19. "Caóticas confesiones"

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-¡Majestad, luce preciosa!- halagó Temari mientras Saori se observaba al espejo, dejando que una criada le ayudara a colocar un collar de perlas.

Llevaba un vestido elaborado, de bordados naturales sobre seda color rosa viejo. Su cabello trenzado y recogido en un moño alto, y en sus manos aquellos guantes blancos de encaje que el rey había mencionado esa noche. La congoja de semanas anteriores había pasado, ahora se encontraba seria y decidida a hablar con propiedad y madurez. El tema del orfanato no era una nimiedad ni podía ser eclipsado por peleas inmaduras.

Cuando llegó la hora, salió de su habitación sin el acostumbrado séquito de sirvientes, pues solo Temari y Shikamaru, el chambelán del rey, los acompañaban en el comedor junto a par de camareros. No ocupó su silla mientras lo esperaba, sinó que paseó por el gran comedor observando las pinturas hasta que Naruto entró. Ella giró para hacerle una reverencia, y de inmediato notó como esquivaba su mirada una vez más. Lilian vino a su mente, esa niña diferente al resto que vivía en su propio mundo de ensueño, escapando de la realidad. ¿Naruto era igual? ¿De qué podría huir el rey de Inglaterra?

El silencio se mantuvo cuando sirvieron el entrante, pero ninguno de los dos probó bocado, simplemente bebieron de un vino francés dulce y de temporada, hasta que Saori carraspeó.

-Fuí a las instituciones que el rey me encargó- informó.

-Lo sé- la respuesta de Naruto fué corta y muy baja.

-¿No me va a preguntar?

-Si tienes algo que decir, solo hazlo- exclamó, empinado su copa del todo y alzándola para que la volvieran a llenar.

-Bien...- se enderezó en su silla y también alzó su bebida, ocultando una risita cuando Naruto vió los guantes en sus manos -Su majestad tenía razón, el dinero no llega a las instituciones debido a los intermediarios. También cabe destacar que las cuidadoras conocen este problema, pero al parecer saben mantener su boca bien cerrada, al menos para confabular. Esas mismas que le hacen el pedido al rey y lo llenan de reclamos. Los infantes viven en condiciones deplorables y están severamente desnutridos. Pensé en contactar un equipo médico, si el rey me lo permite.

-Está bien- murmuró -Hiciste un buen trabajo, envíame los detalles mañana.

-¿Qué? ¿Solo eso...? ¿Qué hará con los ladrones?

-Shikamaru se encargará.

-Pero su majestad me dió la tarea...

-La reina debe... mantenerse fuera de los disturbios públicos- bramó y Saori frunció el ceño a la vez que dejó su bebida en la mesa.

-¡Eso es una tontería! ¡¿Para qué sirvo entonces?! ¿Solo fuí a ver lo deprimentes que son sus vidas?- Naruto apretó sus puños al escuchar los reclamos -Déjeme encontrar una solución por mi cuenta, sé que puedo hacerlo.

-Conozco lo sagaz que puedes llegar a ser- quizás en otra circunstancia, Saori podría tomarse las palabras de su esposo como un halago, pero el tono de este sonó tan despechado, que de inmediato se sintió ofendida.

-¿Qué quieres decir?- inquirió sin respeto.

-La cena terminó- siseó incómodo y se puso de pie, pero Saori lo imitó y pegó un golpe en la mesa, haciendo tintinear toda la vajilla.

-¡Responde! ¡No puedes irte así!- exigió furiosa.

-¡Soy el rey!- gritó

-¡Y yo tu reina!- vociferó a la par y dejó su puesto cuando Naruto se acercó amenazante, pero no para retirarse como mujer temerosa, sinó para encontrarlo a medio camino y plantarle cara.

-¡No porque hayas querido! ¡Y aún así... no puedes!

-¡¿Me tienes miedo?!- Naruto cubrió su rostro con impotencia y negó.

-¡Deja de jugar conmigo!- reclamó entonces, sujetando sus hombros.

-¡¿Quién juega con quién, estúpido?!- bramó con ojos aguados y en el comedor se escucharon las exclamaciones asombradas de los sirvientes, junto con el chirrido de los dientes del monarca -Me llenas de halagos para después...- las palabras exigentes fueron cortadas por un beso demandante.

Brusco y torpe, aquel acto encarnizado fué el medio para canalizar la rabia y desconsuelo que cargaban ambos, ignorando todo cuando, entre jadeos, el rey descendió por su mandíbula hasta su cuello. Era una lucha de poder, una competencia para ver quien demostraba más pasión y odio en aquel comedor. El collar de perlas era un estorbo, el endemoniado corsé peor, así que el rey, obnubilado por la lujuria que le causaba su peleonera esposa, arrojó al suelo platos y copas para voltearla sobre la mesa y de espaldas comenzar a subir sus faldas, mientras los sirvientes, incrédulos, salían corriendo y cerraban las puertas tras dejarlos solos.

Apartando telas y telas, al fin dejó expuesto su trasero, solo cubierto por aquello calzones largos y blancos, iguales a los que había visto el día que la sacó de la fuente. Y si en la oscuridad de su lecho disfrutó de su silueta, ahora, a la luz de las velas, la visión de sus nalgas redondas expuestas cuando los rasgó, fué más que suficiente para borrar cualquier atisbo de protocolo que le quedara y sacar su erección para buscar su calidez interior. Saori gritó al ser embestida, sus piernas temblaron una vez más, pero apenas tocaban el suelo, pues su esposo cargaba con sus caderas solo con el objetivo de llegar más profundo.

Esa conexión intensa de antes, calmada y reconfortante, ahora era un volcán en erupción que arrazaba con todo su raciocinio.

-¡Aghh... estás loco!- gimió con su mejilla apoyada en la mesa y sujetando fuerte el mantel. Naruto respondió inclinándose sobre ella y mordiendo su hombro, ahora expuesto.

Ese vestido hermoso estaba completamente arruinado, pero a Saori no le podía importar menos, demostrándolo con incontables jadeos y gemidos al compás de las penetraciones del rey.

-¿Por qué vienes a... desordenar todo? ¡¿Quién te permitió entrar en mi corazón?! Niña malcriada, solo sabes... ponerme en la cuerda floja- gruñó sobre su espalda y sus embestidas comenzaron a hacerse erráticas.

-¡¿Qué mierda de confesión es esa?!- protestó y volteó un poco para intentar golpearlo, pero Naruto sujetó su mano y mordió también la palma enguantada con encaje mientras se dejaba ir en su interior.

Saori gritó ante el dolor exquisito y la oleada de sensaciones con la que lo acompañó, y mantuvo sus manos unidas cuando el rey apoyó la frente en su espalda mientras jadeaba, intentando recuperarse de tan intenso momento.

-¿Acaso... esperabas algo mejor... viniendo de mí?- rió sin gracia el monarca.

-Siempre echas a tierra todo lo que espero de tí- confesó con sus sentimientos a flor de piel y Naruto se retiró lentamente. Al ella voltearse e intentar arreglar un poco sus faldas, el rey hizo lo mismo con su hombro, pero manteniendo una expresión dolida que no pasó de ser percibida por Saori.

-Entonces deja de esperar. Vuelve con tu padre...

-Mentiroso... ¡Mentiroso!- gritó, golpeando su pecho -¡Dímelo cuando no tenga tu... chorreando por mis piernas!- bramó colérica y con el último golpe, se alejó de él -¡Y yo también te amo, para que lo sepas! ¡Imbécil!- salió del comedor dando un sonoro portazo, y dejando al rey descolocado a un lado de la caótica mesa.

Mad KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora