Tal vez no haya sido una buena idea después de todo contestarle de vuelta al gran Sar Sleg, eso pareció enfadarlo más. Le iba a costar caro, incluso después de que Yannik se lo insistió tantas veces. Ahora se daba cuenta, pero en su momento no podía parar su lengua. La ira lo dominaba. De todas formas, el motivo pasaba a segundo plano por ahora. Lo que mantenía en un estado de perplejidad a Dakari era que Sar Sleg lo tenía suspendido un metro sobre el suelo de la escalinata, mas o menos a la altura de la rodilla de un Altísimo, sin siquiera tener brazos. No tenía idea de cómo lo hacía, nunca antes los había visto hacer eso, como si se hubieran vuelto más fuertes...Pero solo esperaba no caer de pronto y estrellarse contra el duro piso de piedra de la torre y rodar cuesta abajo por la escalinata. Por ese motivo había dejado de patalear tratando de zafarse.
Finalmente, llegaron a una de las tantas habitaciones que había en la Torre Siksa de esa estrella. Todas, sin excepción, tenían como puerta una gran reja con cerradura. Sin embargo, no se requirió una llave para que el Altísimo Sleg metiera a Dakari en aquella jaula. Un extraño murmullo incomprensible fue suficiente para que la cerradura se abriera por sí misma con un chirrido. El peor temor de Dakari se hizo realidad cuando, impulsado por la misma fuerza que lo hacía levitar, fue arrojado dentro de aquella jaula.
–Esperemos que esto le haga aprender una lección o dos, Señor Dakari.– Lo provocó Sleg con esa voz tétrica característica de su raza, enfatizando la manera tan respetuosa en la que se había dirigido a él.
–¡¿Qué altísimos te hacen pensar que yo voy a tratarte con respeto?! – Dakari no pudo resistir a la provocación y se levantó de un salto frunciendo el ceño y apretando los barrotes de la jaula al igual que sus propios dientes.– ¡Tú, grandísimo mastodonte, no mereces el respeto de nadie después de lo que has hecho! ¡Además, ya te expliqué que yo no fui el que arrojó la vasija de vino sobre tu cabezota!
–¡Ya basta de estupideces, Dakari! ¡No soy el único de nosotros que te ha dicho que no puedes andar por ahí haciendo tu Altísima voluntad! ¡Ahora, te quedarás aquí hasta que la cerradura decida cuándo puedes salir!- Sentenció Sleg al tiempo que la cerradura volvía a cerrarse.
Mientras el Altísimo se alejaba, Dakari alcanzó a escuchar cómo murmuraba...
–Componer a este mocoso es más difícil de lo que creímos. Con los años me está colmando aún más la paciencia.
Y era verdad. Dakari ya no era aquel niño asustado que era cuando llegó a Dustakhan.
*
La cerradura volvió a dar un chirrido. Nunca supo cuánto tiempo había estado ahí, pero al salir de la jaula pudo observar la luz anaranjada que iluminaba el suelo de piedra de la torre. Esa era una señal de que había pasado casi toda la jornada encerrado. No había comido ni bebido nada desde que lo confinaron, así que buscó desesperadamente algún tipo de alimento dentro de la torre.
A pesar del reflejo de los astros abrazados, la iluminación no era suficiente. Invocó su murua con la palma izquierda de manera cóncava y el brillo le permitió ver por donde caminaba pero seguía sin ser suficiente. Estas torres no tenían suficientes ventanas — si es que se les podía llamar así a aquellos orificios — por obvias razones: se suponía que eran monumentos al castigo. Dando tumbos encontró lo que parecía ser la entrada a la torre y tomó ese camino. Continuó caminando por algún tiempo más hasta que volvió a encontrarse con una escalinata parecida a la que lo había llevado hasta las jaulas. Asumió entonces que debería estar entrando a otra de las torres. No sabía a cuál de todas, sin embargo. Tal vez y con suerte, una Adhyana. Sin nada que perder y mucho espacio en su estómago que llenar, se resolvió por subir. Al llegar a la planta alta, se dio cuenta de que existían varias habitaciones a lo largo del corredor. Entró a la primera que se le ocurrió, ubicada al lado izquierdo del camino. Pero lo que encontró no llenaría su estómago, sino más bien haría que saliera lo poco que había dentro.
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La Estrella Verde de Dustakhan
FantasyDakari es un niño con un talento especial, por lo que para garantizarle la educación que merece, es llevado al internado de Dustakhan, liderado por los Altísimos. Sin embargo, con el pasar del tiempo descubre que los Altísimos avanzan más en su tare...