Capitulo V

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La alarma sonó, indicando un nuevo día y con ello una nueva tragedia. 

- ¡No puede ser, es demasiado tarde!

Me puse de pie lo más rápido posible, corrí a prepararme mientras que, en el camino al baño, iba echando todas las cosas que necesitaba a mi mochila. Ayer estaba tan agotada que en el momento en el que concilie el sueño, nada me despertó. No sentí que mi padre se fue en la madrugada, ni mucho menos los gritos rutinarios de Ethan. 

Me miré al espejo y me arreglé un poco, quizás y hoy logre tener un buen día también. Pues la ausencia de mi familia en la casa indica que debería de haber tranquilidad. Caminé a la cocina en busca del almuerzo que me había dejado la señora Sturniolo, con buen humor, no tendría que cocinar ni mucho menos gastar de mis ahorros para alimentarme hoy. 

Pero la felicidad y tranquilidad dura poco en la vida de un ser como yo. Pues mi pollito a la crema con papas había desaparecido. 

- ¡Esto tiene que ser el colmo!

- ¿Por qué gritas ahora Aria? - Pegué un salto cuando oí la voz de mi madre detrás de mi. 

- Disculpa, mamá... ¿Viste mi almuerzo?... Era un tapper con pollo a la crema y papas y... 

- ¿El de la tapa verde?

- ¡Sí, ese! ¿Dónde está? 

- Se lo di a tu hermano, no pensé que fuera a importarte... 

Sentí como la rabia se iba acumulando y miré el techo en busca de calmar las ganas que tengo de gritarle. 

- ¿Por qué no me consultaste? Sabes perfectamente que, aunque fuera la última comida del mundo, nunca se la daría. ¿Por qué eres tan ciega? 

- Ay Aria, por favor. Es tu hermano, no seas egoísta. 

- ¿Dirías lo mismo si fuera yo quién tomara su comida? 

Su rostro cambió por completo. Se oscurecía y la rabia le nacía. 

- ¿Qué estás insinuando? 

- ¿No se te pasó por tu cabeza de que yo también tengo derecho a alimentarme? Digo, soy un ser humano después de todo. Y esa comida me la preparó la madre de un compañero que sí actúo como una figura materna en cuánto la conocí. Deberías tomar el ejemplo de ella. Ama a todos sus hijos por igual. 

Ya no podía aguantar el estrés, que mi cuerpo se expresó por sí solo. Estaba llorando, pero no de tristeza, hace mucho que dejé de llorar por tristeza. Ahora todo es rabia acumulada que quiere salir y explotar todo a su alrededor. 

Mi mamá solo me observaba en silencio y suspiró decepcionada. 

- No todo se trata de ti, Aria. Ya vete a la universidad. 

- Mamá, con todo respeto. Vete al carajo. 

Salí de mi casa dando un portazo, estaba furiosa. Pese a todo lo que he vivido, ¿ella sigue diciendo eso? Ha visto como su maldito esposo me muele a golpes frente a ella, ha visto las veces que me ha dañado con objetos como vidrios, quemaduras de cigarros, entre otras cosas. 

¿Qué tanto odio puede tener una madre a su hija? 

Dejé esos pensamientos de lado y comencé a correr a la parada del bus, esperando a alcanzar a tomar el último que me permita llegar a tiempo. Me senté a esperar, aún faltaba tiempo para que el bus llegara, cuando una moto se estacionó en la parada del bus. 

Era Isaac, estaba vestido con una chaqueta de cuero, jeans cargo negros y una polera blanca. Iba a juego con su moto, las chicas del paradero lo miraban con curiosidad y otras susurraban entre sí. 

Blue windDonde viven las historias. Descúbrelo ahora