Capítulo 73

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Creo que la sensación más parecida que hay en el mundo a que te metan un taladro por un oído y te salga por el otro es que te despierten de un timbrazo cuando tienes resaca.

—Joder —jadeo, levantándome de la cama como un resorte para volver a caer rendido en ella, víctima del mareo y el dolor de cabeza.

—Eh, eh, tómate las cosas con calma —me dice Ángel, entrando a la habitación con una bandeja de zumo de naranja y un plato que huele a huevos con bacón. Salivo solo de pensarlo y de repente, aunque la cabeza me va a estallar, el hambre parece recibir toda mi atención. —Aquí, bebe primero —dice Ángel, dejando la deliciosa bandeja en mi regazo —o el cerebro se te quedará como una pasa.

Río, aunque el sonido de mi propia risa me duele y me rebota en la cabeza. Pienso en el pinchazo de antes, en el estridente, horrible sonido que lo ha provocado.

—¿Alguien ha picado al timbre? —pregunto extrañado.

Ángel se encoge de hombros.

—Quizá los testigos de Jehová han decidido buscar casas en medio de la nada —bromea, pero luego hace un ademán y se levanta de la cama, —, tú come y descansa. Iré a ver quien es y luego podríamos hacer un día hermoso solo de ver películas y abrazarnos ¿Si?

Yo asiento, completamente emocionado e incapaz de hablar porque estoy bebiendo zumo. Es realmente delicioso, posiblemente sea naranja con unas gotas de vainilla, las precisas para que el sabor esté presente, peros in inundarlo todo. Cuando pienso en Ángel con el delantal, yendo de aquí para allá en la cocina con tal de hacerme un zumo perfecto y unos huevos con la yema intacta para que pueda mojar pan en ella, mi corazón revolotea en mi pecho como una mariposa.

Me siento en una luna de miel, pero entonces recuerdo la noche anterior y mi bonita esperanza de una vida, de una relación normal con Ángel se resquebraja como cristal.

Si iba a matar a un tipo solo por ayudarme... ¿Qué hará si alguna vez vuelvo a ver a Oliver y converso con él? ¿Qué hará si hago amigos o si un día le sonrío a la cajera de un supermercado? O incluso si no hago nada él puede simplemente pensar que alguien ha puesto sus ojos en mí, incluso si no es cierto, y hacer una locura.

Ángel está fuera de control, tengo que hacer algo. Una vida normal con él no es posible, él jamás tendrá una vida normal, yo arruiné su oportunidad hace mucho.

Algo me distrae de mis pensamientos: voces, voces exaltadas. No reconozco qué dicen, pero reconozco el repentino, escalofriante silencio que viene antes del portazo. Tengo la sensación de que algo anda mal y dejo mi desayuno a medias, notando que mi estómago se llena con preocupación. ¿Debería salir de la cama y averiguar qué está pasando o quedarme aquí como un buen chico?

Me debato mentalmente y opto por quedarme. Cuando Ángel llegue le preguntaré, pero el caso es que no llega. Un sudor frío empieza a recorrerme la nuca, como anoche y pienso en qué podría haber sucedido ¿Un ladrón? ¿La policía? Empiezo a respirar rápido, a notar mis manos temblando, y entonces pasos se aproximan a la habitación.

Pasos firmes, conocidos.

Suspiro cuando Ángel abre la puerta, sonriéndome con dulzura.

—¿Quién era? —pregunto con mi corazón todavía galopando en el pecho.

—Sería algún excursionista tonto. He abierto la puerta y no había nadie. —dice encogiéndose de hombros, con toda la naturalidad del mundo.

Mi estómago se hunde más y más ¿Me he imaginado voces? Ha tenido que ser eso ¿Verdad? De todos modos estoy de resaca y no me he terminado el zumo, lo más posible es que me encuentre mal y por eso esté escuchando y pensando cosas que no son. Niego con la cabeza y retomo el desayuno, aunque sin demasiada hambre.

El niñero (Yaoi) [EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora