Seísmo

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 - Bueno, ¿musicote o qué? - Tras las uvas peor tomadas de la historia, parecía que la noche se volvía a animar. 

Se habían pasado la tarde dando vueltas por la academia esperando a que llegara el momento de ver las campanadas, sin que nadie pudiera imaginar que el rato de vestirse y elogiarse entre todos, cenar los 13 en una mesa y jugar a VillaOT sería mil veces mejor que ver a Noemí dándole golpes a una olla con un cucharón. 

Pero los ánimos volvían a estar altos, como siempre alguien tuvo una gran idea para sacarlos del paso, y, en este caso, Naiara, se encargó de ir bautizando cada uva mientras los demás reían e intentaban no atragantarse. Los besos y abrazos de después, el brindis y los gritos dieron el pistoletazo de salida a la fiesta.

- Forever? ¿Pero de verdad? - Ruslana, Martin y Kiki se abrazaban aún con algunas uvas por acabar.

- Pues claro, sin duda alguna - El de Bizkaia se encargaba de desterrar el deje de tristeza y miedo dejados por la incertidumbre de saber si esa amistad que estaban forjando seguiría fuera de aquellas cuatro paredes.

Unos con gorros diminutos que les hacían parecer elfos, los otros con collares de flecos y algunos con gafas de árboles de navidad, cada cual se fue con sus pintas a la sala de ensayo dispuestos a tomar la palabra a Noemí y alargar la fiesta hasta la una. Nada más entrar, empezaron a poner las canciones de urban mientras se seguían felicitando el año entre todos.

- Te quiero tía - Naiara y Violeta se abrazaban aún con las copas de champán en la mano.

- Este va a ser un buen año, ya verás - le decía la pelirroja a la maña aún abrazadas. Aun así, sus ojos buscaban a una menorquina revoltosa entre la gente. La encontró abrazada de nuevo a Martin y Ruslana y sonrió; no sabía si efectivamente ese sería o no un buen año, pero qué surte poderlo compartir con gente tan maravillosa.

Una vez se despidió de Naiara, como quien no quiere la cosa, se acercó a los pequeños de la academia sin poder dejar de sonreír viendo como los tres hablaban emocionados y con la ilusión en la cara. Estos abrieron el abrazo, incluyéndola a ella y a Juanjo y volviendo a apretarse entre todos.

- Esto es para siempre - Chiara visiblemente conmovida lo susurró mirando a cada uno con una sonrisa inmensa. La pelirroja se permitió fundirse en aquellos ojos verdes de verdad tan pura, guiñándole un ojo y haciendo que la catalana sonriera aún más. Pues claro que era para siempre, estaban construyendo algo grande.

- Luces de colores por favor, ¡iluminación! - Álvaro se encargaba de devolverles los pies a la tierra, bajándolos de la realidad paralela en que se habían instalado. Volvieron a oír las canciones de Judith y los gritos a su alrededor, pero, lejos de ser molesto, les recordó dónde estaban y el sueño que estaban viviendo.

Se separaron de aquel abrazo más motivados que nunca y se incorporaron a las coreografías que los demás estaban, sin mucho éxito, intentando recordar.

Chiara se sentía flotar, estaba feliz. Por primera vez en esa academia, no tenía mil pensamientos revoloteando en la cabeza, no había presión de ningún tipo, no tenía el perforante sentimiento de ser rara clavado en el pecho, y las cámaras, aunque nunca le habían importado demasiado, en ese momento no le podían dar más igual. Le encantaba la Navidad, pero no solo por los regalos, las luces o los villancicos como todo el mundo creía, le encantaba porque quería decir poder pasar unos días con su familia y amigos y dedicarse a pecho descubierto y con total sinceridad a hacer un homenaje a todos los buenos y malos momentos, prometiéndose entre todos que vendrían tiempos aún mejores. Y ahí estaba, con su nueva familia, que pese a llevar juntos solo un mes y medio, sentía que les debía el corazón y el alma. Aquellas personitas se habían colado en ella. Al principio les recibió con recelo, escondiéndose tras las bromas y comentarios superficiales, pero con el paso de los días se había abandonado a las conversaciones de sofá, los ratitos en la terraza y los apretones de manos bajo las mantas. Y joder, estaba pletórica.

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