En cierto pueblo del norte de México, hace ya muchos años, empezó esta historia. Yo, Marisol, era muy joven. Vivía con mi madre, Petra, en una casita a orillas del pueblo. Mi papá nos abandonó cuando era yo muy niña, casi no recuerdo su cara. Mi mamá nunca me quiso decir su nombre. Crecí con reglas estrictas, yo me acuerdo que mi mamá me regañaba por todo y casi no me dejaba salir. Mi única amiga era Paquita, la hija del panadero del pueblo. Ella y su familia siempre fueron buenos conmigo y los dulces o juguetes que recibía en Navidad fueron regalos de ellos. Siempre me miraban con compasión, como si pudieran adivinar lo que yo padecía al lado de mi mamá.
Sólo fui a la escuela hasta la secundaria. A mí me gustaba mucho leer, me encantaba y yo quería estudiar algo que ver con la escritura, con la literatura. Pero mi mamá no me dejó estudiar la universidad en Monterrey o en Saltillo, o de perdida allá en Durango capital. Me dijo que no había dinero y que lo único que me había heredado mi papá era la cara de tlacuache que tenía. Siempre me dijo que yo era fea e inútil y que además estaba bien pendeja. Que me resignara a quedarme a vestir santos toda la vida porque ningún hombre iba a querer casarse conmigo así como era.
Mi mamá fue mala conmigo, muy mala. Me hizo mucho daño. Pero yo procuraba no guardarle rencor, porque el padrecito de la iglesia decía que uno debía de perdonar, que si no perdonaba no se iba al cielo. Y pues yo me quería ir al cielo. Todavía no me voy, pero no me falta mucho para irme allá con el Señor. Por eso decidí escribir esto, para que mis descendientes me recuerden.
YOU ARE READING
Romance Rural
RomanceCrecí encerrada en casa con mi madre estricta y controladora. Mi padre nos abandonó cuando era pequeña. Me sentía sola e infeliz hasta que conocí a un chico especial que me cambió la vida.