Frustrada trataba con todas sus fuerzas de no matar a aquel novato, amaba trabajar sola por una razón. No tenía que ser la niñera de nadie, se encontraba en la piel de una muggle de cabellos negros cerca de una biblioteca esperando la señal de su grupo.
A plena luz del día era el escenario adecuado para provocar tal disturbio que los aurores se a harían presentes. Debían de llamar la atención para volverse de cierta manera conocidos, con su dedo empujó sus lentes, se sentía incómoda con su falda y su blusa, llevaba en su mano un vaso lleno de chocolate caliente. Metida en su papel cruzó la calle sin mirar, se escuchó las llantas del auto detenerse abruptamente, las gente se detuvo para ver tal acontecimiento. Del auto salió una mujer junto a su esposo.
Su espeso la detuvo poniendo su brazo adelante, con miedo de ver la escena logró encontrar a la chica que había salido de la nada, tenía el pelo en la cara y su pecho subía asustada.
-Tranquila- se acercó lentamente hagachandose, la tomó de las piernas levantandola. Sintió culpa de verla lastimada, podía ser de todo pero jamás dejaría a una mujer herida, su esposa lo alcanzó ayudándola abriendo la puerta del coche. -Te llevaré al hospital, mi esposa mientras tanto te ayudará con esas heridas.
Eris sintió como el material del asiento acunaba su cuerpo, tenía los ojos cerrados dando lo posible por seguir en su papel. Con el ruido del motor se sincroniza una gran explosión entre los locales cercanos a la librería, tomando esto como señal debía noquear a sus salvadores y llevarlos ante Voldemort.
El caos en las calles provocó que muchos coches chocarán entre sí, las llamas y el humo dificultaban ver, Eris se levantó sacando su varita, la esposa del muggle volteo alarmado solo para ver cómo un rayo impactaba en su pecho, su marido perdió brevemente el control, la peliblanca chocó con el vidrio de la ventana. Con toda sus fuerzas trato de tomar el timon con una mano y en la otra apuntar al hombre logrando noquearlo. Era una locura que ella amo, iba a velocidad esquivando a los policías muggle, hasta que unas luces blancas dieron su presencia, habían llamado la atención de las autoridades mágicas.
-¡Papá!- escuchar aquel grito la distrajo del camino, chocando con el puesto de flores, el rechinar de la puerta con el puesto la hizo soltar el timón para evitar que el vidrio de la ventana la lastimara. Por el retrovisor observo a un niño pequeño llorar. -¡Mamá!-
Freno de un solo al encontrar un lugar seguro, aun miraba al pequeño que gritaba por sus padres, tenía raspones en sus brazos.
"Vas a dejar a este pequeño huérfano"
Golpeo el timón con furia, el humo se hizo presente en la parte delantera. Sabía que era peligroso, pateo con sus fuerzas la puerta. Salió de prisa abriendo la puerta de atrás, intento tomar al infante pero este se eferraba al asiento tomando lo que pudo del brazo de su madre.
-¡Maldición- grito, levito el cuerpo de los muggles. Tomando al niño con gran fuerza lo sacó, corrió hasta quedar en una callejón. Dejó el cuerpo de los muggles apoyados en la pared en posición sentada, temiendo que el niño gritara por su interacción lo dejó cerca de los adultos. -¡No te muevas!- el pequeño aguanto el llanto por la orden. Le apuntó con la varita borrando cada recuerdo y dejándolo inconsciente.
Una nueva explosión se escuchó, dejándose caer suspiro aliviada de que el coche no hubier explotado con ellos adentro. Pasándose la mano por la frente corrió hasta quedar en el centro del disturbio, vio a sus compañeros pelear con los aurores. Escondió su varita, tenía que encontrar a nuevas víctimas para su señor.
Perseguía a un joven que se miraba que estaba por desmayarse, no sufriría tanto. Era mejor que aquella pareja y el pequeño.
-¡Por aquí!- aurores los tomaron a ella y al joven que no tenía idea que por poco lo secuestraban, los metieron a unas tiendas destruidas. Estaba lleno de varios magos que limpiaban heridas de muggles como sus compañeros -Ten, toma agua- pudo reconocer a ese auror. Titubeo para tomar la botella.
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¡Algo mas sencillo que la vida!
RandomLo que mas la lastimo no fue el rechazo, las traiciones, ni siquiera el dolor. Fueron sus propias acciones, juro nunca ser un monstruo pero hasta el ser vivo mas vulnerable sabe cuando debe mostrar su garras para sobrevivir.