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Capitulo 9.- [Parte II]

Jungkook meneo la cabeza. Las piernas le pesaban como plomo y el tiempo le pareció interminable hasta llegar al teléfono. Levantó el auricular y escuchó. Notó el tono de voz de la directora. Oyó como respiraba tae y tampoco le paso inadvertida la mirada de preocupación que intercambiaron sus padres. Luego se oyó decir:

— Está bien. Ya voy para allá.

Taehyung se puso de pie. No necesitaba preguntar que pasaba. Ya lo sabía.

— Te llevo.

—Jungkook— interpuso su padre —. Creo que no deberías ir a ninguna parte. Mañana no sólo tienes que madrugar, sino que te tomaran un examen muy importante.

El chico quedo petrificado.

— Su esposa se puso de pie. — Olvida el examen. El amigo lo necesita. Eso es mucho más importante.

— Pero  — arguyó. La miró sin comprender. — Si le va mal en física, sus posibilidades de ser aceptado en una universidad decente irán a parar al tacho de la basura. Por otra parte, no creo que una vigilia junto a una cama sea adecuada para un chico de su edad.

— Si deja morir a jimin sin haberle dado oportunidad de despedirse, lo lamentara por el resto de su vida — insistió con firmeza —. En cuanto al examen de física, creo que consolar a un amigo que está a punto de reunirse con su Creador es algo mucho más importante que ingresar en una buena universidad. Por lo que a mí respecta, puede ir a Landsdale JC.

Jungkook miró a su madre azorado.

— El trabajo en Lavender House te ha cambiado — agregó, dirigiéndose a su hijo—. Nos ha cambiado a todos. — Estampó un beso en su mejilla. — Ve con jimin. Quédate con él todo el tiempo que te necesite. Llámame cuando quieras volver a casa. Iré a buscarte.

Cuando llegó al Hogar eran las nueve y media. Tae lo dejó en la puerta, lo besó en la frente y le pidió que lo llamara en cuanto pudiera.

La señora Duran y la enfermera de turno estaban de pie junto a la cama de jimin en el momento en el que jungkook abrió la puerta y entró.

— Ha estado preguntando por ti —. Dijo la directora.

— Gracias por haberme llamado — respondió y se acercó a la cama en puntas de pie.

— Te lo había prometido, ¿No? — La señora Duran sonrió amargada. — Ahora está descansando, pero se la pasa durmiendo y despertando a cada rato. — Ambas mujeres se marcharon para dejarlos a solas.

El se sentó junto a la cama y empezó a rezar en silencio. Se oía la respiración suave y superficial de jimin. La palidez de su piel contrastaba con su oscura cabellera. Le tomó la mano. Quería asegurarse de que aun tenía pulso. No bien lo rozó, él abrió los ojos.

— ¿Por qué tardaste tanto? — le preguntó, en una voz tan baja que casi no se oyó.

— Lo siento. — trató de sonreír. — La próxima vez seré más rápido.

Los labio se jimin se curvaron en un fantasma de sonrisa.

— No habrá una próxima vez, Principe.

— No seas tonto — susurro, tratando de contener las lagrimas —. Sólo estas cansado. Mañana serás otro.

Pero el sabía que no era cierto. Y jimin también. Él cerró los ojos durante un largo rato. El lo creyó dormido, pero se dio cuenta de que estaba despierto al sentir que entrelazaba sus dedos en los suyos.

— Acércate — le pidió. — Quiero hablar.

— No — Gritó el, preso de pánico —. Tienes que ahorrar fuerzas. Debes luchar, jimin. Aguanta. Tú puedes superar esto.

— Shh. — Suspiró el joven. — No puedo. No quiero. Maldición — gimió, con voz apenas audible —. Acércate más. Tengo cosas que decir y muy poco tiempo.

Con lágrimas que rodaban libremente por su rostro. Jungkook obedeció.

— No, jimin — le imploró —. No Me hagas esto. No podría soportar que te…

— Te amo, Principe — Lo interrumpió.

— Oh, Dios, yo también te amo a ti — sollozó.

— Quiero que hagas algo por mí.

— Lo que sea — dijo el, secándose las lágrimas —. Haré lo que quieras.

— Es un comienzo. — Emitió un sonido que pudo haber sido una risa, pero estaba débil que pareció tos.

— No trates de hablar, jimin— suplicó, tratando de alejarse de él para poder oprimir el botón y llamar a la enfermera de turno —. Llamaré a la señora Duran. Te llevaremos a un hospital…

— No — gimió —. Nada de hospitales, ni de médicos, ni de malditos aparatos. Sí, me amas, si te importo de verdad, déjame morir con dignidad. Todo lo que quiero ahora es a ti… es decirte…
Derrotado, jungkook se dejó caer a un costado de la cama, con el rostro a escasos centímetro del de él, apoyando en la almohada.
— De acuerdo — murmuró —. Estoy aquí y me quedaré hasta el final. Pero no necesitas decirme nada. Es demasiado esfuerzo para ti.

