3

2 0 0
                                    

El hijo de los Jonhson se llamaba Simus y tenía 20 años. Era un joven apuesto, así podían aseverarlo todas las jóvenes de la comarca que suspiraban por una mirada. ¡Qué no darían por un beso! Por desgracia él lo sabía muy bien y se jactaba de ello. Era un joven cruel y arrogante, pero de cara a los demás en realidad se mostraba dulce y amable, totalmente amigable e inofensivo. Pero este joven mozo ocultaba un gran secreto, insospechado por todos. Se escondía en su gran granja y todos le consideraban un buen partido, pero a pesar que sus padres habían intentado casarle hacía años, todas las novias que le buscaban o huían o desaparecían y el joven ya era conocido como el hechizado, y entorno a su persona había una leyenda rural, pero en vez de espantar a las mujeres, ese misterio y lo oculto eran un acicate para atraer a más jóvenes casaderas que se dejaban embelesar por la belleza, porte y cuantiosa herencia del joven y su familia.

¿Qué le pasaría realmente al joven Simus? Se decía que era un hombre lobo que en las noches de luna llena aullaba a la luna y salía en busca de sus pretendientas para saciarse de ellas, pero también contaban los del lugar que él no dormía nunca. La joven Laura suspiraba por él y soñaba con una vida a su lado, fantaseando cada día despierta y mientras estaba en el trabajo o en las tierras de su granja.

Una noche de las siguientes al acontecimiento, Laura Higgins se hallaba dormitando en su cama, cabeceando medio despierta entre sueños velados por la voz de Ferhir y la visión de su deseado Simus cuando de repente oyó un ruido estruendoso fuera de casa que la asustó. Saltó de la cama en camisón y se levantó del golpe hincando los pies en el suelo y cogiendo una hoz se dispuso y apresuró a salir de casa y ver qué rayos ocurría. Tenía miedo, se oía ulular al búho, el silbido del viento chocando en la ventana y entraba un siniestro frío para ser verano. Abrió la puerta temblorosa con la hoz en la mano izquierda, pues era zurda, y se adentró en la niebla de la noche. Entre esa neblina divisó un cuerno brillante dorado y algo que brillaba fuerte. Sí, era él: Ferhir que había ido en su busca al no responder la joven a su propuesta. Ella no tenía intención de responder, pero eso no le importaba a Ferhir.

—Déjame en paz, ciervo —gritó.

—No soy un ciervo. Soy un ser mágico que ha elegido esta forma para conocerte mejor. —Se oyó en medio de la niebla decir a una voz masculina dulce y fuerte a la vez.

—Déjame en paz, ya te lo he dicho, Ferhir. Estoy enamorada de otro. Le amo y quiero casarme con él.

—Conozco tus deseos. Cuando me tocaste conectamos nuestras mentes. Yo te oigo soñar y tus pensamientos y tú me oyes a mi.

Pero Laura Higgins no era tonta y le preguntó agudamente:

—¿Pero a que solo oigo lo que tú quieres, verdad?

Al otro lado, Ferhir callaba astutamente.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 02 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El cielo es doradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora