Capítulo 1.

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     Isis.
   

  Me meto en el coche frustrada.
   ¿Por qué coño tendré que ir a la mierda de galería de arte? Y encima son tres días.
   -Quita esa cara de amargada, y sé educada, no quieras sufrir las consecuencias.
   -Cállate Gabriel, hace tiempo que no me importa lo que me puedas hacer, me dan igual tus amenazas, al igual que tú - digo enfadada.
   -Ya veremos, ya - ríe con aires de superioridad.
   Aprieto mis puños en un intento de no pegarle, porque este gilipollas al que tengo como marido se merece más de un golpe en la cara.
   -Si tanto quieres pegarme, hazlo - me dice.
   -No capullo, yo no soy como tú.
   Se ríe demasiado fuerte, como si le hubiera contado un chiste.
   -No eres capaz ni de pegar a una mosca, mujer.
   -Eso tu no lo sabes - siempre hace lo mismo, me reta para que le pegue, y yo ya estoy harta.
   -¿Ah, no? Pues si tan fuerte eres, ¿por qué querías suicidarte, eh? Eres débil, aunque tu cara muestre a una chica dura.
   Odio hablar de esto, nunca llegué a lograr mi cometido, y lo peor aún, me casé con este imbécil, pensando que me quería.
   -Callate.
   -¿Ahora quieres que me calle? Antes no lo querías, y ahora por decir que eras una...
   -¡Que te calles, joder! ¡Cállate! - le corto -. No sabes las razones por las que tuve que pasar, no lo sabes, así que cállate.
   -¿Cuántas veces te he dicho que no me grites? - me pregunta amenazante.
   Yo no respondo.
   -Nunca me debes faltar el respeto, ¿lo entiendes? - dice agarrándome de la barbilla -, nunca.
   -¡Déjame Gabriel! Sabes tan bien como yo que no voy a besarte los pies, soy libre, ¿vale? ¡libre!
   Su mano estalla en mi cara en un sonido sordo. Me trago las lágrimas, no voy a consentir que sepa que me duele.
   -Te lo dije - grita hecho una furia -, te lo dije. Pero tú nunca haces caso, y mira lo que me has hecho hacer.
   -Hazlo otra vez si quieres, estoy tan acostumbrada, que ya ni me duelen, gilipollas.
   Se queda callado, asumiendo mis palabras.
   El coche se detiene, y yo salgo corriendo hacia la galería. Me digo a mi misma que no he de llorar, él no se lo merece.
  

   -¿Isis? Isis, aquí - grita mi hermana, contenta al verme.
   Corro hacia Alicia y nos abrazamos. La echo mucho de menos.
   -Hola Ali, ¿qué tal?
   -Genial, he ido a Roma con Thomas, y me lo he pasado genial, es tan romántico... - se calla al ver mi cara, justo donde Gabriel me ha pegado.
   -No ha sido nada, ya no me duele cuando me pega, Alicia - sonrió para tranquilizarla.
   -Respeto que no te deje ver la tele, o que solo te deje llevar las túnicas que llevó Jesucristo en sus tiempos, pero esto si que no - dice enfadada -, no consiento que ese cabrón pegue a mi hermana, ¡No lo consiento, joder! - grita con furia, de manera que unas cuantas personas se giran para ver que ha sucedido.
   -Baja la voz, Alicia - la pido desesperadamente -, al final se va a enterar todo el mundo.
   La cara de decepción que se le queda a Alicia después de oírme es alucinante.
   -No me lo puedo creer. ¿Vas a vivir toda tu vida a merced de ese gilipollas?
   -No Alicia, pero quiero ser yo la que le de la primera patada, esta es mi lucha, no la tuya, ni tampoco la de otra gente.
   -Me gusta oír eso, hermanita - Sonríe con malicia -, tu puedes.
   -Ya sabes que yo nunca he cambiado, y ese cabrón me las pagará muy caras.
   Alicia se ríe y me abraza, está orgullosa de mi.
   La abrazo también, y las dos nos reímos cuando nos separamos.
   Alguien me coge de la cintura, y en ese momento a mi hermana le cambia la cara.
   Gabriel.
   -¿De qué se ríen éstas dos preciosidades?
   -Tampoco te importa, cuñadito - le responde mi hermana con odio, asco y desprecio.
   -Alicia - le replico, con mi mirada de advertencia.
   -Bueno, ya que tu hermana está muy tensa - dice Gabriel -, vamos nosotros dos a ver los jardines.
   -No, estoy con Alicia - digo soltándome de su agarre -. Me quedo aquí.
   Gabriel me mira con esa mirada que solo significa que voy a tener problemas.
   -Haz lo que quieras.
   -Ya lo está haciendo, Gabriel - se mete mi hermana.
   -¿Alguna vez te han dicho que eres una insolente? - le pregunta Gabriel con desprecio.
   -¿Y a ti alguna vez te han dicho que eres un payaso? - responde mi hermana, levantando una ceja.
   -Eres muy maleducada, deberías corregirte - le responde él.
   -Por lo menos yo no trato a mi mujer como si fuera la mierda misma - ataca ella -, pegándola, insultándola...
   Gabriel quiere decir algo, pero Alicia le corta, poniendo un dedo en su boca.
   -Pero ¿sabes qué? Algún día te arrepentirás de no haberla valorado lo suficiente. Se irá de tu lado, se marchará, se irá con otro mil veces mejor que tú.
   La cara de Gabriel cambia al odio, y sus ojos traspasan el miedo que tiene de perderme.
   -Isis no va a dejarme, no puede.
   -Ella no es tan tonta, Gabriel. Va a dejarte algún día, que te quede claro, y cuando lo haga, te quedarás viviendo debajo de un puente, con tu orgullo por el suelo, y la dignidad perdida.
   Mi hermana con las palabras es muy buena, y se nota por la cara de Gabriel.
   Alicia sonríe victoriosa.
   Yo estoy en un segundo plano.
   -Isis, vamos a ver los jardines - me dice Gabriel con tono de advertencia.
   -A los jardines te vas a ir tú solo, majo. Mi hermana se viene conmigo - contraataca Alicia agarrándome del brazo posesivamente.
   Gabriel ríe sin gracia, y después de mirarme y ver cuál ha sido mi decisión, se va.
   Cuándo está demasiado lejos para oirnos, Alicia grita, y se pone a saltar mientras ríe.
   -Esto es ser una Ross.
   -Vaya, le has dejado mal - río.
   -Oye, lo siento, pero tenía que hacerlo - dice un poco dolida y culpable.
   -No pasa nada, ya te dije que me da igual lo que haga. No me importa.
   -Pues entonces genial, vamos a ver por los alrededores.
   -Vale - sonrío encantada -, vamos.

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