Capítulo 14

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Sasuke observaba atentamente el entrenamiento de Naruto y Kawaki.

Los movimientos ágiles y certeros de ambos guerreros lo tenían cautivado. Podía notar la fiereza en sus ataques, la precisión letal con que se enfrentaban una y otra vez sin dar cuartel. Y, sin embargo, también vislumbraba el profundo lazo de confianza y camaradería que los unía más allá de su rivalidad.

Eran guerreros formidables, sin duda los mejores que Sasuke había visto. La manera en que Naruto anticipaba y contrarrestaba los implacables golpes de su hijo Kawaki era soberbia, girando y esquivando con una gracia casi felina, para luego responder con certeras estocadas cargadas de una energía abrasadora.

Inesperadamente Sasuke sintió la boca seca, obligándose a desviar la mirada de ese espectáculo. La figura de Naruto, con su piel bronceada perlada en sudor y esos músculos tensos y palpitantes bajo la tela de la camiseta, despertaba extrañas reacciones en su interior.

Se maldijo internamente por permitirse tales pensamientos inapropiados. Debía mantener la mente fría y enfocada en la misión. No podía darse el lujo de distraerse con nada ni nadie, ni siquiera con la tentadora imagen de Naruto exudando feromonas de combate.

Obligándose a apartar tales ideas, Sasuke carraspeó y se concentró en analizar fríamente las técnicas de lucha desplegadas ante él. Como un novato sin entrenamiento previo, estaba muy por debajo del nivel de esos experimentados guerreros. Necesitaba aprender y absorber todo lo posible si quería estar a la altura cuando llegara el momento de actuar.

El encuentro finalizó en empate como de costumbre, con ambos rivales sonriendo con satisfacción. Intercambiaron unas palabras y bromas cómplices mientras regresaban al área de descanso donde aguardaban Sasuke y Mitsuki.

—Nada mal para un vejestorio...casi me haces sudar esta vez —se burló Kawaki propinando un amistoso puñetazo en el hombro de Naruto.

—Ja...ni lo sueñes, mocoso engreído —resopló éste devolviéndole el gesto—. Si crees que eso es todo lo que tengo, vas listo...

Kawaki soltó una estruendosa carcajada y procedió a cargar a Naruto sobre su hombro como un saco de patatas.

—Eso espero, tenemos una revancha pendiente. Pero ahora muero de hambre...

Ignorando las airadas protestas de Naruto, el fornido alfa emprendió camino hacia las termas para asearse y descansar.

Sasuke frunció el ceño ante semejante despliegue de confianza física, sintiéndose incómodo sin saber por qué. Era ridículo molestarse por algo así, no tenía sentido darle importancia. Después de todo, Kawaki era el hijo de Naruto, era natural que compartieran ese estrecho vínculo.

Forzándose a adoptar una expresión neutra, el beta se volvió hacia Mitsuki con la intención de retomar su propio entrenamiento. Pero la inquisitiva mirada dorada del joven omega lo hizo vacilar.

-No creo que a Kawaki le guste esa mirada -dijo Mitsuki, ladeando su rostro, mucho más serio de lo que lo había visto en todo ese tiempo-. ¿Quieres al líder?

Sasuke se negó de inmediato-. No saques conclusiones extraño, niño.

Mitsuki asintió levantándose de su lugar, pero no parecía tan convencido de sus palabras, y no lo culpaba, ni siquiera él mismo sabia si era real. No había sentimiento, eso lo sabía, quizás admiración por cómo estaba manejando todo sin una pisca de vacilación. Naruto era un omega que en algún momento apuntó su espada contra su cuello, quien terminó de confundirlo con alguien más, pero le dio la oportunidad de verificar su identidad.

Incluso si actuaba de la manera en la que lo hacía, era molesto en ocasiones, pero muy dentro de él sentía que podía confiar en lo que estaba por venir.

Destino Fragmentado. SasunaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora