41: Dobby, el elfo libre

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El alarido que dio Hermione era rasposo y luego agudo, resonando por toda la larga estancia

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El alarido que dio Hermione era rasposo y luego agudo, resonando por toda la larga estancia. Mi cuerpo estaba inmovilizado, la cara la sentía caliente, trate de mover algún dedo, algo para conjurar magia, sin embargo ni eso podia mover. Solo ahí estaba paralizada, sintiendo la mirada de Draco en mi, pues ni él podía soportar como su amada tía torturaba a mi amiga de esa manera tan grotesca.

— ¿Qué más se llevaron? ¿Qué más? ¡¡Contéstame!! ¡¡Crucio!!

El cuerpo de Hermione se retorció en el suelo como yo había hecho hace unos momentos, y aprovecha do su agonizante dolor, Bellatrix se le puso encima, con el puñal en una mano y con la otra agarrando el brazo de Hermione contra el suelo, empezó a escribirle en este, perforando su piel. Me dieron ganas de vomitar, aunque con mi estomago vacío lo único que saldría era bilis y probablemente sangre.

M...Morgana ... siento que me estoy volviendo loca.

De no ser por ella de seguro que ya me hubiera vuelto loca,  aunque ella ya no podía tocar las cosas ni sentir su piel contra la mía, allí estaba a mi lado. Trataba de acariciarme las mejillas aunque las puntas de sus dedos me atravesaban como un fantasma, me estaba tarareando una especie de canción de cuna antigua, recordándome una y otra vez lo fuerte que era y que iba a salir de esta. Que Hermione iba a salir de esta.

— ¿Cómo entraron en mi cámara? —preguntó Bellatrix, en su cara una expresión desquiciada—. ¿Les ayudó ese desgraciado duende que está en el sótano?

— ¡Lo hemos conocido esta noche! —gimoteó Hermione mientras la mujer enterraba de nuevo el cuchillo en su brazo—. Nunca hemos estado en su cámara. ¡Ésta no es la espada verdadera! ¡Es una copia, sólo una copia!

Aunque parecía catatónica, Draco notó el leve cambio de expresión en mi rostro. Era algo tramposo tener una buena respuesta para esto. Si los mortifagos sabían que era la verdadera nos preguntarían cosas que no sabríamos responder, y si fuera falsa, el problema estaría resuelto, dejarían de torturar a Hermione, y llamarían a Voldemort sin cuidado.

— ¿Una copia? —repitió la mortifaga con voz estridente—. ¡Mentirosa!

— ¡Podemos comprobarlo fácilmente! —exclamó Lucius—. ¡Ve a buscar al duende, Draco; él sabrá decirnos si la espada es auténtica o no.

Todo este tiempo me había dicho que tenia que recuperar i fuerza y liberar todo el poder que la huella del obscurus habia dejado en Morgana y por ende estaba en mi, lo malo es que usarlo em dejaba en un estado mucho peor. Draco me dio una ultima mirada antes de darse media vuelta e ir a buscar al duende. Vi mi mano, tratando de mover un dedo, era cuestión de mover la mano, hablar un hechizo que dejara inmovilizados a los mortifagos y preferentemente sin varitas, pero mover hasta mi dedo meñique era como si estuviera moviéndolo congelado. Tampoco podia usar la huella del obscurus, si es que lo lograba caería inconsciente y ninguno de mis amigos podría ayudarme.

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteWhere stories live. Discover now