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 Morte

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 Morte.

Pasado.

Laboratorio.

La hora de los especímenes muertos.

Cuando crees que nada puede ir peor, todo va peor.

Estaba sentado en mi cochón con Nyx molestando y brincoteando en mi cama.

Onyx se encontraba sobre nosotros muy probable con su cara de trasero.

Mamá y papá platicaban en la otra esquina de la celda sentados en el suelo.

Hoy nos insertarían una nueva fórmula, no sabía para que, con exactitud, solo había escuchado a escondidas que esto ayudaría a nuestros órganos a reproducirse más rápido. Y aunque me desagradaba que nos quisieran poner eso, me gustaba la idea que ya no tengamos que sufrir por meses mientras los órganos se volvían a regenerar.

Sabía que papá y mamá estaban asustados, pero intentaban aparentar estar calmados para no preocuparnos, pero la verdad era que ya lo estábamos.

Las cosas que nos hacían siempre involucraban dolor, y tenía una extraña sensación que esta no sería la excepción.

Mi mirada se mantuvo fija en las puertas de las celdas mientras de reojo por ratos observaba a papá. Ya se había dado cuenta lo que pasaba por mi mente, y no dudo en acercárseme en el momento que mamá llamo a los gemelos.

—Estaremos bien —se sentó a mi lado y acaricio mi espalda en gesto tranquilizador que no funciono para nada.

—Nunca lo hemos estado realmente, y algo me dice que esta no será la excepción —mis palabras salieron crudas y frías.

—Que puedo decir cuando tienes razón con lo que dijiste. Esto es una mierda.

—Lo es, me pregunto si algún día todo esto tendrá un alto.

—Lo tendrá.

—Para ti tal vez, estas viejo y pronto terminaras tu última etapa, y podrás liberarte de esto.

—No es así de sencillo. No es nada fácil pensar que en unos años más partiremos y ustedes quedaran aquí solos.

— No es bueno eso. Al fin dejarán de torturarlos y podrán descansar.

— Tu madre te tuvo por meses en su vientre, y le costó demasiado traerte al mundo ¿y tú piensas que si morimos estaremos en paz sabiendo que nuestros hijos siguen en este miserable mundo?

—No puedes afirmar como será todo después de tu muerte, tal vez una vez que tus ojos se cierren y tu alma salga de tu cuerpo ni siquiera recuerdes que existimos.

—Probablemente, pero quiero que sepas que nada me gustaría más que sean libres, y que los quiero demasiado.

Papá no era una persona expresiva, y me tomó por sorpresa escucharlo decir esas palabras.

El Plan PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora