¿Por dónde empezar? Es una larga historia y ni siquiera sé si tiene sentido contárselas. Aunque bueno, si quieren ser participe un poco más de mi miseria, no me haré del rogar.Todo comenzó de una manera muy discreta, estábamos en una de las famosas fiestas que hacía una de mis mejores amigas casi todos los fines. Em, Emily. Su casa era enorme, tenía un súper patio, una enorme piscina (aunque no la usábamos muy a menudo), y lo más importante en esos tiempos, el permiso de sus papás, que literalmente no decían nada por la llegada de grupos de personas cada cinco minutos. Eran de esas típicas fiestas en las que fulanito invitaba a tal, y ese tal invitaba a otro tal, y ese tal a otro tal, y bueno, así sucesivamente. A eso de las 12 ya no cabía un alma más en el lugar, y lo más divertido de todo, era que casi siempre conocías a alguien nuevo.
Em y yo éramos inseparables durante esa rachita, nuestros caminos coincidieron y casi hacíamos todo juntas. Entrenábamos juntas, nos acompañábamos a los mandados, salíamos al café, íbamos al cine, etc., y todos los fines de semana hacíamos pijamada en su casa de viernes a domingo. Mis padres no eran los más felices, pero como yo ya me creía lo suficientemente adulta a los 18 años, ya no me decían la gran cosa.
- ¿Qué haces aquí? - me preguntó Em mientras entraba a su habitación.
-Quería despejarme un poco- dije incorporándome en su cama- me engenté.
-Bueno, pues ya te despejaste un rato, vamos.
Nos dirigimos hacia el patio, ya casi no había nadie, más que unas 8 personas alrededor de una mesa de centro. Entre ellos se encontraban dos primos, Matt y Ryan. Casi no los veía más que en este tipo de fiestas, y hasta hace poco no solíamos hablarnos. No por algún conflicto en específico sino porque nuestros padres (mis tíos en general, por parte de mi padre), no se llevaban. Se sabía que los "Rivera" son de carácter fuerte, así que habían pasado un buen par de años de no coincidir con ellos. Tomé asiento en la única silla disponible, Em había quedado frente a mí. A pesar de estar unos frente a otros, cada uno estaba ensimismado en su propia conversación.
Se escuchó cerrar la puerta de la entrada, lo que me hizo voltear, iba entrando Cameron junto con Jona, igual amigos de mis primos. Ya ubicaba a todos, solo que nunca había entablado conversación con ninguno. Los observé unos segundos, Jona con su estilo tan street, tenis de bota, pantalones holgados, playera estampada y muchos tatuajes por todos lados. Cam en cambio, unos jeans rectos, unos Nike y una camisa casual. Se había dejado crecer el bigote, no un bigote pequeño, sino más bien uno como el de Mario Bros, con los lados curveados hacia arriba. Extrañamente no se le veía nada mal. No pude evitar mirarlo fijamente, hasta que su mirada se encontró con la mía, y avergonzada me giré. Espero no haya notado que lo estaba juzgando, aunque realmente era una perspectiva a su favor. Y si lo piensan, no solo lo miraba a él. A pesar de conocerlo ya hace tiempo, fue la primera vez que lo miraba con otros ojos. Parecía diferente, más seguro, más confiado, definitivamente con mejor estilo, y más guapo. Desbloqueé mi teléfono y me puse a tontear por las redes, hace rato que me había desconectado de la plática de los demás. Segundos después Cameron pone una silla a mi lado, y a su lado, Jona también. Comienzan a platicar con los demás y de ratos yo me les uno riendo de algún mal chiste o comentando mi punto de vista. Me ha gustado convivir con ellos, mis primos y sus amigos me refiero, se puede hablar de tonterías como también de cosas serias. Es divertido.
- ¿Te estás aburriendo, Raven? - Cam me miraba fijamente.
-Nada de eso, solo de ratos se agota mi batería social- sonríe a medias ante mi intento de ser divertida.
- ¿Llevas mucho tiempo aquí? - asentí.
