguro era porque ella no hablaba mucho, realmente había dado una buena conversación después de tantos años, ni siquiera a su anterior prometido le dirigía la palabra.
La joven señorita fue a una parte donde se encontraban las margaritas y recogió un par haciendo una corona para dos personas.
Se acercó con las manos atrás admirando a su prometido qué tenía sus dos manos sobre la frente luciendo frustrado, intento no reír y puso la corona sobre su cabeza.
El volvió a verla desde su ángulo, la mujer llevaba una corona llena de margaritas, lucia sonrojada, comible, demasiado tierna con sus pestañas doradas.
"Margaritas"
Caden se quedo sin palabras, se levantó para acercarse pero ella giro la cabeza, la tomo de la cintura y la sentó fuerte sobre el banco.
Los colores del atardecer aparecieron entre ellos dos, Josephie sintió un poco de dolor en su cadera pero su corazón no ocultaba el sonido de los latidos, tan cerca pero tan lejos.
Volvio a bajar la miranda apretando sus manos sobre el vestido pero Caden no la dejo, con el dedo índice hizo qué mirara hacia arriba y puso sus dos manos sobre las mejillas de Josephie.
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MI ESPOSO EL CAPITÁN
RomanceJenephie Meylin hija de la familia francés conocida como Ashtton en su región. La mujer con ojos grises llenos de soledad y una abundancia de tristeza. La pequeña chica oraba cada mañana para que su prometido no volviera a casa. Los planes cambiar...