006: humiliation.

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El estruendo de las olas, que golpeaban la arena como si imploraran auxilio, resonaba como un ruego sin respuesta.

Do Do-hee pudo respirar aliviada y encontrar la serenidad en ella al vislumbrar el destello de odio en los ojos de su hermana mayor. Estaba segura de que se encontraba bien.

— ¿Qué...? — Seo-ri parecía confundida. Aparentemente, había tomado la decisión de saltar sin mucha reflexión. Teniendo en cuenta que no sabía nadar —. ¿Cómo? — la última pregunta era más para ella misma, pero incluso los extraños que estaban con ella no tenían la respuesta —. Impresionante instinto de supervivencia —.

Gu-won sonrió en silencio, observando el suelo. Luego, su mirada se posó en su muñeca. Su tatuaje, ya no estaba. La desesperación se apoderó de todo su ser. ¿Dónde había ido? No podía correr en dos patas. Sin obtener respuesta, levantó la vista.

— Ya no está — murmuró preocupado por la cruz permanente que ya no existía —.

Volteó y comenzó a dar zancadas largas hacia la pelinegra. Do' levantó sus profundos ojos, observando al joven. La preocupación en su rostro generaba confusión en ella. Pero simplemente no podía apartar la mirada de esos ojos negros.

La mano de Seo-ri fue agarrada bruscamente, primero la derecha. Recorrió la vista por todo el brazo y, al no encontrar nada, tomó la muñeca izquierda; pero, para su sorpresa, en ninguna de sus dos manos se encontraba lo que él buscaba.

— Por suerte, sobrevivimos — habló Do-hee acercándose, extendiendo su mano hacia su pariente. Mostrando el pequeño tatuaje —. ¿Te encuentras bien, Seo-ri? —.

Jeong tomó el brazo de Do-hee, girándolo hacia él, levantó la manga de su ropa un poco y encontró ese preciado tatuaje.

La migraña le hizo arrebatar su brazo y ubicar sus manos en su cabeza. El dolor era insoportable. Un estornudo por parte de la contraria hizo que Gu-won apartara la mirada de su hermana. Y entonces, por un momento, pensó que sería mejor si ella fuera la que le había arrebatado sus poderes.

El tatuaje brilló con un tono rojizo y dorado, como si fueran llamas, fuego infernal.

Los ojos de Seo-ri y Gu-won se encontraron. Era extraño; Do era la dueña de sus poderes en ese momento, era una intrusa, una ladrona. Pero ese pensamiento, ese deseo de que se tratara de la pelinegra, se repetía una y otra vez en su mente, desconcertándolo.

En esos segundos pensó en muchas cosas. Tal vez porque ella parecía más versátil, alguien de mente abierta que se permitiría entrar en algo para ayudar a alguien. Pero por otro lado, también pensaba que su mirada solo indicaba que, si tenía algún poder, aunque fuera un poco, no lo compartiría con nadie.

MY PERSONAL DEMON | Jeong Gu-won Donde viven las historias. Descúbrelo ahora