-Desde la tarde, llegué con Em a comer y a acomodar todo.
-Ya entiendo lo de la batería social- suelto una risita- estaría igual, es más, yo ya me hubiera ido a dormir. - dijo sonriendo también. Vaya, que bonita sonrisa.
-Oye, ¿cómo te fue en tu viaje? - dije recordando que venía de Colombia justamente con uno de mis primos, Ryan.
-Está increíble, caminamos muchísimo, conocimos mucha gente y comimos como si no hubiera mañana.
- ¿Qué fue lo que más te gustó?
-Todo, los paisajes, las personas... Subimos La piedra del Peñol, que es como una montaña, pero con muchos escalones. Hacía un calor tremendo, estábamos a 28 grados, creo, pero súper húmedo, imagina subir los 675 escalones que hay para llegar a la cima. Aunque bueno, claro que valió la pena, mira- saca su teléfono y se pone a buscar en su galería, segundos después me lo pasa. Era una foto de él junto a mi primo en la cima, ambos haciéndose los guapos y mirando al horizonte. Imagino lo increíble de viajar con tu mejor amigo. Y la vista... wow, si valía la pena el esfuerzo como dijo Cam.
Continuamos muy ensimismados en nuestra plática olvidando a los demás. Me siguió mostrando fotos y contándome anécdotas de su viaje, como cuando una vez en la que salieron de noche a rumbear, y estaban muy a gusto con sus drinks, unas chicas se les acercaron a hablar, después de un rato se pusieron a bailar, y Cameron soltó una gran carcajada al ver la cara de Ryan cuando la chica se le restregó de espaldas por todo el cuerpo, pero después se le borró la sonrisa al ver qué eso era de lo más normal pues le pasó justamente lo mismo. "Allá perrean muy diferente, punto al que voltees, ves dos cuerpos, que son casi uno, moviéndose en la oscuridad. Pero no es como que la gente voltee y lo vea como algo vulgar, de verdad es de lo más normal." Dijo aún sorprendido por los cambios de cultura. Dudo que realmente se quejaran, pero claramente esa parte la omitió conmigo. La plática fluyó, me contó sobre otros sitios a los que ha visitado, y otros tantos en su lista por ir. Platicamos de la vida, metas, miedos, amigos y familia. Hobbies, trabajo, un poco de todo. Gracias a Dios no le paraba la boca, porque yo no tenía mucho que decir. Pasamos horas ahí, y para mí fue muy impresionante ver que realmente pudimos habernos quedado más si no fuera porque ya todos se comenzaban a marchar.
Ya eran las seis de la mañana, y al fin la mayoría se había ido. Me despedí de Cameron y mis primos en la puerta, vi cómo se marchaban y cómo el sol se asomaba por ese mismo rumbo. Regresé y medio recogimos la basura y acomodamos las sillas. Nos metimos al cuarto de Em, nos pusimos un pijama y nos recostamos.
-Te vi muy platicadora con Cameron, eh- me dijo Em burlona mientras me codeaba, sin perder la oportunidad de comentar algo.
-Debo admitir que me sorprendió, es muy distinto a como lo imaginaba. No pensé nunca que tendría una plática así con él.
- ¿Así cómo?
-Pues de la vida, creí que sería un imbécil, egocéntrico y sin metas. Y pues, todo lo contrario.
-Suenas... embobada- reí fuerte.
-Cállate, no. Sólo impresionada. Realmente disfruté la plática.
-Lo que digas- puse los ojos en blanco, y la ignoré dándole la espalda y tapándome con la cobija. Caí rendida casi al instante, con la imagen de un bigotón cruzando por mi mente antes de perder la conciencia. Sin saber que las palabras de Em se convertirían en un poco de verdad.
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Lo que pudimos ser
Teen Fiction¿Y si las personas siempre son pasajeras? ¿Y si realmente no existen las almas gemelas? O tal vez sí, pero tal vez no siempre están destinadas a permanecer juntas. Tal vez solo pasan por nuestra vida para enseñarnos, motivarnos y descubrir cosas int...