Primera de muchas (Swissxsodo Omergaverse)

XXXIII

En una mañana con una brisa suave, las gotas de lluvia caían delicadamente a través de la ventana del elegante auto donde Swiss viajaba. El moreno contemplaba cada rincón de la calle que recorría, encaminándose hacia la casa de su padre. Este lo había citado con insistencia, y Swiss apenas tuvo tiempo, así que se dirigió hacia el lugar. Iba solo, ya que necesitaba abordar un tema delicado sin la presencia de su pareja, consciente de que había asuntos que no podría discutir frente a él. Además, para él, el tema de su padre era particularmente sensible.

Swiss jamás sufrió en su crianza; siempre fue razonablemente sano. Sus padres le brindaban amor y atención de manera constante, especialmente por parte de su papá, quien era un encantador omega con una sonrisa y personalidad opuestas a las de Swiss, pero notablemente más cariñoso y comprensivo. Al contrario de su padre, de quien heredó su personalidad, y a pesar de que este es la figura más estricta en cuanto a educación, Swiss le tenía cierto temor y respeto.

Aún así, la relación entre su padre y su papá siempre fue un gran ejemplo para él. Ambos se complementaban a la perfección: su papá con su personalidad tranquila pero afectuosa, y su padre con una personalidad hiperactiva pero menos demostrativa en términos de cariño. Esta dinámica familiar se convirtió en un cimiento sólido para Swiss, proporcionándole un equilibrio entre el afecto y la disciplina.

Sin embargo, la elección de Swiss de seguir una carrera en la música dividió su relación, pues fue algo que nunca le pareció a su padre, dueño de una próspera empresa. A pesar de la falta de aprobación de este último, Swiss recibió un sólido respaldo por parte de su papá, quien logró convencer a su pareja para que respetara la decisión de su hijo. Aun así, la elección de Swiss los distanció, dejándolos en una incómoda presencia mutua. Hasta el día de hoy, su padre no ha aceptado plenamente su elección profesional.

Finalmente, Swiss había llegado a su destino, donde dos hombres lo guiaron hacia una habitación donde su padre lo esperaba. Inhaló profundamente, tratando de calmar sus nervios antes de que abrieran la puerta frente a él.

— Señor Terzo, llegó su hijo — anunció el hombre que lo escoltaba, logrando que el aludido volteara con una sonrisa.

—Gracias. Déjanos, por favor — solicitó. El hombre obedeció y salió, cerrando la puerta.

Ambos alfas quedaron en un breve silencio, durante el cual, el mayor se acercó al menor. Se aproximó con seriedad, para luego acariciar su barbilla con ternura y sonreírle.

—Qué gusto verte, hijo — expresó — Ese día solo pudimos vernos unos minutos.

— Igual me alegra verte — respondió Swiss, devolviendo el afecto ahora en el brazo de su padre. — Pero tengo que tomar un vuelo esta noche para volver con la banda, así que tampoco tengo mucho tiempo.

— Claro, tu trabajo — dijo algo fastidiado. — ¿Te pagan bien?

—No empieces, padre — pidió Swiss, separándose del aludido.

—Sí, lo siento — se disculpó con una leve sonrisa. — Mejor hablemos de tu boda.

—¿Qué boda? — preguntó con una risita. — No hemos tomado una decisión.

—¿Entonces vienes a cuestionar mi petición?

—Sé que no es una petición — admitió Swiss. — Es una orden.

—Qué bueno que me conozcas — guiñó con una sonrisa, para luego tomar asiento en la silla de su escritorio y pedirle a Swiss que hiciera lo mismo.

—Claro que sí, papá me enseñó a soportarte — dijo con una sonrisa nostálgica, acomodándose y cruzando las piernas.

—No menciones a tu papá, por favor — pidió, tomando el vaso lleno de licor frente a él. —Mejor dime, ¿por qué cuestionas lo que te pido?