Rutina nueva

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Me dejó caer sobre el mullido césped como cada día por la mañana, respirando el aire puro que el bosque me ofrece, deleitándome del olor de la madera y el sonido de los pájaros cantando a mi alrededor, de los animales disfrutando del día de hoy y de la suave brisa revolviendo levemente mi oscuro pelo recogido en una coleta.

Me encuentro sola, esperando que Katniss aparezca cuanto antes para que me acompañe, a pesar de que ha no es lo mismo. La noto ausente, mucho más de lo que siempre está o de lo que yo pensé en un inicio que se encontraría. No habla casi nunca, simplemente se mantiene observando al horizonte, seguramente nadando entre sus pensamientos, como yo hago ahora. Pero no, ni siquiera yo llego a ese extremo.

Gale como ya sabíamos no nos iba a poder acompañar, porque la mina lo tendría trabajando doce horas al día sin parar, bajo metros y metros de distancia de la superficies, de lo que tanto le gusta como es el aire libre y el bosque. Con lo que todos hemos crecido. E incluso el único día que podemos estar con él y hablar como antes hacíamos, criticando al Capitolio y a Snow (entre otras cosas claro), ella se mantiene en otro mundo. Está ausente la mayor parte del tiempo, y algo me da que la comodidad que antes compartíamos los tres ha desaparecido.

¿Qué le pasa? Porque entiendo que aún intente pasar página, pero yo también lo intentó, continuamente y aún no lo he conseguido. O Luckas, o Peeta, quien está solo en su casa en la Aldea de los Vencedores porque su familia no quiso acompañarlo. Ninguno de los tres hemos podido olvidar aún lo que hemos pasado, y sabemos que es imposible hacerlo, que intentarlo es una pérdida de tiempo, pero aún así, intentamos disfrutar el hoy. Yo lo intento hacer, y mira que soy yo y no Luckas.

Pero Katniss es otro caso, es como si algo la mantuviese encerrada ahí. Donde quiera que este.

- Buenos días.

Me doy la vuelta, encontrándome a la persona que lleva en mi mente por los últimos veinte minutos.

- Hola.

La azabache se sienta a mi lado con cansancio aparente, entregándome una taza de té caliente, la cual acepto de inmediato. Ahora que me doy cuenta, no he desayunado aún.

Le da un sorbo al igual que yo, observando como los primeros rayos de sol nos golpean suavemente en la cara, disfrutando de la sensación.

- Me encontré por el camino a Luckas y Peeta. - habla de repente, obteniendo toda mi atención. - Iban al mercado del pueblo a por algo de alimento. Dijeron que querían que nos reuniéramos y comiéramos juntos hoy.

- Me parece una gran idea. Hace mucho que no hablo con Luckas.

Ciertamente, entre una cosa y otra, el tiempo y los meses se han pasado volando para mi (y creo que para todos en realidad), y nunca he logrado coincidir con él. Sí, algún que otro hola, pero nunca más. Algunas veces por prisa, otras por trabajo... Sea como sea, llevo días sin poder hablar como se debe con él. Y comer todos juntos me parece una gran idea.

- Antes de tener que ir a la Gira de la Victoria. Ya sabes.

¿Es eso lo que le preocupa?

A ver, la idea de pasear por los demás Distritos y recibir la enhorabuena forzada que esconden las caras de sufrimiento y odio por parte del resto no me agrada en absoluto. Y aún menos al saber que algunos de ellos son gente que yo misma he acabado con la vida de sus hijos. ¿Como me verán? Bueno, pues como yo lo hago; como un monstruo. Porque en realidad, es lo que somos.

Asesinos.

Tributos que a pesar de la razón por la que hemos tenido que actuar de esa manera, hemos acabado con la vida de gente inocente, como nosotros. Chicos y chicas que deseaban estar en sus casas y que habían acabado ahí, en una arena donde solo gana el más fuerte. El superviviente. Pero el problema es que yo no me creo nada de eso, absolutamente nada de eso.

En Llamas {Peeta y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora