Cuando Irene decide su pasión

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Algo que le gustaba a Irene de su grupo de amigas era lo versátiles que podían llegar a ser.

Y decía grupo, no dúo, porque oficialmente eran un grupo.

Ahora Brenda se sentaba con ellas a la hora del almuerzo aparentemente traída a la fuerza por la líder de aquel trío, pues la pobre chica acostumbraba quedarse en los sanitarios en todos los descansos, todos los días, sin dar una explicación aparente.
No era muy difícil averiguar porque y de hecho Irene no lo mencionó el primer día que Helena la trajo casi a rastras hasta ese pequeño oasis.

Su "pequeño pedazo de paraíso", como lo había denominado ella misma, pues estando ahí, se sentía a salvo. Los acosos sesaron por unos breves días, incluso semanas, Camila parecía ignorarla completamente, aunque Aby no, ocasionalmente le lanzaba pequeños trozos de basura cuando los docentes no les estaban prestando atención o soltaba comentarios al aire frente a todos para herirla y hacer reír al resto del grupo y aunque el pecho todavía le dolía al escuchar las risas, podía decir abiertamente, que estaba más tranquila que en su anterior escuela.
A pesar de los empujones "accidentales", de las malas bromas o acusasiones sin sentido.

Se sentía mejor que nunca.

Por primera vez tenía a un grupo con el cual juntarse, con quien compartir sus miedos y risas.

Eso pensaba mientras miraba a Brenda y a Helena juguetear entre ellas. Ambas estaban de buen humor hoy y se reían a carcajadas, burlándose del ex de Brenda, quien al parecer ya había pasado a la historia, después de casi seis largos meses de llantos y preguntas que solo servían para torturarla.
Ahora se encontraba bien, y estaba dispuesta a seguir con su vida.

A pesar de escuchar continuamente como Janet presumía a su nueva pareja frente a su cara, como mostraba en redes sociales lo lindo que podía a llegar a ser el ex de la pobre chica.
Pero eso ya no le importaba, ahora era solo ella e incluso la veía más feliz que antes.

Sin embargo, por cosas como esa, Irene pensaba que era mejor mantener su distancia respecto a las relaciones amorosas, jamás había tenido una y los chicos por los que se veía notablemente atraída se resumian a cantantes y actores que jamás llegaría a conocer, solo así estaba a salvo, de sufrir el mismo destino de su propia madre o de Brenda.
Aunque también existía una contraparte, algo que la hacía dudar respecto a esa postura suya, en la cual, en momentos de poca lucidez, se planteaba el darse una oportunidad con algún chico que llegara tarde o temprano a su vida.

La relación amorosa de Helena parecía solo ir en ascenso. A veces iba por ella y pasaban el receso juntos o se sentaba a hacerle compañía, dejándose poner flores en el cabello, salían a citas, pasaban tardes enteras juntos y realmente lucían enamorados. Sus ojos parecían brillar cada vez que se encontraban y sus cuerpos anhelaban el tacto del otro.
Ella también quería experimentar eso, no sentía envidia, pero si bastante curiosidad, aunque, ¿qué posibilidad tenía ella de llamar la atención de algún espécimen masculino?, lo acepto hace mucho tiempo y ya no dolía, sencillamente ella no era linda y los chicos que le gustaban tenían por regla general ser atractivos, quizás era un poco hipócrita de su parte, pedir un belleza sin ser ella misma algo semejante, pero es que ella no era como su amiga.
Miraba de reojo a Gabriel y a Helena, su amiga era una belleza, una muñequita andante, linda y elegante, mientras que Gabriel...

Bueno, prefería no dar su opinión, aunque ciertamente se veía mucho mejor que Adrián.
Sin embargo llegó a la misma conclusión de siempre, un círculo vicioso. Lo mejor era mantenerse sola y jamás arriesgarse a enamorarse, porque el amor te volvía vulnerable, era prácticamente darle armas a otro individuo para destruirte y confiar en que jamás lo haría, pero en la mayoría de los casos...si lo hacía, siempre lo hacía.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora