Había esperado una llamada, un mensaje con cualquier tipo de reproche. No había recibido nada y, a decir verdad, aquello la había mantenido en estado de alerta. Lo último que esperaba era escuchar su voz desde la distancia de la calle aquella mañana.
—¡Raquel! Sé que estás ahí. Solo hemos venido a hablar.
¿Hemos? Pensó. ¿A quién se estaba refiriendo? Dudó si debía o no asomarse a la ventana para pedirle que se marchara o, de lo contrario, abrirle la puerta y hablar cara a cara con él.
Escuchó el sonido de su móvil, que había permanecido desde la noche anterior en la mesilla. Leyó su nombre en pantalla y, tras unos segundos, decidió cogerlo.
—¿Qué haces aquí?
—Ábreme la puerta, solo quiero hablar, por favor. Me merezco una explicación. ¿No?
—Ya tienes todas las explicaciones que necesitas y son más de las que mereces. Alberto, márchate. No pienso abrirte la puerta.
Colgó el teléfono sin tiempo ni ganas de escuchar otra excusa más. Pensó en sí quizá estaba siendo una cobarde y debía enfrentar aquello cara a cara, pero en esos momentos, decidió tomar la decisión basada en su propia razón en lugar de seguir lo que se suponía que debía hacer.
Volvió a escuchar el timbre, seguido de un par de golpes a la puerta y, entonces, supo, una vez más, que lo que ella quería jamás había importado.
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10 HORAS ANTES.
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Sergio sintió el aire quemando en sus pulmones cuando se paró frente a la puerta. Llegó al extremo de preocupación cuando Raquel seguía sin darle ninguna señal de vida. Entonces, agarró las llaves y el móvil y caminó, o prácticamente corrió, hacia la casa que compartían Raquel y Alicia para encontrar respuestas.
Llamó incesantemente a la puerta, no pretendía parar hasta que alguien le abriera la puerta. Tras unos minutos, Alicia abrió la puerta dispuesta a matar en ese momento a quien estaba tratando de tirar la puerta a bajo a base de golpes.
—Te juro que te voy a –Se calló cuando vio a Sergio con una expresión completamente preocupada mirándola nervioso–. ¿Sergio? ¿Qué haces aquí?
Abrió la puerta del todo, dejándolo entrar. Sergio entró a la casa mirando hacia todos lados, tratando de buscar cualquier rastro de Raquel.
—Llevo dos horas llamando. –Habló con tono seco, sin poder contener sus nervios–. ¿No has visto tu móvil?
—Estaba haciendo maratón de Crepúsculo. –Señaló hacia la película en pausa que se reflejaba en la televisión del salón–. ¿Y a ti que coño te pasa? Parece que está a punto de darte algo.
—¿Raquel está bien?
—¿Por qué no iba a estarlo? –Alicia frunció el ceño.
—Habíamos quedado para cenar y no ha aparecido. Le he escrito, la he llamado y nada, ni siquiera le llegan los mensajes–. Expresó sus preocupaciones ante la pelirroja–. ¿Está bien? ¿Dónde está?
—No me corresponde a mí decírtelo, Sergio.
—¿Cómo qué no te corresponde decírmelo? ¿Eso es que sí ha pasado algo? ¿Está aquí? ¿Dónde está? –Hizo ademán de subir hacia la planta de arriba, pero Alicia se puso frente a él–. ¿No me piensas dejar subir?
—Ay, Sergio, no he conocido a tío más dramas que tú.
—Ah, bueno, perdona que me parezca raro que Raquel ni siquiera me conteste al teléfono.
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Blank Space |AU|
FanfictionTras la muerte del marido de su amiga Alicia, Raquel Murillo decide que necesitan salir de Madrid. ¿El destino? Un pueblo de Girona en el que Raquel veraneaba con sus padres hace años. Sergio Marquina y su hermano Andrés dirigen un hotel en ese pu...