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Extraños

Los días del celo habían pasado, Horacio estaba derrotado, cada músculo de su cuerpo era un sufrimiento, las caderas le dolían tanto, que no podía siquiera girarse un poco. En la habitación no había nadie, más que él; un sentimiento de decepción le hizo sentirse cabizbajo, recordaba perfectamente cuando pidió al alfa que se quedará con el y sobre todo, su nombre, su rostro y maldita sea, paso lo que creía imposible desde que llegó a esa maldita casa.

—Viktor Volkov.

Soltó un suspiro, ese nombre resonaba por su cabeza, el rostro y lo que había ocurrido durante su celo. Su rostro había ganado un color rojizo debido a su sonrojo, aún no podía creer lo lejos que había llegado con esto, nunca pensó que lograría involucrarse de esta manera. Ahora sabía su maldito nombre y conocía su guapo rostro, simplemente estaba condenado a ilusionarse con el ruso, tenía muchas incógnitas, la primera; ¿Volkov lo dejaría ir? Y la segunda, un poco absurda quizá; ¿Se había enamorado de él?

A este punto comenzaba a creerce un poco la segunda, pero no debía bajar la guardia, quizá solo estaba pensando de más. Además tenía hambre, eso no lo hacía pensar del todo bien, olvidó todo pensamiento extraño y se levantó de la cama, como pudo y con las piernas temblando; había notado algo muy importante, estaba limpio y no sentía dolor en los hematomas que tenía en su piel.

Pego un chillido de emoción.—¿Será que logré lo imposible? Sin duda, soy el puto mejor.

Dejo de sobre pensar por un momento y comenzó a prepararse para bajar y comer algo, se vistió con algunas prendas que había encontrado, no estaba en su habitación y eso, porque hace unos días, había un cuerpo allí. Bajo las escaleras hasta adentrarse a la cocina, se asustó al ver a Volkov allí, quién estaba sirviendo café y en silencio, llevaba todo a la isla.

—Horacio, ¿Quieres café?

—Ah, si por favor.

Tomo asiento en un banco y espero paciente por su taza, se sentía nervioso, las manos comenzaban a sudar y el silencio lo abrumaba demasiado, al tener su taza frente a él, agradeció y dió pequeños sorbos, soplando para apaciguar el calor del líquido humeante. Volkov había tomado asiento frente a él y comenzó a disfrutar de su bebida, ninguno de los dos se digno a hablar, tan solo reinaba un sepulcral silencio.

Horacio sabía que ambos tenían que hablar, está actitud distante del ruso aunque era normal, creía que al menos sería un poco más amable en sus palabras, pero seguía siendo bastante frío en sus palabras y ni siquiera lo miraba, ahora podía ver su rostro y la verdad, es que era todo un hombre sin expresión, lo cual lo aterraba. No sabía cuanto tiempo le miro la cara, pues sus miradas conectaron y Volkov enarco una ceja.

—¿Qué?

—Nada, es solo que… es un poco incómodo ver tu rostro después de acostumbrarme a solo verte con pasamontañas.

—Haberlo dicho antes, podía irme a otro lado o si tan incómodo estás, pudiste irte.

Los ojos de Horacio se abrieron en sopresa, ¿Qué con esa actitud? Pareciera que en realidad nunca había ocurrido lo de la noche anterior, bajo la mirada y su pecho se estrujó, lo trataba como un extraño, como si nunca hubieran cruzado palabra antes. Trago saliva, reprimiendo las ganas de llorar, las lágrimas le amenazaban con salir, pero estaba cansado de llorar por culpa del alfa, sufrir por su indiferencia; aclaro su garganta y si quería regresar a lo del principio, entonces no tenía de otra.

—¿Cuando podré irme? Necesito volver con mi hermano y al lugar donde pertenezco.

—Puedo dejarte ir hoy mismo, pero. . . No creo que encuentres a tu hermano, si supieras todos los problemas que le está causando a mi colega y no lo dejará ir tan fácil.

La preocupación llegó, había olvidado ese problema que tenía Gustabo y entendía a lo que se refería el alfa, si era lo que creía, tenía mucho miedo de que volviera a lastimarse y si intentaba hacerle daño al alfa con quién se fue, probablemente esté lo podría matar, de solo pensarlo su piel se erizo y su pulso se aceleró; se puso de pie de inmediato, tenía que tomar la palabra de Volkov e irse ese mismo día.

—¿A dónde vas?

—¡Tengo que salvar a Gustabo!

Subió corriendo a su habitación, al entrar, noto que solo la alfombra estaba sucia, ya sabía que era, así que no le importo. Busco la ropa más abrigadora que le había dado el alfa y comenzo a vestirse, tenía tantas ideas, primero necesitaba dinero y el alfa no podía negarselo, porque ese era el trato. Por último se colocó unas botas y al girarse, noto al alfa en el umbral de la puerta.

—Volkov, necesito que. . . Me pague.

El simple hecho de dejarlo ir le dolía en lo más profundo del alma, ya lo había admitido desde aquel día cuando comenzó su celo, lo quería demasiado, anhelaba tenerlo consigo mismo por siempre, estaba enamorado y probablemente obsesionado, pero había algo que no dejaba de molestarlo y es que, no importaba que, el Omega estaba dispuesto a regresar y abandonarlo. Las palabras de hace un rato "puedo dejarte ir hoy mismo..." Habían sigo una prueba, la cual resultó fallida, tampoco podía mentirle, conocía el estado de Conway y las cosas que vivía con su Omega, no se sorprendería que Jack perdiera la cabeza y matará al Omega. Sería aún peor ocultarle a Horacio que Gustabo está bien, aún sabiendo que no.

—Horacio, se que dije que podías irte. Pero no quiero que lo hagas.

—¿Y por qué no? Creo que ambos estamos hartos de uno del otro.

—No, no es eso. Horacio, se que tú hermano es importante para ti, pero a este punto, no creo que resista con mi colega, no es muy paciente.

Los ojos del Omega se cristalizaron, negando.—No me digas eso por favor. . . ¿Por qué me dices estás cosas?

—¿Esperas a que te mienta? Escucha, quédate aquí, empieza de cero una nueva vida. Conmigo.

Horacio miro al contrario con las mejillas empapadas de lágrimas, ¿Había escuchado bien? Quizá ahora entendía, pero había algo más importante para el, su hermano quien había luchado tanto por él, ambos conocían secretos de ambos y aunque no compartían sangre, estaban tan unidos, que negaba a creer las palabras de volkov, en también tenía una fuerte necesidad de estar con él, pero no se podía permitir quererlo, porque le había destrozado la vida, sentía una profunda humillación de su parte, el no consideraba sus sentimientos y tampoco le conocía lo suficiente como para saber que no se rendiría y aún que estuviera enamorado de él, no estaría con el hombre que lo apartó de su hermano.

—No.


















































Remin

Tuyo 3 (Volkacio) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora