Vuelta a casa

798 51 14
                                    

Mucho tiempo ha pasado. Mucho, a decir verdad, pero aún así, para mí solo han sido escasas horas desde que las palabras estridentes de Claudius nombrándonos campeones.

Campeones... Que palabra tan extraña y difusa. Los campeones se sienten felices de ello, mientras que yo, actualmente, no siento nada parecido. ¿Victoria? Nunca pensé que algo tan grandioso se sintiera tan... doloroso. Tan diminuto e insignificante. Recuerdo todo, mi mente no deja de recordármelo una y otra vez, pero nunca, absolutamente nunca he sentido esa satisfacción. ¿Es normal, o soy yo, como siempre?

Parece que la gente nos alaba por nada mientras las puertas se abren y muestran las caras de los felices habitantes de nuestro Distrito. De nuestro querido Distrito 12, y cuando mis ojos captan el tan conocido ambiente para mí, me olvido de cómo respirar. Estoy tensa, demasiado diría yo, mientras paso mi mirada por cada uno de los presentes, quienes vitorean con felicidad y emoción nuestra llegada triunfal (aunque a mí me parece de todo menos triunfal). ¿Realmente están contentos de que volvimos a pesar de todo lo que se esconde detrás de esas palabras? Pues claro que lo están. Y es que, ¿quien les iba a  decir que después de años de derrota, no sólo iba a volver uno de los tributos, sino los cuatro? Nadie. Ni siquiera yo soy ahora capaz de creer lo que estoy viendo.

Lo que estoy viviendo.

Peeta, quien sostiene con fuerza mi mano, me ofrece un pequeño apretón para, a continuación comenzar a acariciar con su pulgar mi mano, intentando así calmar mi tensión y nervios. Le miro, sonriendo con fuerza, pero no una sonrisa de felicidad, sino de tristeza. Una que tengo claro que no va a desaparecer en mucho tiempo.

- Den la bienvenida a nuestros vencedores del Distrito 12. - exclama el jefe, encontrando a Madge observarnos con una gran sonrisa en el rostro.

Al menos hemos alegrado a toda esta gente, y con toda, también me refiero a mi hermano y mi padre. Nunca pensé poder volver a verlos, pero aquí estoy... Realmente no sé si prefiero salir de este sueño (en caso de que lo sea), o quedarme un poco más.

Después de los gritos de emoción por parte de los presentes y los estruendosos aplausos a mayores, un pasillo se abre delante de nosotros, donde a cada lado, cientos de personas nos felicitan por la gran azaña cometida. No quiero pasar por ahí, mis piernas han vuelto a quedarse paralizada como tiempo atrás me pasaba, pero se que de algún modo estoy obligada a caminar.

En mi mente el momento de la cosecha vuelve a azotar mi memoria, y de inmediato, todo mi alrededor cambia a este mismo momento, donde permanecía exactamente igual que ahora: completamente congelada.

Cojo una gran bocanada de aire, cerrando los ojos con fuerza para deshacer esa sensación de mi interior y sacar la valentía que demostré días atrás en la arena. Pero creo que en realidad, nunca más va a aparecer. Al menos no en mucho tiempo.

Suelto el aire contenido, volviendo a mirar al frente, ahora con la cabeza liberada de dudas, o al menos las que me impiden avanzar.

Haymitch es el primero en empezar con el recorrido, con la cabeza bien alta y Effie Trinket a su lado, tan despampanante como siempre ha sido. Katniss parece ser la siguiente en reaccionar, siguiendo de cerca a nuestro mentor junto con Luckas, quien con un sonrisa amplia, saluda con la mano a cada uno de los habitantes. Y ahora sólo falta mis nosotros, y el nudo de mi garganta aumenta.

- Tranquila ______. - dice de repente Peeta, y no puedo impedir mirar fijamente esos ojos color mar que tanto me han ayudado a superar el estrés estos días. - Esto es como cuando fuimos en los carruajes. ¿Te acuerdas?

Claro que me acuerdo. Como para no hacerlo, y sinceramente, ahora mismo acordarme de algo que tenga que ver con los Juegos o con el Capitolio en sí me revuelve las tripas. No tengo ganas de pensar en nada de eso.

En Llamas {Peeta y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora