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Al llegar a casa, fui golpeado por una inesperada corriente de viento frío. Era extraño, ya que nunca dejaba las ventanas abiertas a menos que fuera mi día libre, pero no le di mucha importancia. Estaba exhausto y sólo podía pensar en una cosa: dormir.

Me recosté en mi cama y sentí que mis párpados empezaban a cerrarse.

Una mano descendió por mi espalda, deslizando lentamente mis pantalones hasta llegar a mis muslos, y luego los elevó hasta sus hombros, iniciando un vaivén de caderas.

Poco a poco, la sombra se acercó a mí y fue entonces cuando finalmente pude ver su rostro. Era un hombre muy guapo con ojos color verde y cabello negro en capas además en su labio inferior había  un piercing . Su lengua descendió hacia mi pecho, lamiendo y jugando suavemente con mis pezones. Cada fibra de mi cuerpo ansiaba más.

La oscuridad acentuaba sus movimientos, cada vez más rápidos y decididos. Mis susurros de súplica llenaron la habitación, sabiendo que en cualquier momento alcanzaría el clímax que tanto anhelaba. No obstante, el despertador sonó ese preciso instante ,arruinando lo que me quedaba de día.

Traté de disimular mi frustración trabajando, pero cada acción que realizaba me recordaba la situación incómoda de haber tenido una erección provocada por ese sueño.

Mientras estaba sirviendo una taza de café una mano se posó sobre mi hombro por lo cual me giré a mirar.

- Hola querido amiguito, ¿cómo te fue? -dijo una voz femenina amigablemente.

- Hola Eun-ji, ¿nunca vas a dejar de molestarme? -respondí con una sonrisa sarcástica.

Eun-ji simuló estar herida y luego cariñosamente revolvió mi cabello.

- También te quiero. Pero vamos, ¿me vas a contar qué te sucede? -parpadeó tres veces seguidas.

- ¿Sabías qué la impresora se estropeó? No puedo creer que no la hayan revisado. 

 -¿Estás intentando cambiar de tema? -se acercó a mi oído y susurró- ¿Te da vergüenza que sepa que el jefe y tú tienen una relación secreta? ..sería emocionante tener sexo con el jefe en la oficina ¿no lo crees? además no puedes negar que es totalmente tu tipo.

- ¡No!- me puse tan rojo que parecía un tomate- No es lo que parece Noona

- Ahora me tratas con honoríficos, nunca me guardas secretos ni siquiera...-le tapé la boca antes de que alguien nos escuchará -La cosa es que me siento un poco deprimida.

- El solo me informó de que se extendió un poco el plazo para entregar las novelas, eso es todo.

- Claro, como no.

- La unica cosa rara que ha pasado en estos días-aparte de mis erecciones y la actitud del jefe -es la impresora.

- Bueno ... .ya no importa, sabes que puedes confiar en mí. Somos amigos y siempre nos apoyaremos- me dió una sonrisa luego se dió la vuelta y se fue.

- Si, es verdad.

Me quedé hipnotizado mientras su figura esbelta se perdía por aquellos interminables pasillos. No puedo creer que ya hayan pasado 8 años desde que nos conocimos. En aquel entonces, ella era tan diferente. Me pregunto dónde quedó aquella chica reservada y tímida que solía temerle a hablar en clase. Aunque el presente tampoco está mal, salimos de vez en cuando a beber unas copas y nos vemos en el trabajo. Y así es como sigue nuestra vida.

Tomando un sorbo de mi café, que ya estaba frío, decidí girarme. Pero fue un error. Sin darme cuenta, mi café manchó toda la camisa del Sr. Yoo.

- P-perdón, señor Yoo, juro que no lo vi - traté de excusarme mientras agarraba un par de servilletas y limpiaba su camisa.

El Sr. Yoo, sin embargo, respondió con una sonrisa cálida, algo que jamás había pensado ver en esta vida.

- No se preocupe, es solo una camisa. Además, ¿cómo podría haberme visto si estaba de espaldas?

Sus palabras me reconfortaron de alguna u otra forma , aliviando mi vergüenza por el accidente. A pesar de la mancha en su camisa.

- Sr.Kang ¿no se lastimó?

- ¿Mm? No, señor - respondí rápidamente mientras evitaba hacer contacto visual. 

- ¿Estás seguro de que estás bien? ¿Tienes fiebre? Tu rostro está muy rojo - su voz denotaba preocupación, mientras su mano se posaba suavemente sobre mi frente en un gesto amable. .

- Estoy bien, Sr. Yoo. Debería volver al trabajo. No se preocupe, mandaré su camisa a la tintorería - respondí apresuradamente, intentando descartar cualquier otro pensamiento.

- No hace falta. Puedes pagarme de alguna otra forma - su propuesta sonaba ambigua, y una vez más mi mente comenzó a buscar posibles intenciones detrás de sus palabras. Pero antes de saltar a conclusiones, decidí aclarar la situación.

- ¿A qué se refiere con "otra cosa"? - le pregunté con un tono áspero, tratando de mantener mi distancia.

- Quiero que  cené conmigo esta noche - su petición me tomó desprevenido , estoy casi seguro que si tuviera otra taza de café en mis manos la dejaría caer.

- Eso... eso fue inesperado - murmuré, tratando de encontrar las palabras adecuadas para responder.

- Deja tu respuesta para después de salir del trabajo - me dijo mientras colocaba su mano en mi hombro y se giraba para marcharse.

PeriasmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora