- Estas rosas no habitan en el infierno...
Mi mirada viajó de él a las rosas, más que algo parecido a una desilusión porque no fuera él quien las habría dejado a mí lado, era confuso saber quién era el dueño de ellas y a que se debía su regalo dirigido hacia mí, era una conexión invisible con alguien a quien no tenía la fortuna de asimilar.
- ¿Mmm? Oh eso~ Tengo mis métodos~ -decia con una sonrisa mientras me acercaba con aquel pequeño ramo que había creado con esas rosas que iban aparecido noche tras noche, una por una a un lado de mi cama. - Pensé que serían un buen regalo, ya que no has vuelto a ir al mundo mortal desde hace siglos~ o algún otro lado...~ -mentí, había algo curioso en este asunto que debía de investigar, Lucifer era cauteloso y hasta el momento no me había confiado mucho respecto a mi persona, si él tenía secretos no podía quedar exento de eso también, al menos por ahora, hasta que averiguara por mi cuenta de que se trataba.
- Al, esto es... ¿Enserio son para mí? -su rostro era todo un espectáculo veía con seriedad las rosas en mis manos, pero sus manos parecían impacientes, por lo que tuve que adelantarme a ofrecerle el ramo, sin omitir, el guardar una de ellas en mi traje discretamente para una posible investigación del dueño de ellas.
- Considéralas como un regalo de buena voluntad, Lucifer~ -agregué sonriéndole antes de que me tomara por sorpresa cuando se levantó en menos de un segundo y tocó mi mano sobre las rosas.
- No podía esperar menos de mi lindo caramelo de fresa~ -jaló rápidamente de mi traje obligándome a inclinarme hacia él para unir nuestros labios, un beso suave y corto que me había dejado por un momento sin palabras. Me soltó con la misma agilidad y mientras asimilaba lo pasado, él se movía por la habitación contemplando las flores con una sonrisa algo tonta pero que de alguna forma, me removía el ¿corazón? O lo que sea que tuviera. Quien diría que su actitud infantil y muecas serían meramente parecidas a las de su hija. - Son maravillosas, algo tan exótico del mundo humano, desde hace eras no tenía un regalo de allá afuera~
- Pensé que sería el regalo perfecto, supuse que te gustan bastante las rosas~ - eso me recordó la rosa blanca que me había dado hace unas horas y que había acomodado en mi traje. Revisé que siguiera en perfecto estado antes de ir a colocarla en un jarrón donde pensaba poner las demás rosas negras. Lucifer parecía encantado viendo cada pétalo del ramo sin reprimir sonrisa alguna, era como un niño pequeño con juguete nuevo.
- Casi lo olvido, querido~ Quería llevarte a un lugar en especial -volvió en sí mientras dejaba las rosas en la mesa con delicadeza y se acomodaba su sombrero. - Volveré por ellas, son realmente encantadoras~
- ¿Ehh? ~ ¿No tienes trabajo que hacer?
- Necesito algo de distracción, además no se me ha olvidado la cita que has propuesto~ -le ofreció su mano y de nuevo una neblina nos envolvió, llevándonos al lugar más alto de la ciudad, dónde se encontraba la torre del reloj. Nos encontrábamos en la parte más alta que nos daba total libertad de disfrutar con diversión la vista entera de toda la ciudadela del infierno a los cuatro vientos.
- Un lugar bastante original~
- He de confesar que, en ocasiones, antes de las purgas tengo una reunión con esos estúpidos ángeles en este lugar... -apareció Lucifer poco después a mi lado viendo el panorama señalando a un lugar en específico con la mirada. - Una vez, hace varias décadas, en aquella zona apareciste, tras haber sido traspasada tu alma por el portal y creaste un río de sangre en menos tiempo de lo que muchos de mis Overlords habían logrado en más de un lustro...
- ¿Te causé más trabajo no es así? Es lo que me habías dicho~ -sonreí algo divertido. - Tenía que darme una cálida bienvenida con mi nuevo poder~
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Almas Destinadas
Фанфик*Alastor* Nunca me hubiera imaginado que tan solo la existencia de alguien podría hacerme sentir el peor de mis terrores, impotencia, furia y lo que ni en mi vida humana hubiera sentido... amor y deseo. Pero esta persona, ese ángel caído había tocad...