-Encuentro inicial-

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En las oficinas del Kremlin, Andrés, un secretario mexicano tímido y entusiasta, se preparaba nerviosamente para conocer al presidente Putin. Con cada paso, su corazón latía con más fuerza, imaginando el encuentro con el líder ruso, conocido por su semblante serio y firme.

Finalmente, fue guiado hacia la imponente oficina presidencial. El corazón de Andrés casi se detuvo cuando vio a Putin, un hombre de mirada penetrante y presencia imponente, sentado detrás de un gran escritorio de madera. Putin levantó la mirada y sus ojos fríos se encontraron con los de Andrés.

—"Bienvenido, Andrés.", dijo Putin, su voz profunda resonando en la habitación. "Es un placer conocerte." Sin embargo, su expresión apenas cambió, manteniendo su seriedad.

Andrés, con la voz temblorosa, respondió con un "gracias, señor presidente", sintiéndose abrumado por la presencia imponente de Putin. Trató de entregar unos documentos, pero sus manos temblaban ligeramente.

—"¿Tienes los informes?", preguntó Putin con tono neutral, examinando los papeles con detenimiento mientras Andrés asentía nerviosamente.

El silencio se prolongó, y la tensión en la habitación se volvió palpable. Andrés intentaba no hacer ruido, temiendo molestar al presidente con cualquier movimiento.

Putin finalmente levantó la mirada y fijó sus ojos en Andrés, causando que este se sintiera aún más pequeño bajo esa mirada seria y crítica.

—"Gracias, Andrés. Eso será todo por ahora", dijo Putin con voz firme, indicando que la reunión había terminado. Andrés se retiró, sintiéndose aliviado de salir de esa habitación intimidante.

Mientras caminaba por los pasillos del Kremlin, Andrés suspiró con alivio. Sabía que su trabajo sería desafiante, pero no esperaba que el presidente Putin fuera tan imponente y distante. Sin embargo, estaba decidido a cumplir con su deber, a pesar de los desafíos que se avecinaban.

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Andrés observó cómo Putin se alejaba con su típico aire imperturbable, dejando tras de sí una estela de autoridad y misterio. La frialdad con la que fue tratado lo dejó desconcertado, pero también despertó en él una determinación oculta. No permitiría que esa primera impresión lo derrotara.

Decidido a ganarse el respeto y la confianza del presidente ruso, Andrés se sumergió en su trabajo, esforzándose por cumplir con precisión cada tarea. Sin embargo, cada interacción con Putin seguía siendo igual de gélida y distante.

El secretario mexicano comenzó a notar pequeños detalles: gestos sutiles de desaprobación en el rostro de Putin cuando entregaba informes, o la forma en que sus propuestas eran recibidas con un simple asentimiento, sin una palabra de aliento.

Esto encendió una chispa en Andrés. En lugar de desanimarse, se sintió desafiado. Comenzó a idear estrategias para ganarse la confianza de Putin, sin revelar sus intenciones.

Incluso cuando la rivalidad se desarrollaba en secreto, Andrés mantuvo una fachada de cortesía y profesionalismo en cada interacción con el presidente ruso. Sabía que debía jugar con astucia para ganarse su favor, convencido de que, tarde o temprano, encontraría la forma de romper esa muralla de frialdad que Putin mantenía.

Así, sin que nadie más supiera de esta rivalidad encubierta, comenzó un juego de astucia y estrategia entre dos hombres provenientes de diferentes mundos, decididos a ganar terreno en un campo lleno de desconfianza y desafíos.

Entre dos mundos ✮⋆˙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora