Recuerdos de Ángel: 9

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ADVERTENCIA: El siguiente capítulo contiene alusiones y menciones de contenido sensible.

A partir de ese día, cada noche, cuando todo está oscuro y silencioso, cuando estoy yo solo bajo mi fuerte de sábanas y almohadas, siendo manos extrañas en mí. No las de Tyler cuando me revuelve el pelo o me tira de las mejillas, sino las de Tyler cuando toca de otros modos. Manos que no quiero que sean de Tyler.

Noto hormigueos raros y partes de mi cuerpo que se ponen sensibles y laten hasta que yo las acaricio como hizo él. Solo quiero poder dormir.

Tyler dice que tocarme no es malo, que es placentero. Pero lo que debería ser placentero es extraño: junto a un calor agradable siento un chispazo que me dobla cual arcada. Culpa, terror, una respiración atrapada en mi pecho.

La sensación de que algo no está bien me inunda los sentidos cada vez que termino mientras mi cuerpo no sabe llegar a ese punto sin pensar en Tyler, en su rostro lascivo, sus manos grandes, su cuerpo que me aprisionaba, los susurros... sin pensar en lo mal que se sentía. ¿Por qué, si se sintió asqueroso, soy incapaz de buscar placer sin recordarlo? ¿Acaso mi cuerpo ha aprendido a despertar solo en su presencia, por aterradora que sea?

Le amo, le amo tantísimo, pero siento que se adueña de mí arrancándome la piel poco a poco, pone sus manos en mi cuerpo, me incomoda y duele, y después deja una marca invisible que me oprime con deseos extraños y culposos.

Mi niñero, ¿Qué me has hecho? Yo solo quiero ser feliz y sentirme querido ¿Es así el amor? ¿Viene siempre con toda esta angustia? La tomaré, la tomaré por ti una y mil veces sin dudarlo, pero... ¿Tiene que ser así? Si hay otra forma, por favor enséñamela. Me da miedo no poder darte lo que pides de mí sin caerme a pedazos en el intento.

Me da miedo morir.

Siento que voy a morir.

Que voy a...

—¡Ah! —me despierto de golpe: luces, aroma a sopa y una manta encima de mí.

Estoy en el sofá. Me froto los ojos, mirando la hora en la televisión. Las cinco y media, eso significa que...

—¿Ya has despertado de la siesta? —pregunta Tyler sonriendo, sostiene un plato humeante en cada mano y los deja ambos en la mesa frente a mí. Se me revuelve el estómago, aunque la comida luce muy bien —Espero que hayas podido recuperar un poco esas horas de sueño que no has tenido estos días.

—Hm... —murmuro, todavía un poco confundido, envolviéndome en la manta y sentándome frente al plato de sopa. El olor me despierta un poco más, me recuerda a los primeros días en que Tyler conoció para mí.

Días donde no había besos en la boca, ni caricias bajo la ropa.

Sonrío.

—¿Me quieres? —pregunta de la nada, acariciándome la mejilla, secando lágrimas que no sabía que estaban ahí.

—Mucho, muchísimo —respondo con urgencia y él ríe, porque hablo rápido y nervioso, pero es que no sé otra forma de demostrar que le quiero tanto que las palabras no son suficientes —, te quiero para siempre, quiero estar siempre contigo. ¿Estaremos siempre juntos?

—Claro, bobo —responde besándome la frente. Siento que me derrito, mi corazón calmándose, mi cuerpo apoyándose en el suyo —, soy mayor que tú así que empezaré a trabajar y nos conseguiré una casita mientras tú acabas tus estudios.

—Pero suena injusto para ti. —murmuro, haciendo un puchero.

—Solo hago sacrificios por ti, eso es lo que la gente que se ama hace ¿No es así?

—Supongo... —digo bajito, pensando en la palabra sacrificio y en cómo me hace sentir un peso raro en el estómago.

—¿Quieres ver una película?

Asiento con la cabeza, sintiéndome más animado.

Pero ya no vemos películas como antes. Antes nos abrazábamos en las de miedo, nos acurrucábamos en las románticas y nos peleábamos en una guerra de cojines en las de acción. Ahora no sé siquiera de lo que va la película, porque después del título siempre hay manos que me agarran y una boca que busca robar toda mi atención a besos.

Yo me dejo. No quiero perderle.

La incomodidad sigue ahí, pero cada vez es más soportable. Es fácil acostumbrarse a los besos porque son siempre iguales, son húmedos, con labios que se abren y cierran y la lengua acariciando. Siento que podrían ser hermosos, aunque no sé qué es lo que falla.

Tyler vuelve a tocar ahí abajo y hago un ruido extraño, un ruido desagradable. Me pongo rojo, porque sueno estúpido y lo he hecho sin querer.

—Te haré sentir mejor —Tyler asegura, pero yo sé que no necesito esto para sentirme mejor, solo salir de su regazo, sentarme a su lado y ver la película. Solo quiero eso.

Pero sus manos bajan de nuevo. Hoy me he dejado el uniforme de clase en vez de ponerme el pijama. Llevo cinturón y, debajo, el tejano tiene un botón y una cremallera. Es más difícil llegar a mi desnudez así, el otro día recuerdo con horror lo fácil que le fue tirar del elástico del pijama, la tela suave se adaptaba a su intrusión, como si mi pijama lo invitase a tocarme. Pensé que hoy sería diferente, pero me da un tirón en el estómago cada vez que hace movimientos bruscos para abrir la hebilla, desabotonar y bajar la cremallera. Esto es mucho peor que los besos. Las sensaciones son tan intensas y desconocidas... no me siento dueño de mí y cada toque de Tyler es cruel: o me duele o me avergüenza, pero siempre se siente terrible de alguna forma. Quiero llorar, pedirle que pare, pero...

—¿Te gusta?

Su voz suena tan ronca, tan desconocida que no quiero contestar.

Él me lo vuelve a preguntar, me exige una respuesta. Bajo la cabeza y asiento, dejando que las hebras castañas me tapen los ojos. Pero él quiere oírme, quiere mi voz, mi cara, quiere todo de mí y yo no puedo dar más. Me toma de la barbilla y me hace mirarlo, el gesto suave y sus dedos, aunque adultos, son pequeños, pero cuando me toca así parecen tan afilados. Ve mis ojos cubiertos de la neblina de las lágrimas y tuerce su boca.

—Oh, vamos, no seas egoísta. Te cuido tantísimo, angelito, porque te quiero, y solo te pido que tú cuides de mí un poquito. Ah, ya me duele de tanto rato así.

—¿Te duele? ¿Es por mi culpa? —pregunto alarmado ¿Le he hecho daño? ¿Cómo no he podido darme cuenta? Soy tan malo, tan horrible...

—Claro, bobo. —me responde con una voz rara y a mí los ojos se me llenan de lágrimas.

—¡Lo siento! Lo siento, haré lo que digas para solucionarlo, yo...

Él sonríe y yo lo miro como a un extraño. Esa no es la sonrisa amable que me calmó los nervios la primera vez que lo vi. No hay nada tranquilizador en sus gestos hoy.

—Ponte de rodillas.

Fin del cap ¿Qué os ha parecido?

Obviamente el daño que Ty le hace a Ángel no justifica lo que Ángel está haciendo, pero aun así ¿Qué pensáis de las acciones pasadas de Tyler? ¿Y de Ángel chikito?

¿Por qué personaje sentís más compasión? 

Si tuviéseis que matar solo a uno ¿A cuál sería? 

Gracias por leer <3

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