No era el día preferible para ir a la academia. Hubiese sido mucho mejor quedarme en casa. ¡Odio este momento! Caminar a un lugar donde no quiero estar aunque en casa tampoco es que sea lo mejor. El cielo estaba tan gris como mi piel aunque la mía era más colorada. Mi cabello... Cada que veo mi cabello largo, mirarlo de reojo me enoja. Me enoja verme al espejo y ver que mi cabello llega hasta mi cintura. Odio que sea así de largo... Quiero cortar mi cabello, un corte algo nuevo, que me encante o que sea más mi estilo. Pero no puedo, mis padres me tienen prohibido hacerlo, piensan que por hacer eso me veré más masculina, o que perderé mi feminidad... No quiero seguir aquí. Quiero volver a donde era feliz, a Canadá. Cada paso es agotador. Quiero poder descansar... si se puede, en paz. Creo que preferiría estar muerta que seguir caminand-. ¡Oh! Llegué... Empieza mi calvario. Odio esta maldita academia. Preferiría estar tomando el metro en la gran ciudad de Tokio, pero lastimosamente nos tuvimos que mudar Kyoto, un pueblucho no tan alejado de la vida moderna, pero igualmente es un pueblo. Mis padres decidieron mudarse por la seguridad que da Japón. Aparte, me ingresaron en clases de danza sin avisarme, ¡y lo peor es que es una danza de esas antiguas!, ¡¿por qué tengo que estar en actividades que detesto?!, ¡preferiría estar en baloncesto, fútbol o karate!, o lo que sea de artes marciales. Igualmente, tengo que dejar de pensar en eso, ya había llegado la maestra de la primer hora.
- Muy buenos días alumnos, hoy empezamos con matemáticas. -la maestra, la cual era demasiado amargada, aparte, de que siempre caminaba algo encorvada, y su forma de vestir daba a entender de que es una completa amargada, pero bueno, ella llegó al aula de clases con una gran seriedad y amargura, mirando a todos por encima de sus gruesos lentes.
- Muy buenos días, maestra. -todos lo del aula, contándome a mí, nos pusimos de pie e hicimos una leve reverencia a la maestra para darle la bienvenida, aunque, si fuese por mi, no hago esta mierda, odio tener que acostumbrarme a estas cosas. La maestra nos dio la indicación de sentarnos, lo hicimos y ella empezó con las clases. Me aburría demasiado, ya que no me llevaba bien con los de mi aula, solo tenía amigos en otras aulas o en otros grados.
Después de las tres primeras horas de clases salimos para merendar, en esos momentos estaba comprando mi merienda, pero, mientras lo hacia se me acercaron varios de mis amigos a fastidiarme, aunque, no me importaba mucho ya que con ellos me sentía mejor que en casa, aunque bueno, habían veces que me molestaban con mi altura y me irritaba, pero igual es divertido estar con ellos.
- ¡Sophie! ¡Maldita enana! -Emi Yoshida, una de mis mejores amigas se había acercado a mí. Me abrazo con fuerza. Ella es más alta que yo, por unos centímetros pero igualmente me fastidiaba, y en parte al ser más pequeña que ellos me había quedado el apodo de "enana".
- Hola Emi-la miré y le solté una sonrisa, algo que solo hago con mis amigos, y lo cuál me sentía demasiado segura de hacerlo cada que estoy con ellos. Deje de sonreír cuando vi que el resto de mis amigos se acercaban. Yo sabía que eran ellos por la diferencia de altura y más.
- Hola Sophie... -Jovi, mi mejor amigo se acercó a mí y me acaricio la cabeza, a lo cuál yo dejé que lo hiciera ya que me sentía bastante cómoda. Minutos después de saludar a todos, habíamos decidido ir a unas bancas que habían cerca para poder comer y hablar un rato.
- Sophie, ¿tú piensas seguir en las clases de danza? -me preguntó Junko, otra de mis mejores amigas, ya que, ella sabía que mis padres me habían ingresado a clases de danza sin siquiera preguntarme. Yo le respondí que no, pero mis padres no me querían sacarme de las clases, ya que una vez pelee con ellos para que me sacaran de esas clases aburridas y me dejaran ingresar a algún otro deporte o algún arte, pero ellos me respondían siempre con un rotundo no.
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♡❣𝓐𝓶𝓸𝓻 𝓪 𝓵𝓪 𝓭𝓲𝓼𝓽𝓪𝓷𝓬𝓲𝓪❣♡
RomanceRogger Mertens y Sophie Evans son adolescentes que, gracias a una presentación que tuvieron en el mismo lugar cruzaron miradas y decidieron hacerse amigos, pero, al saber que vivían lejos el uno del otro se pasaron sus números para poder seguir habl...