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El amor tiene muchas caras y las estrellas cuentan sus historias, amores eternos, imposibles o prohibidos, de estas historias no escapan los dioses, mucho menos los mortales, sus pasiones se mezclan desatando la gran furia de los titanes. Nunca sabes frente a que cara del amor estás, mucho menos encontrar la mas adecuada si la buscas, el amor llega de forma involuntaria, llenando tu vida de luz y tranquilidad.

Desde que tengo memoria mi madre ha sido gran fan de los astros, de sus historias, sus leyendas... Contándome así una gran y bella leyenda no muy conocida llamada 'La Vía Láctea'.

Esta leyenda narra la historia de una hermosa mujer llamada Salami y un hombre valiente llamado Zulamith, dos almas enamoradas que fueron separadas por ser un amor inconveniente, siendo convertidos en dos estrellas lejanas. Sin aguantar más la separación, ambos decidieron construir un luminoso puente que les permitiría reunirse de nuevo y así, en más de mil años, crearon la Vía Láctea. Cuenta la leyenda que cuando por fin estas estrellas se reunieron en el cielo se fundieron en un calido y dulce beso, naciendo de este una sola estrella, la cual no es otra más que la más brillante del cielo.

Lejanos, así me sentí cuando fuí alejado de aquél chico que había traído el amor a mi vida, sentí cómo mi corazón se quebraba como cristal, como de mis ojos brotaban mares de tristeza y mi cuerpo era incapaz de mantenerse quieto.

El resto de años de mi vida se sintieron ajenos, no podía concentrarme en mí, en mis metas, en mis estudios, tenía la cabeza perdida en lo bella que era su sonrisa, tanto que la dibujaba en mi cuaderno cada día, sin dudas los profesores estaban hartos al igual que mis padres.

Fuí mandado a cumplir mi deuda con el país trás cumplir la mayoría de edad, mi padre decía que si no era capaz de estudiar por lo menos cumpliría con el servicio como buen ciudadano.

Recuerdo perfectamente cómo luego de algunos entrenamientos caí desmayado por mi falta de alimento, la comida que se me otorgaba no era de mi agrado y honestamente tampoco me interesaba seguir viviendo.

Al despertar noté las paredes blancas a mi alrededor, el suero entrar por la aguja colocada en mi brazo, observé un poco más el lugar, ahí estaba él, con su bello rostro y suave cabello, mirándome con una sonrisa encantadora, vestido de blanco cómo un bello ángel.

— YoonGi...

Pronunció mientras lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, se acercó y me abrazó, a lo cual respondí con toda la fuerza que tenía, la cuál no era mucha.

— No tienes idea de cuánto te extrañé, Jimin bonito.

Sincere mi corazón por primera vez en años, mi corazón volvió a sentirse completo, mis lágrimas dejaron de ser se tristeza y se convirtieron en lágrimas de felicidad.

Aquél abrazo y sollozos sobre mi hombro me hicieron comprender que él igual lo había hecho, lentamente se separó, haciendo que nuestras miradas se cruzaran y nuestros corazones golpearan contra nuestros pechos.

Mi último recuerdo de ese día es como nuestros labios se fundieron en un beso, dejando renacer nuestro amor como anteriormente había hecho, esta vez ambos nos aseguraríamos de no volver a separarnos.

Como ya saben el amor tiene muchas caras y las estrellas cuentan sus historias, amores eternos, imposibles o prohibidos, de estas historias no escapan los dioses, mucho menos los mortales, sus pasiones se mezclan desatando la gran furia de los titanes. Nunca sabes frente a que cara del amor estás o eso creía, ahora se que estoy frente a esa cara del amor eterno, los años separados no rompieron nuestro amor, cómo tampoco ocurrió con Salami y Zulamith.

MY STAR [ Yoonmin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora