La chica estaba peinando su cabello, pensando en lo que pasó ayer, sentía que debía pedirle mil disculpas a Satoru por el momento incómodo que su abuelo le hizo pasar. Esa noche no pudo dormir.
Mientras por otro lado cierto albino estaba igual, pensando en como podía ayudar a su amiga, a la chica que desde el primer día algo en ella llamo la atención y que en estos últimos meses sentía una sensación extraña cuando estaba a su lado
Satoru estaba acostado en la cama, esperando una señal para poder salir de la habitación. No quería estar solo y quería la compañía de cierta pelinegra
-Pues ¿Está gente no tiene hora de levantarse? Ya me aburrí -bufo-
Un sonido un poco -mucho- gracioso por parte de un celular se hizo presente en la habitación, era un mensaje de su amiga
-____ si estás leyendo mi mente -hablo- que te jodan
Sonrio, tiro su celular en la cama.
-¿Que mierda? -se tapó el rostro suspirando - ¿Por qué tengo este sentimiento? ¿Qué es esto? -se tocó la frente- creo que me voy a enfermar, es eso.
Tomo nuevamente el celular para responderle a la pelinegra
Salio de su habitación y se dirigió al patio principal, todo era silencio. Era extraño ya que como lo comentaba ____ el clan trabajaba desde las siete y no veía ningún alma viva
-¿Aún estaré soñando? -se pellizco- no no es un sueño -salio al patio principal-
Sus ojos observaban a la chica que últimamente le saca suspiros, regar unas flores con un kimono color rosa, su cabello semi recogido y unas lindas chapitas color rosa en su mejillas.
Aunque la chica estuviera de espaldas podía notar cada detalle en ella.
Bendito seis ojos. -Satoru penso-
-¡Sato! -la chica noto su presencia y lo saludo alegremente-
Satoru no se movió de su lugar, sentia su corazón latir rápidamente al ver la sonrisa de la chica Suzuki
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𝐴𝑚𝑜𝑟 𝑐𝑙𝑎𝑛𝑑𝑒𝑠𝑡𝑖𝑛𝑜 / 𝐺𝑜𝑗𝑜 𝑆𝑎𝑡𝑜𝑟𝑢
Fiksi PenggemarDos de los más fuertes en la hechicería se conocen en el Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokio, compañeros de clase en donde surge un amor, un amor clandestino debido a la hechicería. ¿Cómo podrán lidiar los más fuertes al no poder ser cor...