— Por Dios — bufo él como pudo —, ya basta. Todavía no estoy muerto. Mis cuerdas vocales aún funcionan. — Con enorme esfuerzo, levantó la mano y la apoyó sobre la cabeza del chico, enredando los dedos en su cabello. Quiero tocarte por última vez.

Jungkook lloró en silencio. Las lágrimas rodaron por su rostro y terminaron en el cuello de jimin.

— ¿Me oyes? — preguntó él.

— Si.

— Dos cosas. — su voz se apagaba. —Quiero saber algo. Si nos hubiéramos conocido en otra época, en otro lugar, ¿Habrías podido amarme?

— Te amo ahora y aquí — gritó el con pasión—. Eres el mejor amigo que he tenido en la vida…

— ¿Podrías haberme amado como hombre? — preguntó jimin

Jungkook ni siquiera tuvo que pensarlo.

— Oh, claro. Jimin parte de mí siempre te ha amado de ese modo.

— No sabes cómo te lo agradezco.

El se le acercó más. Él se alejaba; apenas tenía un hilo de voz.

— ¿Qué más querías decirme?

— Nunca me olvides.

— Por supuesto que no te olvidaré — le prometió.

— Recuérdame cuando canten las aves nocturnas. — La voz era tan baja que resultaba difícil comprender las palabras. Escúchalas… Quiero que sepas que yo estaré contigo siempre… cada vez que escuches el canto…

— jimin.. — lo llamó. Preso de pánico, se sentó y le toco la cara. Él no se movió. Tenía los ojos cerrados. Jungkook extendió el brazo por encima de él y desesperado, oprimió el botón para llamar a la enfermera de turno.

— jimin — repitió.

La enfermera y la señora Duran entraron de inmediato, pero jungkook no les prestó atención. Todavía estaba repitiendo el nombre de él cuando la directora lo hizo salir de la cama, para que la enfermera pudiera trabajar sin perturbaciones.

— Entró en coma — anunció la enfermera.

— Por el amor de Dios — gritó  —. Hágalo reaccionar. Llame a los médicos. — tuvo intenciones de regresar a la cama, pero la señora Duran lo detuvo.

— jungkook — le dijo con firmeza —. Se está muriendo no podemos hacerlo reaccionar.

— ¡Podemos intentarlo!

La mujer lo tomo de los hombros y lo zamarreó.

— Escúchame. Vamos a respetar los deseos de jimin. Aquí no habrá médicos, ni hospitales, ni gestos heroicos. Eso es lo que él quería. Morir con dignidad con alguien a quien él amara. Esa persona eres tú. Deseaba que estuvieras con él de modo que contrólate.

— No — protestó, furioso al ver que se daban por vencidos, que lo dejarían morir —. ¿No podemos intentar algo por lo menos…?

— No se puede hacer nada — le recordó la directora —. Ahora todo está en manos de Dios y, si no puedes manejar la situación, será mejor que te vayas.

— ¿Qué me vaya? — una idea totalmente descabellada. Jungkook aspiro hondo y cerró los ojos un instante. — No, no puedo irme. Tengo que quedarme con él, por doloroso que sea.

— Puede pasar rato hasta que…

— No importa — interrumpió jungkook en voz baja —. Me quedaré todo el tiempo que sea necesario.

Regresó junto a jimin. Se sentó en la silla y le tomó de la mano. Tenía la mente en blanco. Habría rezado, pero no le salía las palabras. Las horas pasaban lentas. El no apartó los ojos de jimin. La señora Duran y la enfermera volvían a cada momento para ver cómo evolucionaba su estado. Le trajeron café, se lo dejaron sobre la mesa de noche. Pero el ni lo probó. No necesitaba cafeína para mantenerse despierto esa noche.

Pasaron las once y jimin todavía respiraba. Jungkook decidió que si a la media noche seguía con vida, se salvaría. El único segundo que dejaba de mirarlo era para ver la hora en su reloj pulsera. Llego la media noche. Vivía aún. Jungkook se le acercó y comenzó a hablar. En varias oportunidades había visto por televisión que el poder del amor y de las palabras lograba sacar a la gente del coma.

— Jimin — murmuró —. No me dejes. Te amo. No soporto pensar en un mundo sin ti. Eres el mejor amigo que he tenido. Me haces ver cosas, me haces pensar, me haces sentir…

Creyó ver un esbozo de sonrisa en sus labios, pero no estaba seguro.  Una de la madrugada. Todavía respiraba.

▪︎Nunca me olvides▪︎ [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora