Siempre creció bajo la tutela de ser un "arma", una herramienta para los altos cargos del ejercito, la Legión de Reconocimiento. Todos pensaban que no tenía sentimientos al ser capaz de asesinar a todo un país con una simple orden, al igual que tort...
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Memorias de un pasado que sentía como lejano la empezaron a abordar en medio del sueño en el cual no era consciente de pertenecer. Reconoció el atardecer en el vasto horizonte sobre la imponente superficie de la muralla, pudiéndose admirar el inmenso campo abierto en el horizonte, verde y libre, a pesar de tener seres que amenazaban con arrebatar aquella libertad en segundos.
La joven tenía pestañas rubias que hacían sombra sobre sus ojos que eran como azulejos con una esencia similar a los de una noche estrellada, pero que ahora al ser expuestos a los leves rayos cálidos del atardecer, producían la sensación de asemejarse a esferas que encapsulaban parte de un cielo brillante a pleno día. Estos, mantenían su atención fija sobre la presencia arrodillada frente a su pequeña figura, embargando al hombre con una intensidad que no era capaz de abrumarlo por la costumbre.
—Mis disculpas, Capitán —dijo nuevamente. Su voz aguda y aniñada por la edad que no concordaba con su manera robótica e inexpresiva de hablar—. Fallé al cumplir con mi orden. El joven Eren Jaeger fue raptado por los dos traidores infiltrados al igual que la nueva titán cambiante Ymir. La joven Ackerman y yo logramos decapitar a ambos antes del ataque; deberían haber muerto, pero aún así... —Bajó la cabeza, haciendo que su cabello largo y revoltoso cubriera su rostro de mirada perdida— Lo lamento...
—No tienes que lamentarlo, Violet.
Ante sus palabras, alzó la cabeza, permitiendo que su Capitán observara de nuevo su estado en segundos. Ella, de rostro irrefutablemente bello, similar al de una muñeca, contrastaba de manera cruel con su grave estado: Quemaduras graves sobre la piel similar a la porcelana, dañaban esta de tal forma que a cualquiera le haría emitir, por lo menos, un quejido de dolor. Su cabello dorado, ahora opaco por la tierra. Las heridas y lesiones se destacaban por la sangre y los cortes sobre su uniforme militar...
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Frunció el ceño al tiempo que sacaba un pañuelo de su traje elegante, procediendo a limpiar la sangre que caía de su frente desde hacía minutos, cosa que a ella no pareció importarle en ningún momento.
