house of the Dragon [𝑜𝑛𝑒 𝑠ℎ𝑜𝑡𝑠]

ᴅᴇsᴀғɪᴀɴᴛᴇ

Pareja: Daeron Targaryen x Saera Targaryen (oc)

Advertencia : algo de Smutt

La cabeza de Daeron estaba inclinaba sobre su libro a medio terminar,con la pluma volando sobre la página,cuando su hermana entró tranquilamente en la habitación.

Nunca lo molestaba durante las horas que escribía cada tarde,pero eso nunca detenía a Saera de intentar pasar tiempo con el.

Ni siquiera levantó la vista cuando ella se acercó detrás de él y comenzó a leer por encima de su hombro.

"...Como demostraron los acontecimientos, las mujeres de Dorne son hermosas,pero tan feroces como sus hombres, si no más", leyó. Daeron saltó sobresaltado, y Saera se rió por su reacción.

"¿ Aún no has terminado con ese libro?"

"Todavía no. Sólo me falta la Batalla de Blackmont".

"Entonces, ¿por qué escribes sobre las mujeres dornienses?"

Saera siempre había sido incómodamente perspicaz.

"Vaya, Dae, te estás sonrojado",añadió usando ese apodo que el dejaba que solo ella lo use con el.

"Después de una batalla ah...,a veces los soldados...celebran...con mujeres..."

Él pensó enfadado, debería poder hablar de tales asuntos sin avergonzarse.

Saera parecía intrigada.
"Supongo que hay más en esta historia. Déjame ver si puedo adivinar..., Llevaste a una mujer a tu tienda.¿Era la hija de un noble o era una campesina? Supongo que poco importa."

"Y tenias tu camino conquistado con ella. Ooh, ¿Acaso fue tu primera vez?, La expresión de tu rostro me dice todo lo que necesito saber."

"¿Y luego qué? ¿Intentó apuñalarte después?", Lo dijo en tono de broma.

"Durante", murmuró Daeron, limpiando asiduamente la punta de su pluma y sin mirar a su hermana. "Fue ... un momento de falta de juicio de mi parte, pero ya no importa eso Sae."

La princesa se quedó sorprendida de darle en el blanco, pero enseguida volvió a la realidad.

"¡Daeron tuviste que decirlo en el momento,maldito idiota! Tuviste suerte de que no te mataran."

Saera estaba sentada en le borde del escritorio con las piernas colgadas." Aún así", continuó "al menos te divertiste un poco. Es más de lo que yo tengo", Dijo con un suspiro.

"¿Baelor aún no ha consumado tu matrimonio?,Había esperado que Saera con su personalidad hubiera podido tomar control de esa situación, para no tener que ser él quien le explicara a su santo hermano por qué era necesario que él cumpliera con su deber en este sentido.

"Ni siquiera un beso", dijo.
"Creo que tendré que empezar a vestirme de blanco si él no hace algo pronto. Avergonzarlo para que se acueste conmigo", Dijo que algo de gracia en su tono.

Dejó caer su zapatilla de seda negra y deslizó su pie por el muslo de Daeron. " Hubiera sido mejor que me hubieran casado contigo.

"Que dejen que Baelor se quede con Rhaena ella es mas su tipo.."
Su pie subió más. "Dulce." Más alto. "Piadosa." Llegó a la bifurcación de sus piernas y lo frotó provocativamente con la punta del pie. "Inocente." Daeron gimió, agarrándola por el tobillo y empujándola, pero eso sólo sirvió para separar sus piernas. "Hazme tuya", suplicó, deslizándose hacia abajo hasta que estuvo prácticamente encima de él, con sus brazos entrelazados alrededor de su cuello.

Siempre habían pensado que se casarían, desde que eran niños, pero últimamente había parecido más prudente que el rey buscara una unión con Dorne, para consolidar allí sus logros. Todavía podía recordar el beso que ella le había dado cuando partió por primera vez a la guerra. Ella sólo tenía doce años entonces, pero él aún sentía su amor ardiendo contra sus labios. Ahora ella era una mujer adulta (casada, si aún no acostada) y lo deseaba con un fuego que sobrepasaba cualquier cosa que él hubiera sentido antes. Sabía que debería haberse negado y haberse marchado, pero descubrió que no podía.

Sus manos, manchadas de tinta, se movían como por voluntad propia, subiendo la falda de ella hasta sus pálidas piernas, dejando rastros negros detrás, huellas de los pulgares en la suave piel de sus muslos mientras los separaba. Al menos su vestido no mostraría las manchas, pensó fugazmente. Estaba mojada para él, y una vez que apartaron la ropa, solo le tomó un momento de trabajo deslizarse hacia abajo sobre su igualmente impaciente polla. Ella jadeó, aferrándose a él con fuerza, y él la abrazó con la misma fuerza, deseando no tener que dejarla ir nunca.

" No te preocupes", susurró ella después mientras él besaba el hueco de su cuello y acariciaba su cabello plateado, "No tengoun cuchillo".